ESTAMPA CONVENTUAL.
EL P. ÁNGEL
Se llama Ángel. Entre los semitas (en uno de sus pueblos, el
Hebreo, tomaría nuestra naturaleza el que la creó, Jesús) el nombre impuesto a
un recién nacido marcaba ya el fin o destino de aquel al que le era impuesto.
El P. Ángel es un ANGELITO,(es bajito) vestido de ser
humano. Da el pego porque no deja ver sus alas. Las cambió por una moto Vespino
y, porque se movía entre los sufridos seres humanos, se vio en la necesidad de
aportar 7.000 Pts. de vellón para poder trasladarse de un lugar a otro del pueblo
con el fin de llevar a efecto la encomienda que le otorgó el Padre Dios al
insuflarle el espíritu de vida, la vocación de servicio a sus hermanos los
hombres.
Fue verle montadito arriba de la Vespino y ¡Zas! le cayó el
apodo. Por entonces mandaba en los circuitos de velocidad un tal ANGEL NIETO, el de los DOCE TÍTULOS
MUNDIALES + UNO y, con ese mote, el nombre del campeón mundial de motociclismo,
comenzó el vulgo a denominarle.
En su motorita acopló una caja de madera y, en ella,
introdujo las herramientas para arreglarlo todo. No había chaperón que le
ofreciera dificultad. Era oír el ruidito característico de la Vespino para que
saliera cualquier comadre a la puerta y a grito pelao: «Padre Ángel. Míreme el
desagüe del fregadero que gotea» y el P. Ángel aparcaba su moto y con su caja de herramientas
entraba y, allí donde ponía el ojo colocaba la herramienta y... problema
solucionado.
Ocasiones había en que era algún mueble el que cojeaba y
allí acudía el P. Ángel a colocarle a aquella pata de silla o mesa una
«prótesis» y... dejaba de renquear.
Alguna ama de casa que otra, le gritaba o, incluso, silbaba
para hacerse oír por encima del ruido del motorcico y cuando le tenía delante
le rogaba que, a ver si le quitaba un chisporroteo a una llave de luz o que le
echara un vistazo a los cables porque estaban sin luz y no atinaban a saber qué
iban a llevarse a la boca a la hora de la cena. Y... el P. Ángel (el NIETO DE LA MOTO) sin recibir un
calambrazo dejaba aquella casa llena de luz haciéndole la competencia al marimandón
del día, el sol.
El P. Ángel (el P. NIETO, por lo del campeón de motos)
entendía de todo, de lo material y ¡Ojo! de lo espiritual.
- «El P. Ángel me impactó con un sermón. Dio en el clavo»,
me dijo una mujer, todavía joven, delante del lecho donde su padre aguardaba a
que se detuviera el tren de la vida que estaba entrando en las agujas de la ya
cercana estación.
Y, son cantidad
difícil de cuantificar el número que le llama por teléfono o pica en la puerta
del convento de San José mendigando una palabra orientativa o respuesta a una
pregunta capital o a escuchar de él un consejo.
Seis lustros son muchos años saliendo del convento para
encontrarse con el pueblo sencillo o con estamentos con prosapia, como
exigencia de su vocación pastoral y dando cumplimiento a aquel refrán que nos
repite mucho a los frailes, sus compañeros: «A la mujer y el fraile... que le
dé el aire» Claro que, él, no busca que le dé el aire, sino que, él mismo, se
hace «aire» para beneficiar a aquellos
con los que se encuentra en ese su pasear el pueblo.
- Él no tiene erigido busto en plaza, ni calle dedicada,
(como sí tiene un compañero, el P. Elías Requena, otro ÁNGEL, éste de LAS
CUEVAS. Cuántas veces iba su hermana a echar mano de algo con que hacer la
comida y había «volado» cuesta arriba para dejarlo en aquellos habitáculos donde pululaban niños sin nada que llevarse a
la boca porque las mesas estaban vacías. O aquellas limosnas que no le rompían
el fondillo de los bolsillos del hábito porque no «anidaban» por mucho tiempo
en ellos, pues pugnaban por salir pitando, también cuesta arriba, para
encontrar dónde multiplicarse por N), ni falta que le hace. Un busto suele ser
lugar de descanso de palomas y lugar donde ellas depositan, con harta
frecuencia, sus escrementos. Él es un MONUMENTO VIVO que tan pronto está aquí,
como allí o en acullá, eso sí, «con noventa y nueve años muy trabajados ¡Menos
mal que tengo médico de paga que si no...!», dice jocosamente, instalado en una
hilarante mentirijilla».
El P. Ángel (NIETO) está a punto de añadir al montón de
calendarios el que completará la séptima decena para, así, comenzar a apilar la
que será la octava, si el Señor tiene a bien sujetarle aquí en la tierra. Pero
a eso no hay que llamarlo porque se sabe el camino y llegará puntualmente el 20
de septiembre.
Esto que te cuento y que me sirve de vehículo, no es nada
más que una pincelada, no pretendo agotar la riqueza que encierra el bueno del
P. Ángel (NIETO) dentro de sí.
En el cajón de las herramientas que lleva el P. Ángel en el
asiento de atrás de su Vespino he colocado yo, para que te llegue bien, mi
saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
10.5.2018 Jueves. P. Alfonso Herrera. O.C.
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