ESTAMPA CAUDETANA.
LA PLACITA DEL BEATO MIGUEL.
LA PLACITA DEL BEATO MIGUEL.
- No deja de sorprenderme este Caudete. Cuando menos te lo esperas ¡zas!
algo te llama a atención.
Ayer venía de vuelta a casa espoleado por las manecillas del reloj,
- "anda, ¡apresúrate! que te dejan debajo de la mesa".
Y es que iban ligeras, aupándose confabuladas, hasta el cénit de las catorce horas y, las catorce horas, son sagradas en el CONVENTO DE SAN JOSÉ con su horario aceptado comunitariamente al inicio de un trienio, es la hora de comer. Venía del centro de salud de pedir hora para ver cómo va la marcha de la sangre sometida a los cuidados del sintrón, y subí por la calle del poeta Miguel Hernández Gilavert (poeta autodidacta amigo que fuera de prohombres de la pluma como José María Cossío y Martínez Fortún, escritor polifacético, autor del "obrón," La Enciclopedia taurina [que tanto influyó para que le conmutaran la pena de muerte], con quien tuve yo la suerte de compartir Eucaristías (él colocaba su anciana persona a la izquierda del altar donde permanecía inamovible un viejo reclinatorio, tan viejo, tan viejo, como él dueño, frente por frente de la puerta de la sacristía de aquella parroquia de San Pedro de Tudanca), momentos, charlas y hasta una comida en aquel "único lugar llano de Tudanca", que dirá José María Pereda en su novela costumbrista "Peñas arriba" refiriéndose a la solana de la casa solariega de los Cossío en aquel pueblo cántabro del valle del Nansa del que yo fuera párroco (1975-1980) en mis tiempos jóvenes y donde tuve, en mis manos, el manuscrito de «La Colmena» de Camilo José Cela, íntimo amigo de Cossío, que para atender a la solicitud, de un museo inglés, le pediría que se le devolviera.
-"Oye, José María, devuélveme el manuscrito de La Colmena porque se interesa por él un museo inglés y me le paga muy bien, le dijo".
- "De esta biblioteca no sale tu manuscrito, salvo que le reescribas de tu puño y letra", le contestó.
Y, Cels, lo hizo,
¡Lo reescribió!), testigo (mártir, en griego) que fue, Miguel Hernández Gilavert, de sus ideas, compromisos y quehaceres en aquellos tiempos de desencuentro entre la gente española y que le llevaron, también, por otra calle de amargura, hasta que, bronquitis, tifus y tuberculosis, le trasladaron al más allá, desde la enfermería de la cárcel de Alicante (+28.3.1942), donde compartiera celda con el dramaturgo Antonio Buero Vallejo)
Pues bien, casi al principio de la calle dedicada al poeta que se inspirara en descampados, mientras cuidaba del rebaño de cabras de la familia, me topé con ella, con la placica del BEATO MIGUEL. De entrada di en pensar que era un trocico del parque Güel de Gaudí, de Barcelona. Pero no, la placa me decía que era una placica de Caudete dedicada a uno de sus BEATOS, a MIGUEL. Muy posiblemente inspirada en aquel parque diseñado por aquel arquitecto Español de Cataluña. No le falta detalle, pues, en ella, encuentran acomodo las madres a lo largo de un banco de obra y, lugar de esparcimiento seguro, los niños a los que no les falta, ni siquiera, una fuentecica para refrescarse y jugar con el agua. ¡BIEN POR CAUDETE! que honra la memoria de uno de sus hijos más preclaros, MIGUEL DÍAZ SÁNCHEZ, cura que fuera PILÓN por llegar a ser párroco de la parroquia donde fue bautizado, Y DEL QUE, HOY, 10 DE NOVIEMBRE, SE CUMPLEN 82 AÑOS DE SU MARCHA A LA CASA DEL PADRE DESDE UN LUGAR DEL PREDIO DE BONETE, después de haber permanecido varios días detenido en nuestro CONVENTO DE SAN JOSÉ, a la sazón, convertido en cárcel, con una placica para el sano esparcimiento de vecinos y caudetanos, en general.
Hoy, día en el que conmemoramos su vuelta a la casa del Padre, le pedimos que interceda ante Dios Padre y, de Él, nos alcance su gracia para que sus paisanos crezcamos en solidaridad, bienestar y progreso en todos los aspectos y campos de la vida social y personal de todo caudetano.
Ayer venía de vuelta a casa espoleado por las manecillas del reloj,
- "anda, ¡apresúrate! que te dejan debajo de la mesa".
Y es que iban ligeras, aupándose confabuladas, hasta el cénit de las catorce horas y, las catorce horas, son sagradas en el CONVENTO DE SAN JOSÉ con su horario aceptado comunitariamente al inicio de un trienio, es la hora de comer. Venía del centro de salud de pedir hora para ver cómo va la marcha de la sangre sometida a los cuidados del sintrón, y subí por la calle del poeta Miguel Hernández Gilavert (poeta autodidacta amigo que fuera de prohombres de la pluma como José María Cossío y Martínez Fortún, escritor polifacético, autor del "obrón," La Enciclopedia taurina [que tanto influyó para que le conmutaran la pena de muerte], con quien tuve yo la suerte de compartir Eucaristías (él colocaba su anciana persona a la izquierda del altar donde permanecía inamovible un viejo reclinatorio, tan viejo, tan viejo, como él dueño, frente por frente de la puerta de la sacristía de aquella parroquia de San Pedro de Tudanca), momentos, charlas y hasta una comida en aquel "único lugar llano de Tudanca", que dirá José María Pereda en su novela costumbrista "Peñas arriba" refiriéndose a la solana de la casa solariega de los Cossío en aquel pueblo cántabro del valle del Nansa del que yo fuera párroco (1975-1980) en mis tiempos jóvenes y donde tuve, en mis manos, el manuscrito de «La Colmena» de Camilo José Cela, íntimo amigo de Cossío, que para atender a la solicitud, de un museo inglés, le pediría que se le devolviera.
-"Oye, José María, devuélveme el manuscrito de La Colmena porque se interesa por él un museo inglés y me le paga muy bien, le dijo".
- "De esta biblioteca no sale tu manuscrito, salvo que le reescribas de tu puño y letra", le contestó.
Y, Cels, lo hizo,
¡Lo reescribió!), testigo (mártir, en griego) que fue, Miguel Hernández Gilavert, de sus ideas, compromisos y quehaceres en aquellos tiempos de desencuentro entre la gente española y que le llevaron, también, por otra calle de amargura, hasta que, bronquitis, tifus y tuberculosis, le trasladaron al más allá, desde la enfermería de la cárcel de Alicante (+28.3.1942), donde compartiera celda con el dramaturgo Antonio Buero Vallejo)
Pues bien, casi al principio de la calle dedicada al poeta que se inspirara en descampados, mientras cuidaba del rebaño de cabras de la familia, me topé con ella, con la placica del BEATO MIGUEL. De entrada di en pensar que era un trocico del parque Güel de Gaudí, de Barcelona. Pero no, la placa me decía que era una placica de Caudete dedicada a uno de sus BEATOS, a MIGUEL. Muy posiblemente inspirada en aquel parque diseñado por aquel arquitecto Español de Cataluña. No le falta detalle, pues, en ella, encuentran acomodo las madres a lo largo de un banco de obra y, lugar de esparcimiento seguro, los niños a los que no les falta, ni siquiera, una fuentecica para refrescarse y jugar con el agua. ¡BIEN POR CAUDETE! que honra la memoria de uno de sus hijos más preclaros, MIGUEL DÍAZ SÁNCHEZ, cura que fuera PILÓN por llegar a ser párroco de la parroquia donde fue bautizado, Y DEL QUE, HOY, 10 DE NOVIEMBRE, SE CUMPLEN 82 AÑOS DE SU MARCHA A LA CASA DEL PADRE DESDE UN LUGAR DEL PREDIO DE BONETE, después de haber permanecido varios días detenido en nuestro CONVENTO DE SAN JOSÉ, a la sazón, convertido en cárcel, con una placica para el sano esparcimiento de vecinos y caudetanos, en general.
Hoy, día en el que conmemoramos su vuelta a la casa del Padre, le pedimos que interceda ante Dios Padre y, de Él, nos alcance su gracia para que sus paisanos crezcamos en solidaridad, bienestar y progreso en todos los aspectos y campos de la vida social y personal de todo caudetano.
Todo contento, va a encontrarse contigo, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
10.11.2018. Sábado. P. Alfonso Herrera, O. C.
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
10.11.2018. Sábado. P. Alfonso Herrera, O. C.
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