ESTAMPA CAUDETANA.
LA PROCESIÓN DE LA COMUNIÓN.
Todavía tengo el recuerdo. Era niño. En mi pueblo de
Oropesa, cuando una persona andaba mal,
a punto de fallecer, el cura, D. Eduardo, le llevaba el Viático. Iba
acompañado de dos monaguillos con velas y una esquila que sonaba constantemente
hasta la llegada a la misma puerta de la casa del enfermo. Todo aquel con el
que se cruzaba la comitiva se arrodillaba en señal de respeto y adoración. Ayer
me volvieron aquellas estampas de mi
niñez porque aquí, en Caudete, se celebraba el día de San Vicente Ferrer y, en
este pueblo, en la mayor parte de los
hogares, no sonaron los despertadores. Era fiesta y fiesta grande, era San
Vicente Ferrer. Este pueblo desde 1300 a 1707 perteneció a Valencia y tras la
batalla de Almansa, leo en el blogs de Joaquín Medina, pasa a depender de
Castilla porque así lo deciden los
Borbones, ganadores de aquella batalla. Pero la política es una cosa y otra
cosa son la fe, las costumbres y las tendencias.
En este pueblo con fuerte influencia de todo lo valenciano,
se celebran con fruición las fiestas de la región vecina y una de las fiestas
conspicuas es, precisamente, la de San Vicente Ferrer. En este día todo el
pueblo celebra su Procesión de la
Comunión que consiste en llevar bajo palio al Santísimo a las casas de
aquellos que están enfermos o impedidos y, así, favorecer el que se lleve a
efecto y cumpla aquella recomendación, por no decir mandamiento, de la Santa
Madre Iglesia, que dice «comulgar por Pascua Florida».
Esta manifestación de fe es costumbre vieja, inveterada, no
sabemos cuándo se instauró. Yo creo que es una actividad que atraviesa toda
época con sus distintos planteamientos políticos o sociales y nos acerca a
aquellos momentos de a la implantación de la fe cristiana en estos lares
Esta procesión, que salió de la parroquia de San Francisco a
las 08,30 horas de ayer, tras la celebración de la Eucaristía, es, por lo
tanto, de una importancia fuera de lo común porque, a la antigüedad, hay que
unir la presencia en la misma de todas las instancias del pueblo, también la
política. Asiste mucho pueblo y todo el Consistorio Municipal con su Alcalde al
frente.
Abre la Procesión la Cruz y el guión de La Sacramental
flanqueado por dos ciriales
Dos filas de fieles dan escolta al Santísimo.
Detrás del palio, bajo el que va el Santísimo en manos del
sacerdote (en esta ocasión era Fr. Antonio Graciá Albero, fraile carmelita,
natural de este pueblo, que había manifestado, reiteradamente, al párroco el
deseo de hacerlo) acompañado por el sacerdote jubilado D. Jesús, del que ya te
he hablado en otra ocasión, y el diácono permanente D. José Lozano.
Inmediatamente detrás del palio,
procesiona el Alcalde, Exm. Sr. Don Moisés, y, a su lado, la Señora Juez
de Paz y el Presidente de la Cofradía de la Sacramental, Joaquinín, a cuyo
cuidado corren los preparativos de la procesión y el desarrollo de la misma.
Detrás de ellos y en dos filas los distintos miembros del consistorio municipal
y detrás de todos, cerrando la procesión, desfila la Banda oficial del
municipio que ameniza con marchas todo el trayecto y, en cada parada, tras
sonar la esquila avisando la llegada del Señor para dar la comunión a algún
enfermo, tocan el Himno Nacional.
Momento emocionante es la entrada en la Residencia de
Ancianos del pueblo que dirigen con cariño y dedicación plena las Hermanas de
la Virgen María del Monte Carmelo y que dieron entrañable bienvenida al Señor
Sacramentado y a las autoridades que le acompañaban.
La superiora, Hermana Ana María, creía que iba a ser yo el
que les llevara al Santísimo. Se le concedió ese honor al hijo del pueblo, como
ya te he dicho antes.
Tras dar la comunión a los ancianos, siguió camino el Señor,
acompañado por el cortejo, por las calles del pueblo para concluir el acto en
la parroquia de San Francisco de donde había salido.
No se detiene, no. No se detiene y se llega hasta ti, mi
saludo, mis
¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
10.4.2018 Martes. P. Alfonso Herrera. O.C.
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