jueves, 15 de noviembre de 2018

Azulejo de la Virgen del Carmen




ESTAMPA CAUDETANA.
AZULEJO DE LA VIRGEN DEL CARMEN DEL MONASTERIO DE MONJAS CARMELITAS.
Ayer celebrábamos los CARMELITAS, ya te lo adelantaba en los BUENOS DÍAS de ayer, TODOS LOS SANTOS del Carmelo. Y es que, en este mes, que comenzábamos con la fiesta universal de TODOS LOS SANTOS, celebran todos los Institutos religiosos el día de aquellos miembros que, en esta vida, formaron parte de los mismos. Ayer fue nuestro día, el día en el que celebrábamos  a TODOS LOS SANTOS CARMELITAS.
Aquí en Caudete nos establecimos los frailes Carmelitas en el último tercio del siglo XVI (1578) y las monjas Carmelitas de Clausura, que tienen su monasterio en El Paseo de la Virgen de Gracia, todavía oyen los ecos de la celebración de su primer centenario, ocurrido hace cuatro años, cuando un puñado de monjas procedentes del monasterio de MONJAS CARMELITAS del vecino pueblo valenciano de Onteniente cerraron tras de sí la puerta que, separándolas del mundo, las introducía en un ámbito de encuentro con el Señor, con el Amado, que cantara poéticamente San Juan de la Cruz, místico carmelita del siglo XVII.
Ayer, era el día señalado para echar un vistazo al comportamiento del sintrón. Comenzamos a pasar cuando se reincorporaron al centro de salud, Carmen, la enfermera y el médico de guardia, tras recuperar a un chico al que le había dado un "soponcio" en el colegio. Nos pinchaba con la destreza del mejor de los espadas, al lado de la yema del dedo corazón por donde fluía la sangre hasta formar una gruesa gota. El torrente sanguíneo discurría dentro de cauce con la soltura deseada, decía la maquinita.
La báscula me la jugó. Tenías que oír a la buena de Carmen, la enfermera, que atrajo la atención de María Ángeles, la doctora, a través de la puerta abierta que comunica ambos despachos de consulta.  Enseguida vino a la enfermería con un par de folios llenitos de indicaciones para echar fuera de mi persona esa materia adiposa que se pega por aquí y por allá y que no se va de uno ni espantándola:...
 ¡Os!¡Os!¡Os!¡Os!¡Os!
Finalizado el acto médico, me llegué hasta el santuario de la Virgen de gracia, recé los Laudes con la Iglesia, por Caudete, por el Carmelo y por el mundo.
Volviendo a casa, pasé por la puerta del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen de Gracia, Lar del Carmelo, donde viven su vida consagrada las MADRES CARMELITAS, un puñado de mujeres que, como la Virgen María, dieron su SÍ al requerimiento del Espíritu Santo y se ofrecen, consumiendose, como vela ante el Santísimo, impetrando beneficios para el pueblo de Caudete donde están insertas y por el mundo que está al otro lado de los muros de su cenobio.
Hice un alto frente a su puerta y, viendo la imagen de la MADRE DEL CARMELO en el azulejo fijado encima del dintel de la misma, desde el que contempla el pasar pausado o ligero o corriendo de sus hijos caudetanos que bajan por su camino hasta el Santuario o sube, como yo ayer mañana, para introducirse por las calles del pueblo. En aquel instante afloró, desde mi interioridad, la oración mariana por excelencia en el Carmelo desde los tiempos del superior general San Simón Stok, mediados del siglo XIII, al que la Virgen del Carmen entregó la enseña del Santo Escapulario:

"Flor del carmelo,
viña florida,
esplendor de cielo,
Virgen fecunda
de modo singular.
¡Oh Madre tierna!
Intacta de hombre.
A los Carmelitas
proteja tu nombre.
Estrella del mar".

Ahí te va mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
15.11.2018. Jueves. Hoy celebramos en el Carmelo el día de todos nuestros difuntos.
P. Alfonso Herrera, O. C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario