domingo, 23 de diciembre de 2018

Cien Años


ESTAMPA CAUDETANO-CONVENTUAL
CIEN AÑOS, CASI.

 Ayer, día 22, fue un día llenito. A las 19,00 horas la capilla del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) abrió sus puertas para acoger el CONCIERTO de NAVIDAD que interpreta asiduamente la BANDA "AMIGOS DE LA MÚSICA". Ya hacía unos años que habían llevado a cabo el último en nuestra iglesia. Cada año, se me dijo, lo realizamos en una iglesia del pueblo. Yo no estuve porque quehaceres pastorales requerían mi presencia en Santa Catalina. No obstante se me informó que fue, como siempre, un éxito rotundo. Casi a la misma hora tenía lugar en la iglesia de las Madres Carmelitas de Clausura una velada musical a cargo del grupo musico-vocal UPSALA.
Y, antes, a las 18,00 horas, un poco pasadas, se descubría, en la Casa de Cultura, la placa con la que se daba el nombre del pintor JOSÉ PÉREZGIL, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando este año, a la sala de exposiciones. Introdujo el acto el Sr. Concejal de Cultura que habló de experiencias personales entorno a una paella con caracoles de la zona que cada septiembre comía PÉREZGIL en su casa preparada por su madre. Él fue quien daba la palabra sucesivamente a los intervinientes: Don Antonio Conejero, Presidente de la asociación CULTURAL AMIGOS DE LA HISTORIA CAUDETANA; a JOSERRE PÉREZ, hija del pintor homenajeado y al Exmo. Sr. Alcalde que daba el pistoletazo de salida a la exposición pictórica con cuadros cedidos por la familia y por particulares, además de los dos con los que cuenta el Ayuntamiento.
También te comunico que se repartieron en el pueblo, traídos de Almansa, 11 series del segundo premio de la Lotería de Navidad. Decía la gente que,"llovieron" sobre Caudete 15.000.000,00 €.

Hace algún tiempo alguien dejó a la puerta de la sacristía del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN), y que yo me encontré, una saquito de esos donde se venden la naranjas a granel. No eran naranjas lo que contenía aquel saquito, eran KAKIS, kakis  autóctonos, del lugar. No eran de los llamados Persimón. Pero yo creí que sí que lo eran y
¿qué crees que hice?
Pues lo normal:
Comerme uno.
¡Nunca lo hubiera hecho!
Mira, fue comerle y ponérseme la garganta hecha un asco, fue todo uno. La carraspera ni bajaba, ni subía. Ni con caramelos subidos en mentolín, ni con streslis de miel y limón, ni con agua, ni con vino. Nada que ni para arriba subían con las flemas ni para abajo bajaban con los líquidos. Yo diría que había echado raíces en mi garganta aquel dichoso kaki.
Días después se me hizo la encontradiza Maruja y, claro, se interesó
- ¿Vísteis la bolsa de kakis?
- ¿Que si la vimos...?
Si no ha parado, creo que todavía se sigue riendo.
Pero no para ahí la cosa.
Habían de pasar unos días cuando se me presenta en la puerta del convento y me trae una botella de coñac, esa que ves ahí arriba contemplando el claustro y siendo contemplada por él. Y me dice:
-"para que no "raspen" los kakis tienes que meterlos en una perola grande con un vasito de coñac y en unos días ya se han venido a menos, porque el alcohol les hacer perder el bravío (mira, lo contrario que ocurre a las personas que se envalentonan cuando se "aprietan" unas cuantas copas de más, me dije para mí mismo) y se dejan comer sin complicaciones.
Aquí te traigo una botella de coñac" venía bien envuelta en papel de regalo y con dos nombres que eran los de sus nietas María José y Sara, como las oferentes.
- ¡Qué faena! Ya me lo podías haber dicho antes, le dije.
Pero ahí no termina la cosa ya que va y me dice:
- "A esta botella solo la superan hoy en años, aquí en Caudete, Don Antonio Pascual y pocos más. Ésta y algunas otras que solo saco con motivo de acontecimientos familiares muy  destacados, fue de mi padre, sigue diciéndome Maruja, Francisco Solera Bañón (conocido como "EL POLLO"), que, antes de la guerra, y después también, llevaba los tres bares, los únicos, que existían en el pueblo: El París y el de la Cámara de Cazadores que abrían sus puertas a la plaza del Carmen y el del Casino al que se accedía por la Avda. Luis Golf. Como era joven lo movilizaron y le enviaron al frente del Ebro. Alguna botella se llevaría en el petate pero una gran cantidad de ellas permanecieron, "dormiditas" entre pajas, en la cueva de su casa en la calle San Elías, 11, a la que se accedía por una trampilla de madera con una anilla de la que había que tirar para abrirla.  Nadie las descubrió. Así que, como no se tropezó con ninguna bala enemiga en aquel frente donde tantos murieron, pudo volver a casa únicamente con una bronquitis que curó a la vuelta. Y, allí estaban esperándole las botellas de coñac FELIPE II de a litro. Pero no pudo disfrutar mucho de ellas ni hacerlas dinero en los tres bares que regentaba porque, un día, un infarto de caballo acabó con él mientras servía unos blanquicos en uno de aquellos bares. No acabaron con él las balas pero sí "la coz" traicionera que le pegó el infarto a su corazón.
¿A que se parece a las botellas que se venden en las tiendas y supermercados?  Pero una cosa es el parecido y otra muy distinta, son los hechos. Y, esta botella, que abriremos pasado mañana, en Navidad, me dice Maruja, su avispada hija:
- "que huele..."
- "que sabe..."
- "Ya verás, ya verás y me dirás..."
Estoy más que seguro que, de enterarse las BODEGAS AGUSTÍN BLAZQUEZ de Jerez, de estas reliquias salidas de sus cubas, serían capaces de pagarlas a precio de oro. Pero, mira, la botella que me regaló Maruja va a cumplir con el fin para el que me la regaló (no para curar kakis, que no, faltaría más), sino para "darle aire" en Navidad.

Sin hacer eses te llega mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
23.12.2018. Domingo. P. Alfonso Herrera, O. C.

2 comentarios:

  1. Muy ameno el comentario,incluida la historia de Maruja.Feliz domingo y buenos días P.Alfonso.

    ResponderEliminar
  2. Aqui cuando hacen algo es todo a la vez los dos conciertos y la placa del pintor Perez Gil buenos días Padre Alfonso

    ResponderEliminar