ESTAMPA CAUDETANA.
LA AMAZONA.
Coincidimos ella y yo. Ella montada a patarajón, que dicen en mi pueblo, sobre una preciosidad y brillante equino, iba a entrar en la Glorieta de la Cruz. Yo, acababa de salir de allí y nos cruzamos.
Iba yo abstraído en mis pensamientos cuando el acompasado toc, toc, toc, de los cascos de un caballo que iba al paso, de paseo, me sacó de mi mismidad donde me estaba moviendo a mis anchas.
Ella y él se entendían a las mil maravillas. Las riendas descansaban sobre la silla de montar. Para nada tiraban el bocado del animal cuadrúpedo. No hacía falta que la joven AMAZONA rozara con la punta de su espuela la hijada de su amigo como tampoco hiciera uso de las riendas. El animal sabía que iba bien y la chica sabía bien que el animal no se confundiría.
Daba gusto contemplar la ESTAMPA porque la chica y el animal formaban un todo uniforme, un todo, perfectamente conjuntado, como soldados la una al otro, como lo está la uña unida a la carne y, ésta, a la uña, como "uña y carne".
Cuando ella y él, sin haber hecho el stop, atravesaban el Paseo de la Virgen de Gracia, yo torcí para tomar por la calle dedicada al atleta Antonio Amorós para meterme en la Villa.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
27.9.2025. Sábado. (2.353).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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