ESTAMPA CAUDETANA.
EL PUEBLO FELIZ.
EL PUEBLO FELIZ.
Son un centenar. No, no llegan, solo hay 86 plazas y, eso sí, totalmente
ocupadas. Ni un solo hueco para uno más.
Constituyen un pueblo en pequeñito, pero UN GRAN PUEBLO. Viven intra ópidum, pero pueden, cuando así lo deseen y el cuerpo lo permita, salir libremente fuera de la ciudadela. Son los habitantes que pueblan la Residencia de mayores de este pueblo de Caudete.
Son felices. Sí, son felices porque viven siempre, siempre, en presente. Los años que sostienen la cabañica en la que van tirando, no les condiciona su presente y, en algunos casos, ni existe porque viven como suspendidos sobre el tiempo, algo así como se encuentran las nubes que corretean por ahí arriba sin tocar tierra salvo cuando se comprimen un poco y se dejan caer en gotas hasta la tierra, si la temperatura es buena, porque si es fresca cae en sabanillas que al posarse en la tierra la dejan tapada de blanco. Claro que si pasan por zonas muy frías... dejan de ser agua líquida y se convierten en canicas de hielo que destrozan todo aquello contra lo que chocan. Entonces sí, sí que tocan la tierra. Pues así se encuentran nuestros 86 conciudadanos en tierra de nadie. Por arriba, sin techo y por abajo... ni se acuerdan.
Pero eso no quiere decir que no vivan en este mundo y en este tiempo. Ya no tienen las exigencias que caracterizaban los años dejados por el camino, como eran sacar adelantes los hijos, ahorrar un poquito para ir pagando las hipotecas que se sucedían unas a otras... y por delante, nada por lo que preocuparse, solo dejarse llevar "hasta que Dios quiera"
Pero, amigo, cuando los tres estampidos seguidos que han llevado hasta el cielo tres potentes cohetes, comienzan a oírse cada día, a partir del día 15 de agosto, en todo el pueblo grande indicando que empieza a subir EL PALO, y también en su pueblo chico, se da una efervescencia inusitada, fuera de lo común. La actividad de un hormiguero en plena actividad recolectora, es un juego de niños comparada con el movimiento dentro de las murallas de la pequeña población caudetana de la Residencia de Mayores sita en el n° 113 de mi calle El Molino. Salen telas de colorines de arcones y armarios. Agujas e hilos van y vienen sacando a luz preciosos vestidos de COMPARSAS cristianas y moras. Son los Guerreros, los Mirenos, los Moros, los Tarik, (este pollete moro que da nombre a la comparsa caudetana, fue el pájaro que sentó sus nalgas en mi PUEBLO DE OROPESA mediado el siglo VIII° y nos pedía, con los impuestos por ser cristianos, una guapa -en mi pueblo lo son todas- doncella o, en su defecto, su peso en oro. De ahí una explicación sobre el nombre que tiene hoy la casa común de los oropesanos), los de la Antigua... y si el pueblo grande se adorna profusamente, más profusamente, si cabe, se adorna la pequeña aldea. Y si en la Plaza de la Iglesia ha levantado sus torres y almenas el castillo donde alcanzarán vida LOS EPISODIOS CAUDETANOS, en una de las salas de nuestro pueblo liliputiense también se elevan hasta todo lo alto las murallas de una fortaleza con su torre del homenaje y todo, construida por los artistas del gremio de carpinteros existente en el pequeño opidum donde, por una vez, se hablará de EPISODIOS PASADOS, no del personal sino de aquellos que les hicieron posible venir a poblar el pueblo grande y el pequeño. Que se prepare el pueblo grande porque estas fiestas de MOROS Y CRISTIANOS en honor de LA VIRGEN DE GRACIA, LA MADRE Y PATRONA DE CAUDETE Y DE TODO CAUDETANO, especialmente, de cada uno de los habitantes de ese reducto de paz que es la Residencia de Mayores, va a ser sonada, más sonada que esas tracas de 25 metros con cinco bombas que cuestan 30,00 "pelotes" (hay que ver cómo ha subido la pólvora, más que la gasolina y la luz y ¡ya es decir!).
No sé si las concejalías de Fiestas y de Bienestar social habrán tomado cartas en el asunto, son tan suyos estos mayores...
Constituyen un pueblo en pequeñito, pero UN GRAN PUEBLO. Viven intra ópidum, pero pueden, cuando así lo deseen y el cuerpo lo permita, salir libremente fuera de la ciudadela. Son los habitantes que pueblan la Residencia de mayores de este pueblo de Caudete.
Son felices. Sí, son felices porque viven siempre, siempre, en presente. Los años que sostienen la cabañica en la que van tirando, no les condiciona su presente y, en algunos casos, ni existe porque viven como suspendidos sobre el tiempo, algo así como se encuentran las nubes que corretean por ahí arriba sin tocar tierra salvo cuando se comprimen un poco y se dejan caer en gotas hasta la tierra, si la temperatura es buena, porque si es fresca cae en sabanillas que al posarse en la tierra la dejan tapada de blanco. Claro que si pasan por zonas muy frías... dejan de ser agua líquida y se convierten en canicas de hielo que destrozan todo aquello contra lo que chocan. Entonces sí, sí que tocan la tierra. Pues así se encuentran nuestros 86 conciudadanos en tierra de nadie. Por arriba, sin techo y por abajo... ni se acuerdan.
Pero eso no quiere decir que no vivan en este mundo y en este tiempo. Ya no tienen las exigencias que caracterizaban los años dejados por el camino, como eran sacar adelantes los hijos, ahorrar un poquito para ir pagando las hipotecas que se sucedían unas a otras... y por delante, nada por lo que preocuparse, solo dejarse llevar "hasta que Dios quiera"
Pero, amigo, cuando los tres estampidos seguidos que han llevado hasta el cielo tres potentes cohetes, comienzan a oírse cada día, a partir del día 15 de agosto, en todo el pueblo grande indicando que empieza a subir EL PALO, y también en su pueblo chico, se da una efervescencia inusitada, fuera de lo común. La actividad de un hormiguero en plena actividad recolectora, es un juego de niños comparada con el movimiento dentro de las murallas de la pequeña población caudetana de la Residencia de Mayores sita en el n° 113 de mi calle El Molino. Salen telas de colorines de arcones y armarios. Agujas e hilos van y vienen sacando a luz preciosos vestidos de COMPARSAS cristianas y moras. Son los Guerreros, los Mirenos, los Moros, los Tarik, (este pollete moro que da nombre a la comparsa caudetana, fue el pájaro que sentó sus nalgas en mi PUEBLO DE OROPESA mediado el siglo VIII° y nos pedía, con los impuestos por ser cristianos, una guapa -en mi pueblo lo son todas- doncella o, en su defecto, su peso en oro. De ahí una explicación sobre el nombre que tiene hoy la casa común de los oropesanos), los de la Antigua... y si el pueblo grande se adorna profusamente, más profusamente, si cabe, se adorna la pequeña aldea. Y si en la Plaza de la Iglesia ha levantado sus torres y almenas el castillo donde alcanzarán vida LOS EPISODIOS CAUDETANOS, en una de las salas de nuestro pueblo liliputiense también se elevan hasta todo lo alto las murallas de una fortaleza con su torre del homenaje y todo, construida por los artistas del gremio de carpinteros existente en el pequeño opidum donde, por una vez, se hablará de EPISODIOS PASADOS, no del personal sino de aquellos que les hicieron posible venir a poblar el pueblo grande y el pequeño. Que se prepare el pueblo grande porque estas fiestas de MOROS Y CRISTIANOS en honor de LA VIRGEN DE GRACIA, LA MADRE Y PATRONA DE CAUDETE Y DE TODO CAUDETANO, especialmente, de cada uno de los habitantes de ese reducto de paz que es la Residencia de Mayores, va a ser sonada, más sonada que esas tracas de 25 metros con cinco bombas que cuestan 30,00 "pelotes" (hay que ver cómo ha subido la pólvora, más que la gasolina y la luz y ¡ya es decir!).
No sé si las concejalías de Fiestas y de Bienestar social habrán tomado cartas en el asunto, son tan suyos estos mayores...
Pero si no lo han hecho habrá que llamar al orden a los
concejales del ramo porque, aunque la minisociedad residencial esté amparada
por una FUNDACIÓN, no por ello dejan de ser miembros vivos y, como ves,
activísimos, de nuestra sociedad extramuros de aquella.
Con los dedos en los oídos para defender los tímpanos de los tiros de los arcabuces, te mando mi saludo, mis
Con los dedos en los oídos para defender los tímpanos de los tiros de los arcabuces, te mando mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
30.8.2018. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
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