ESTAMPA CONVENTUAL
EL GERANIO DEL CLAUSTRO ALTO.
EL GERANIO DEL CLAUSTRO ALTO.
En Madrid pude con ellas, las mantuve a raya. Me refiero a esas maripositas que
nos llegaron, como lo hicieran los Abderramanes, los Tarik y los Almanzores,
desde el norte de África y que se establecieron entre nosotros. Formalizaron
contratos con viveros nacionales y holandeses para que ellos multiplicaran por
millones los geranios y ellas se encargarían de acabar con ellos depositando
unos huevos liliputienses en los tallitos más tiernos para que, al eclosionar,
pudieran introducirse con facilidad en las entrañas de la planta y comerse,
haciendo galerías, cual mineros del carbón del norte de León y Asturias, la
médula de las ramas del geranio y, al hacerlo, dejarlas tristes, flácidas,
muertas, ¡matadas!
Aquí en Caudete me las dieron todas en un carrillo. Me derrotaron estrepitosamente. Se me llevaron por delante las que me traje de Madrid y las que me regaló, más de una docena, Teresa, más conocida como "Teresa de Caudete".
Con los últimos días de octubre bajaron las temperaturas y con ellas, llegaron unos airecillos cargado con un frío que habían recogido por el camino.
Todo caudetano sabe que cuando eso ocurre no se puede uno parar durante mucho tiempo en mi calle El Molino porque corta como una navaja afilada. Debido a ello tuve que introducir dentro de casa las jardineras que, con sus colores, rompían la monacal seriedad de la fachada del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN).
En ellas había geranios que habían sido machacados inmisericordemente por aquellas mariposillas africanas. Limpié a algunos y a otros me vi en la necesidad de arrancar de raíz. Uno me miraba "con ojos saltones". Le dejé porque estaba esforzándose por sacar a la luz una preciosa flor pero dos gusanillos gorditos estaban haciendo "de las suyas". Se los quité de encima y... ¡mira! cómo me lo agradeció. Mirando a través del cristal como suben y bajan, a paso ligero, los caudetanos por la calle del Molino. Pienso que sufriendo porque, mientras ella se encuentra agustico dentro del claustro alto del CONVENTO, la gente en la calle pasa frío.
Con la flor del geranio que ha florecido en casa, a regoviento de los aires fríos, prendida en la solapa marcha a tu encuentro mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
3.12.2018. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. C.
Aquí en Caudete me las dieron todas en un carrillo. Me derrotaron estrepitosamente. Se me llevaron por delante las que me traje de Madrid y las que me regaló, más de una docena, Teresa, más conocida como "Teresa de Caudete".
Con los últimos días de octubre bajaron las temperaturas y con ellas, llegaron unos airecillos cargado con un frío que habían recogido por el camino.
Todo caudetano sabe que cuando eso ocurre no se puede uno parar durante mucho tiempo en mi calle El Molino porque corta como una navaja afilada. Debido a ello tuve que introducir dentro de casa las jardineras que, con sus colores, rompían la monacal seriedad de la fachada del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN).
En ellas había geranios que habían sido machacados inmisericordemente por aquellas mariposillas africanas. Limpié a algunos y a otros me vi en la necesidad de arrancar de raíz. Uno me miraba "con ojos saltones". Le dejé porque estaba esforzándose por sacar a la luz una preciosa flor pero dos gusanillos gorditos estaban haciendo "de las suyas". Se los quité de encima y... ¡mira! cómo me lo agradeció. Mirando a través del cristal como suben y bajan, a paso ligero, los caudetanos por la calle del Molino. Pienso que sufriendo porque, mientras ella se encuentra agustico dentro del claustro alto del CONVENTO, la gente en la calle pasa frío.
Con la flor del geranio que ha florecido en casa, a regoviento de los aires fríos, prendida en la solapa marcha a tu encuentro mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
3.12.2018. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. C.
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