ESTAMPA CONVENTUAL.
LA MORERA.
LA MORERA.
Dice el refrán:
"Por Santa Flora (24/11) ya no tiene hoja la mora".
En una de las ventanas del claustro alto del CONVENTO DE SAN JOSÉ, (EL CARMEN), crece una morera. Se vino conmigo cuando fui trasladado a Caudete. En la jardinera, que también, ocupaba el alféizar de una de aquellas ventanas del segundo piso de mi casa madrileña, en cuyo patio crecía mi bosquecillo, empezó a levantarse, con la llegada de la última primavera, ese arbolito. No era india autóctona porque en mi bosquecillo no tenía ningún ascendiente. Éste llegó a casa, muy posiblemente, con nocturnidad y alebosía y lo creo así porque los tejarinos (gorriones) dormían en ellas, en las jardineras, a salvo de las zarpas y de los afilados dientes de la gran cantidad de gatos que, llegando la noche, se enseñoreaban del medio, de la urbanización. Y, al levantar el vuelo, muy tempranito, al hacerse de día, se iban ligeritos de peso, pues habían dejado sembradas las jardineras con las semillas desechadas con sus heces.
Sí, vino a la jardinera de mi bosquecillo madrileño, cuando yo ya tenía en el bolsillo el billete para llegarme a mi nuevo destino.
Soy del parecer que es hija en linea directa de una frondosa morera, tan grande, tan grande, que saca sus ramas fuera del chalet existente calle abajo en cuyo jardín crece y al que da sombra , pero al que, también, siembra de frutos blancos de buen tamaño y dulces, muy dulces que hacen las delicias de la gente que allí mora, de los volátiles y de aquellos que, al pasar por la acera los retiran de sus ramas, como yo hiciera en multitud de ocasiones.
Con la primavera de este año, de 2018, ya aquí, en Caudete, medró, se puso guapica, la morera. Tan guapa, esbelta y fuerte que ha hecho burla al refrán de Santa Flora. Ha tenido que hundirse el termómetro hasta bajar un poquito por debajo del cero para comenzar a dejar volar en libertad a sus hojas dentadas todo pintadas de amarillo.
Ahí la ves.
Le ha sentado bien el cambio. No ha tenido ningún problema. Ninguna enfermedad le ha dado "quebradero de cabeza" y, sobre todo, no tuvo la visita del gusanito de la seda que de ella se alimenta.
- Mi compañero, el P. ÁNGEL, que tiene a las gallinas en palmitas, va "a la suya, a la suya", que dice él a cada paso, como una muletilla, prolongación de sí mismo, ya me ha dicho que hay que llevarla al corralón para que, llegando los veranos y la hierba y las lechugas escaseen, las moras vengan a llenar el vacío verde al dejar caer sus frutas al suelo para general deleite de los cuatro animales que corretean, escarban y "abonan" todo el espacio. Con decirte que ya me ha señalado el lugar donde tengo que plantarla, te lo digo todo:
- "Tiene que ser en el espacio entre dos cipreses".
- Pues ¡vale! Allí le plantaré cuando pierda sus hojas del todo porque es norma, entre los labradores de La Vera, comarca cacereña cercana a mi pueblo de Oropesa de Toledo.
-
No tiritando, pero sí un poco fresquico, te llega hoy mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
29.11.2018. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
"Por Santa Flora (24/11) ya no tiene hoja la mora".
En una de las ventanas del claustro alto del CONVENTO DE SAN JOSÉ, (EL CARMEN), crece una morera. Se vino conmigo cuando fui trasladado a Caudete. En la jardinera, que también, ocupaba el alféizar de una de aquellas ventanas del segundo piso de mi casa madrileña, en cuyo patio crecía mi bosquecillo, empezó a levantarse, con la llegada de la última primavera, ese arbolito. No era india autóctona porque en mi bosquecillo no tenía ningún ascendiente. Éste llegó a casa, muy posiblemente, con nocturnidad y alebosía y lo creo así porque los tejarinos (gorriones) dormían en ellas, en las jardineras, a salvo de las zarpas y de los afilados dientes de la gran cantidad de gatos que, llegando la noche, se enseñoreaban del medio, de la urbanización. Y, al levantar el vuelo, muy tempranito, al hacerse de día, se iban ligeritos de peso, pues habían dejado sembradas las jardineras con las semillas desechadas con sus heces.
Sí, vino a la jardinera de mi bosquecillo madrileño, cuando yo ya tenía en el bolsillo el billete para llegarme a mi nuevo destino.
Soy del parecer que es hija en linea directa de una frondosa morera, tan grande, tan grande, que saca sus ramas fuera del chalet existente calle abajo en cuyo jardín crece y al que da sombra , pero al que, también, siembra de frutos blancos de buen tamaño y dulces, muy dulces que hacen las delicias de la gente que allí mora, de los volátiles y de aquellos que, al pasar por la acera los retiran de sus ramas, como yo hiciera en multitud de ocasiones.
Con la primavera de este año, de 2018, ya aquí, en Caudete, medró, se puso guapica, la morera. Tan guapa, esbelta y fuerte que ha hecho burla al refrán de Santa Flora. Ha tenido que hundirse el termómetro hasta bajar un poquito por debajo del cero para comenzar a dejar volar en libertad a sus hojas dentadas todo pintadas de amarillo.
Ahí la ves.
Le ha sentado bien el cambio. No ha tenido ningún problema. Ninguna enfermedad le ha dado "quebradero de cabeza" y, sobre todo, no tuvo la visita del gusanito de la seda que de ella se alimenta.
- Mi compañero, el P. ÁNGEL, que tiene a las gallinas en palmitas, va "a la suya, a la suya", que dice él a cada paso, como una muletilla, prolongación de sí mismo, ya me ha dicho que hay que llevarla al corralón para que, llegando los veranos y la hierba y las lechugas escaseen, las moras vengan a llenar el vacío verde al dejar caer sus frutas al suelo para general deleite de los cuatro animales que corretean, escarban y "abonan" todo el espacio. Con decirte que ya me ha señalado el lugar donde tengo que plantarla, te lo digo todo:
- "Tiene que ser en el espacio entre dos cipreses".
- Pues ¡vale! Allí le plantaré cuando pierda sus hojas del todo porque es norma, entre los labradores de La Vera, comarca cacereña cercana a mi pueblo de Oropesa de Toledo.
-
No tiritando, pero sí un poco fresquico, te llega hoy mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
29.11.2018. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
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