ESTAMPA CAUDETANA.
EL SAN FRANCISCO DE CAUDETE. EL MODELO.
EL SAN FRANCISCO DE CAUDETE. EL MODELO.
En Madrid, hace ya algunos años, terminada mi encomienda en
la iglesia de las Madres Carmelitas de Príncipe de Vergara, entonces todavía
ostentaba el nombre de General Mola, subí al autobús de la línea 52 para volver
a mi residencia. Sólo había un asiento libre. Me senté y entablé conversación
con una señora, ya entrada en años, pero de muy buen ver. Su porte hablaba de
tiempos gloriosos en su tipo y belleza. Era guapa de verdad aquella señora
mayor. No me equivoqué en el juicio. Ya llevábamos un rato hablando cuando me
preguntó:
¿Ha visto Ud. algún cuadro de Julio Romero de Torres?
- Le contesté que sí y que me gustaba muchísimo su pintura por como sube al lienzo a su personaje principal, esa joven y guapa mujer, (recuerdo que vi en su cara un rictus de satisfacción, pues se dibujó en ella una leve sonrisa) le dije, también, que, no hacía mucho tiempo, había tenido la oportunidad de visitar el museo del pintor en su ciudad de Córdoba y que disfruté como "un gitanillo con zapatillas nuevas" contemplando aquellos cuadros al amparo de un sol que estaba poniendo en las calles cordobesas casi los 50°.
-"Yo, soy, me dijo, la chica que aparece en los cuadros. Yo fui su modelo"
Tuve suerte. Sólo un asiento libre en el autobús 52 y me fui a sentar junto a aquella mujer, sencilla, afable, todavía guapa, que conservaba aquel empaque que supo captar y plasmar el pintor cordobés en sus lienzos.
Cuando me bajé del Autobús en mi parada percibió, al despedirme de ella, que algo había cambiado en mí desde mi encuentro con ella. No volvimos a coincidir en el bus 52 ni en ningún otro.
El domingo pasado volví a tener suerte.
Al salir de la iglesia, una vez concluida la misa de 11,00 en la parroquia de San Francisco, observé cómo una señora, todavía joven, se estaba interesando por una de las pinturas al fresco que hiciera Pedro Torres Cotarelo en 1962, pintor natural del lugar y que, veinte años antes (1944), se encargara de la reconstrucción del templo, tras la hecatombe producida por los vientos guerreros de 1936-1939, ayudado por su esposa a la que se ve, en alguna fotografía de la época, subida a los andamios. Los frescos los llevó a cabo por encargo de Dolores, la segunda esposa viuda de Paco Albalat Navajas, que ostentara el título nobiliario de Conde de San Carlos, título que no heredaría ninguno de sus hijos, porque ninguno tuvo en sus dos matrimonios.
Miraba yo a la señora hábida de saber por la atención con que estaba mirando el fresco en el que aparece San Francisco en oración de súplica.
Me acerqué a ella para ver si deseaba que le diera información acerca del pintor y de su obra en la parroquia.
No hizo falta porque detrás de una columna apareció el mismo San Francisco. Perdón, no, no fue San Francisco, el de Asís, fue JOSÉ DÍAZ FIGUERAS, el "Francisco" de Caudete que no de Asís, que sirviera de modelo al pintor para plasmar en el cemento, todavía fresco, la figura que ves detrás de José, el modelo, pero, claro, con unos añitos menos. JOSÉ, me dice, que entonces pisaba fuerte sobre 27 años, hoy ya son 83 los que calza. Recuerda que él no estaba de rodillas como el Francisco del cuadro, sino sentado, con los brazos y cabeza levantados, tal cual aparece el fresco.
Vino al mundo de la mano de otro hermano, de un gemelo, con el que, a su vez, ya mozos, fueron modelos de Torres Cotarelo en el impresionante cuadro del BAUTISMO DE JESÚS que nos legó en el batisterio de Santa Catalina.
No me desveló si fue en él en el que se fijó Pedro, el pintor, para pintar a Jesús metido en las aguas del Jordán o acaso fuera del que se sirviera para plasmar a Juan el Bautista en cemento de la pared.
Me dijo que el pintor era muy amigo de su padre al que se le conocía como "el Boxeador". Los dos, también los hijos, además de por la amistad, estaban muy unidos por sentirse identificados con las mismas siglas de un grupo político que tenía una visión de la sociedad que, a la sazón, no gozaba de predicamento, vamos que no era bien visto por el nuevo orden político y social implantado por el gobierno instaurado tras la contienda fratricida.
Su padre, "el Boxeador", participó en un encuentro, por entonces en boga, los Cursillos de Cristiandad, y de tal modo le impactó el Espíritu Santo que, de la noche a la mañana, cambió su vida radicalmente. (he oído una coplica, que alguien se inventó, y que se recitaba por el pueblo indicando el cambio que experimentó "el Boxeador").
Me dice el bueno de José Díaz, que su padre fue tomado por su amigo Torres Cotarelo como modelo para llevar al fresco de las paredes de San Francisco, los cuadros de un leproso y de un obispo. Cuando vayas por la parroquia de San Francisco podrás tener en cuenta la información que me suministró uno de los modelos, todavía vivo, de los que se sirviera el pintor Torres Cotarelo para llevar a cabo algunas de sus obras.
Alegre sale a hacerse el encontradizo contigo, mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
28.8.2018. Martes. P. Alfonso Herrera, O. C.
- Le contesté que sí y que me gustaba muchísimo su pintura por como sube al lienzo a su personaje principal, esa joven y guapa mujer, (recuerdo que vi en su cara un rictus de satisfacción, pues se dibujó en ella una leve sonrisa) le dije, también, que, no hacía mucho tiempo, había tenido la oportunidad de visitar el museo del pintor en su ciudad de Córdoba y que disfruté como "un gitanillo con zapatillas nuevas" contemplando aquellos cuadros al amparo de un sol que estaba poniendo en las calles cordobesas casi los 50°.
-"Yo, soy, me dijo, la chica que aparece en los cuadros. Yo fui su modelo"
Tuve suerte. Sólo un asiento libre en el autobús 52 y me fui a sentar junto a aquella mujer, sencilla, afable, todavía guapa, que conservaba aquel empaque que supo captar y plasmar el pintor cordobés en sus lienzos.
Cuando me bajé del Autobús en mi parada percibió, al despedirme de ella, que algo había cambiado en mí desde mi encuentro con ella. No volvimos a coincidir en el bus 52 ni en ningún otro.
El domingo pasado volví a tener suerte.
Al salir de la iglesia, una vez concluida la misa de 11,00 en la parroquia de San Francisco, observé cómo una señora, todavía joven, se estaba interesando por una de las pinturas al fresco que hiciera Pedro Torres Cotarelo en 1962, pintor natural del lugar y que, veinte años antes (1944), se encargara de la reconstrucción del templo, tras la hecatombe producida por los vientos guerreros de 1936-1939, ayudado por su esposa a la que se ve, en alguna fotografía de la época, subida a los andamios. Los frescos los llevó a cabo por encargo de Dolores, la segunda esposa viuda de Paco Albalat Navajas, que ostentara el título nobiliario de Conde de San Carlos, título que no heredaría ninguno de sus hijos, porque ninguno tuvo en sus dos matrimonios.
Miraba yo a la señora hábida de saber por la atención con que estaba mirando el fresco en el que aparece San Francisco en oración de súplica.
Me acerqué a ella para ver si deseaba que le diera información acerca del pintor y de su obra en la parroquia.
No hizo falta porque detrás de una columna apareció el mismo San Francisco. Perdón, no, no fue San Francisco, el de Asís, fue JOSÉ DÍAZ FIGUERAS, el "Francisco" de Caudete que no de Asís, que sirviera de modelo al pintor para plasmar en el cemento, todavía fresco, la figura que ves detrás de José, el modelo, pero, claro, con unos añitos menos. JOSÉ, me dice, que entonces pisaba fuerte sobre 27 años, hoy ya son 83 los que calza. Recuerda que él no estaba de rodillas como el Francisco del cuadro, sino sentado, con los brazos y cabeza levantados, tal cual aparece el fresco.
Vino al mundo de la mano de otro hermano, de un gemelo, con el que, a su vez, ya mozos, fueron modelos de Torres Cotarelo en el impresionante cuadro del BAUTISMO DE JESÚS que nos legó en el batisterio de Santa Catalina.
No me desveló si fue en él en el que se fijó Pedro, el pintor, para pintar a Jesús metido en las aguas del Jordán o acaso fuera del que se sirviera para plasmar a Juan el Bautista en cemento de la pared.
Me dijo que el pintor era muy amigo de su padre al que se le conocía como "el Boxeador". Los dos, también los hijos, además de por la amistad, estaban muy unidos por sentirse identificados con las mismas siglas de un grupo político que tenía una visión de la sociedad que, a la sazón, no gozaba de predicamento, vamos que no era bien visto por el nuevo orden político y social implantado por el gobierno instaurado tras la contienda fratricida.
Su padre, "el Boxeador", participó en un encuentro, por entonces en boga, los Cursillos de Cristiandad, y de tal modo le impactó el Espíritu Santo que, de la noche a la mañana, cambió su vida radicalmente. (he oído una coplica, que alguien se inventó, y que se recitaba por el pueblo indicando el cambio que experimentó "el Boxeador").
Me dice el bueno de José Díaz, que su padre fue tomado por su amigo Torres Cotarelo como modelo para llevar al fresco de las paredes de San Francisco, los cuadros de un leproso y de un obispo. Cuando vayas por la parroquia de San Francisco podrás tener en cuenta la información que me suministró uno de los modelos, todavía vivo, de los que se sirviera el pintor Torres Cotarelo para llevar a cabo algunas de sus obras.
Alegre sale a hacerse el encontradizo contigo, mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
28.8.2018. Martes. P. Alfonso Herrera, O. C.
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