ESTAMPA CAUDETANA.
APROVECHAR EL MOMENTO.
Andaban los móviles, ayer tarde, empeñados en llamarnos la atención ante la certeza de que iban a hacer acto de presencia, en nuestro ámbito, lluvias ingentes. Incluso los sabios en el tema del tiempo, gente sesuda que presta sus servicios y conocimientos en el área que se ocupa de estos asuntos del tiempo, nos apercibian de que nuestra zona se encontraba incursa en un ámbito donde, con toda seguridad, iba a arreciar la lluvia de manera notoria, razón por la cual se nos avisaba, por todos los medios, también por los móviles, para que lo tuviéramos en cuenta porque, los que sabían del tema, habían teñido aquella parte del mapa donde se encuentra la Real Villa de Caudete, de naranja, y, ese color, ya lo sabemos, lleva aparejado el aviso de que el agua que iban a dejar el caer las nubes, por ser tanta, iba a causar algún que otro problema. Debido a lo cual se nos decía por los medios de comunicación que anduviéramos con cuidado.
Ayer por la tarde hacía frío. No se movía el aire que llevaba de un lado a otro agua que empapara a las personas allí donde el paraguas no alcanzaba a ejercer su función, como me aconteció a mí el día anterior, no ayer.
La tarde estaba fría, el cielo encapotado, pero, a pesar de que amenazaba lluvia y así nos lo avisaban desde instancias meteorológicas, no caía agua. Las nubes no estaban por la labor. Eso sí, nos metían miedo. Pero nada más.
Miedo a la gente mayor porque, lo que es a la gente menuda, como puedes ver en la fotografía que ilustra estas letricas, con las que te cuento el acontecer de ayer tarde, no incidían para nada en su modo de entender y de llevar adelante ese tiempo que media entre la finalización del día lectivo y la hora de la cena porque, como ves, esos dos hermanicos, chico y chica, se lo estaban pasando bomba montaditos ambos en un juguete con ruedas.
Prácticos, muy prácticos, en el uso y manejo de la máquina de plástico no es que lo estuvieran al cien porque al tratar de pasar por un hueco entre dos jardineras se atoraron las ruedas, de la parte del conductor, con una de ellas y el que conducía, que era el chavalín, tuvo que bajarse del artefacto y a fuerza de músculo arreglar el entuerto. Y una vez conseguido ya encontraron el camino expedito para ir a investigar, eso sí, montaditos en su automóvil, otras partes, otros lugares, del amplio espacio que bordea el chalet donde residen.
Ciertamente, aquellos dos hermanos, aprovecharon el momento en que las nubes habían cerrado los grifos para jugar, sin problema alguno, con su gran juguete ecológico porque, dicho sea de paso, el aparato en cuestión, carecía de tubo de escape, pues la energía que lo movía provenía, sola y exclusivamente, de una batería.
Sí, aquellos niños se lo estaban pasando pipa en la zona diáfana de su patio, APROVECHANDO QUE NO LLOVÍA.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
7.3.2025. Viernes. (C. 2.168).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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