ESTAMPA FORÁNEA.
NOS HA JUBILADO AL OBISPO.
NOS HA JUBILADO AL OBISPO.
Sí, se nos va, pero no a la francesa. Se nos va y lo hace en medio de una
reunión con multitud de fieles albaceteños venidos al encuentro en la catedral
desde los cuatro puntos cardinales de la Diócesis albaceteña. De bote en bote
estaba, ayer mañana, la madre de todas las iglesias de la ámplia diócesis, la
catedral.
Fuera, cuando yo llegué una agente de turismo de la ciudad, daba explicaciones a un nutrido grupo de turistas acerca del orden arquitectónico y particularidades del edificio religioso.
Eran las 11,00 horas en punto, lo cantaba la campana de un reloj próximo, cuando la cruz procesional y el que portaba el turiferario abrían la procesión. EL presbiterio del Sr. OBISPO, un montón de sacerdotes de la ciudad a los que nos habíamos unido los llegados desde la periferia, diáconos, el vicario general y el Obispo emérito, Floro que, a la sazón se encontraba en Albacete, precedíamos a Don Ciriaco camino del altar mayor donde iba a tener lugar su despedida con una solemnísima Eucaristía.
En los bancos reservados a autoridades, el Sr. Alcalde al frente de su corporación y mandos de las fuerzas armadas. Detrás, por todo el templo, miembros de organizaciones religiosas y pueblo fiel en general.
Había escogido las lecturas adecuadas al evento. Las tres hablaban de acción de gracias. El Antiguo Testamento nos recordaba que Dios nos protege desde el vientre materno y eso provoca en él, en el Obispo, una gratitud inmensa a Dios. Pablo a los filipenses le recordaba que, al rezar por los fieles que le han sido encomendados, como le ocurriera a Pablo, daba gracias por la acogida y la escucha. Y de La Buena Noticia evangélica había sacado de la Virgen su actitud recogida en el Magníficat de adoración y acción de gracias.
Pasó luego a deshacerse en agradecimiento a todos, autoridades, sacerdotes y pueblo fiel y por todo pues ha sido un tiempo en el que ha sido asistido por la gracia de Dios. No se olvidó de la Madre de Dios y de todos nosotros, LA VIRGEN DE LOS LLANOS, de la que, afirmó, haber recibido muchísimas gracias durante sus años de servicio pontifical. Pidió perdón por sus fallos y omisiones y esperaba que le juzgáramos con misericordia, más que con justicia.
Solicitó para su sucesor el mismo o mejor trato que se le había dispensado a él.
Fue interrumpido en varios momentos de su disertación con calurosos aplausos.
Hecha la oración postcomunión, se puso ante el micrófono una tal Carmen que, cual incensario o como el mismo botafumeiro santiaguino, fue echándole flores y más flores. El pueblo manifestó estar de acuerdo con la intervención al sellarla con un prolongado aplauso. Pero con quien más se identificó y manifestó su contento fue con Valeriano, "el Cantor de Albacete", le llamó el Obispo. Valeriano fue, ante todo, lo que fuera el juglar en los tiempos que duermen encerraditos entre los estratos del tiempo. Llevó enrollado un pliego dina 3 escrito a mano por ambos lados y, desenvolviéndole en el ambón comenzó a relatar el acontecer de Don Ciriaco durante el tiempo pasado en la diócesis, ya te digo, con rima, como si fuera un juglar. El templo se vino abajo al finalizar el relato.
Cerró las intervenciones la del alcalde de la ciudad que se movió en la misma longitud de onda del Obispo, la gratitud. Le hizo entrega, en nombre de los albaceteños, de un obsequio, muy de la tierra, conocido en todo el mundo, UNA NAVAJA.
Volvió el Obispo a dar gracias a la concurrencia y puso punto final al acto con la bendición sobre el pueblo.
Todavía se dejó oír en toda la catedral, el largo aplauso con que le recibimos los concelebrantes en la sacristía.
Los Obispos están obligados a renunciar a su ministerio pastoral activo al cumplir los 75 años pero yo creo que el papa le ha jugado una mala pasada al aceptarle esa renuncia. Él sabía que tendría que llegar
Fuera, cuando yo llegué una agente de turismo de la ciudad, daba explicaciones a un nutrido grupo de turistas acerca del orden arquitectónico y particularidades del edificio religioso.
Eran las 11,00 horas en punto, lo cantaba la campana de un reloj próximo, cuando la cruz procesional y el que portaba el turiferario abrían la procesión. EL presbiterio del Sr. OBISPO, un montón de sacerdotes de la ciudad a los que nos habíamos unido los llegados desde la periferia, diáconos, el vicario general y el Obispo emérito, Floro que, a la sazón se encontraba en Albacete, precedíamos a Don Ciriaco camino del altar mayor donde iba a tener lugar su despedida con una solemnísima Eucaristía.
En los bancos reservados a autoridades, el Sr. Alcalde al frente de su corporación y mandos de las fuerzas armadas. Detrás, por todo el templo, miembros de organizaciones religiosas y pueblo fiel en general.
Había escogido las lecturas adecuadas al evento. Las tres hablaban de acción de gracias. El Antiguo Testamento nos recordaba que Dios nos protege desde el vientre materno y eso provoca en él, en el Obispo, una gratitud inmensa a Dios. Pablo a los filipenses le recordaba que, al rezar por los fieles que le han sido encomendados, como le ocurriera a Pablo, daba gracias por la acogida y la escucha. Y de La Buena Noticia evangélica había sacado de la Virgen su actitud recogida en el Magníficat de adoración y acción de gracias.
Pasó luego a deshacerse en agradecimiento a todos, autoridades, sacerdotes y pueblo fiel y por todo pues ha sido un tiempo en el que ha sido asistido por la gracia de Dios. No se olvidó de la Madre de Dios y de todos nosotros, LA VIRGEN DE LOS LLANOS, de la que, afirmó, haber recibido muchísimas gracias durante sus años de servicio pontifical. Pidió perdón por sus fallos y omisiones y esperaba que le juzgáramos con misericordia, más que con justicia.
Solicitó para su sucesor el mismo o mejor trato que se le había dispensado a él.
Fue interrumpido en varios momentos de su disertación con calurosos aplausos.
Hecha la oración postcomunión, se puso ante el micrófono una tal Carmen que, cual incensario o como el mismo botafumeiro santiaguino, fue echándole flores y más flores. El pueblo manifestó estar de acuerdo con la intervención al sellarla con un prolongado aplauso. Pero con quien más se identificó y manifestó su contento fue con Valeriano, "el Cantor de Albacete", le llamó el Obispo. Valeriano fue, ante todo, lo que fuera el juglar en los tiempos que duermen encerraditos entre los estratos del tiempo. Llevó enrollado un pliego dina 3 escrito a mano por ambos lados y, desenvolviéndole en el ambón comenzó a relatar el acontecer de Don Ciriaco durante el tiempo pasado en la diócesis, ya te digo, con rima, como si fuera un juglar. El templo se vino abajo al finalizar el relato.
Cerró las intervenciones la del alcalde de la ciudad que se movió en la misma longitud de onda del Obispo, la gratitud. Le hizo entrega, en nombre de los albaceteños, de un obsequio, muy de la tierra, conocido en todo el mundo, UNA NAVAJA.
Volvió el Obispo a dar gracias a la concurrencia y puso punto final al acto con la bendición sobre el pueblo.
Todavía se dejó oír en toda la catedral, el largo aplauso con que le recibimos los concelebrantes en la sacristía.
Los Obispos están obligados a renunciar a su ministerio pastoral activo al cumplir los 75 años pero yo creo que el papa le ha jugado una mala pasada al aceptarle esa renuncia. Él sabía que tendría que llegar
"Estoy dispuesto a seguir en la brecha, me dijo en una de las frecuentes
visitas giradas a Caudete, pero si me dan boleta aceptaría una parroquia
donde desarrollar mi ministerio sacerdotal).
¡ES UN VERDADERO PASTOR!
Pienso que el papa le ha jugado un flaco favor, porque, como informara el Nuncio. "goza de muy buena salud".
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!11.11.2018. Domingo
¡ES UN VERDADERO PASTOR!
Pienso que el papa le ha jugado un flaco favor, porque, como informara el Nuncio. "goza de muy buena salud".
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!11.11.2018. Domingo
P. Alfonso Herrera, O. C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario