ESTAMPA CAUDETANA.
LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE SAN FRANCISCO.
LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE SAN FRANCISCO.
No busques, no. Porque no vas a encontrar la imagen más adecuada ni que se
adapte más a la perfección para describir al día de ayer.
Ahí la tienes, LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE LA PARROQUIA DE SAN FRANCISCO.
El viernes, a punto de entrar en la víspera del día SANTO POR EXCELENCIA PARA LOS JUDÍOS, que es LA PASCUA, por unos momentos tuvo, LA VIRGEN en su regazo, de nuevo, al HIJO DE SUS ENTRAÑAS. Esta vez roto, desvencijado, hecho polvo. Había prisa, ningún cadáver podía permanecer insepulto cuando la entrara la vesperada para no impurificar al DÍA GRANDE, a la PASCUA. Y se lo quitaron. Cubierto con una sábana lo depositaron en un sepulcro, todavía sin haber sido empleado para inhumar ningún otro cadáver. Era propiedad de un tal José, natural de Arimatea, que era discípulo del Señor. Se encontraba al lado de donde fuera suspendido en alto EL MAESTRO, en medio de dos ladrones ajusticiados con él.
Sí, se le arrancaron del regazo, de unos brazos agarrotados con los que abrazaba al cuerpo de aquel HIJO tan injustamente maltratado. Era la PASCUA la que apuntaba al caer el día del martirio y hasta el velarle le prohibieron a aquella MADRE sin vida porque la vida le habían quitado al quitársela a su HIJO. Era la LEY y la Ley no se anda con contemplaciones ni, siquiera tiene en cuenta el desgarro que un dolor, sin medida, estaba partiendo en dos a AQUELLA MADRE.
¡Mírala! Si no respira. ¡Mírala! si más parece que se fue de este mundo prendida al ESPÍRITU de su HIJO, sumándole su dolor, para entregarse, como ÉL, en ofrenda, por el ser humano de todos los tiempos, también por los que tal felonía acababan de hacer con su HIJO.
Sola se quedó, SOLA. SIN PODER DAR UN PASO. Desde el promontorio los veía alejarse con EL HIJO DE SUS ENTRAÑAS.
Desde entonces ELLA, ELLA LLENA EL SÁBADO. Lo llena impregnándolo con su dolor en una SOLEDAD CRUDA, INMISERICORDE, POZO SIN FONDO DONDE QUEDABA SUMIDA, ELLA.
ERA SU MADRE Y, ÉL,
Ahí la tienes, LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE LA PARROQUIA DE SAN FRANCISCO.
El viernes, a punto de entrar en la víspera del día SANTO POR EXCELENCIA PARA LOS JUDÍOS, que es LA PASCUA, por unos momentos tuvo, LA VIRGEN en su regazo, de nuevo, al HIJO DE SUS ENTRAÑAS. Esta vez roto, desvencijado, hecho polvo. Había prisa, ningún cadáver podía permanecer insepulto cuando la entrara la vesperada para no impurificar al DÍA GRANDE, a la PASCUA. Y se lo quitaron. Cubierto con una sábana lo depositaron en un sepulcro, todavía sin haber sido empleado para inhumar ningún otro cadáver. Era propiedad de un tal José, natural de Arimatea, que era discípulo del Señor. Se encontraba al lado de donde fuera suspendido en alto EL MAESTRO, en medio de dos ladrones ajusticiados con él.
Sí, se le arrancaron del regazo, de unos brazos agarrotados con los que abrazaba al cuerpo de aquel HIJO tan injustamente maltratado. Era la PASCUA la que apuntaba al caer el día del martirio y hasta el velarle le prohibieron a aquella MADRE sin vida porque la vida le habían quitado al quitársela a su HIJO. Era la LEY y la Ley no se anda con contemplaciones ni, siquiera tiene en cuenta el desgarro que un dolor, sin medida, estaba partiendo en dos a AQUELLA MADRE.
¡Mírala! Si no respira. ¡Mírala! si más parece que se fue de este mundo prendida al ESPÍRITU de su HIJO, sumándole su dolor, para entregarse, como ÉL, en ofrenda, por el ser humano de todos los tiempos, también por los que tal felonía acababan de hacer con su HIJO.
Sola se quedó, SOLA. SIN PODER DAR UN PASO. Desde el promontorio los veía alejarse con EL HIJO DE SUS ENTRAÑAS.
Desde entonces ELLA, ELLA LLENA EL SÁBADO. Lo llena impregnándolo con su dolor en una SOLEDAD CRUDA, INMISERICORDE, POZO SIN FONDO DONDE QUEDABA SUMIDA, ELLA.
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO, ERA.
No importaba la ESPERANZA:
ELLA lo sabía, ELLA lo creía. Se lo había oído decir a su HIJO cuando la persecución arreciaba:
«Como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el HIJO DEL HOMBRE en el seno de la tierra»
Pero,
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO ERA.
Le oyó gritar a pleno pulmón. ¡Claro que lo oyó! cuando le pedían señales de sí mismo, y que para creer en Él. ELLA sí creía y aquel grito iba tomando forma en sus adentros más íntimos donde el HIJO le decía: «creelo, MADRE, creelo»:
«Destruid este templo, dice el SEÑOR, y en tres días lo levantaré» (ÉL Hablaba del templo de su cuerpo).
Pero,
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO ERA.
En ELLA juntos caminaban dos sentimientos:
Uno, el dolor de la MADRE QUE PIERDE AL HIJO.
Otro, La esperanza de la DISCÍPULA que cree a pies juntillas a su MAESTRO.
Pero,
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO ERA.
El dolor, en SOLEDAD, es más dolor. Y MARÍA, LA MADRE DEL SEÑOR, AYER SÁBADO... ESTABA SOLA.
Así estaba en la madrugada del tercero de los días, SOLA, pero sin ser todavía día, sin ser EL DÍA PRIMERO DE LA SEMANA, su estancia se iluminó, toda. Había entrado, donde ella estaba, la LUZ DE DIOS, SU HIJO RESUCITADO y, abrazado a ELLA le decía:
«MI MUY AMADA MADRE, FIEL CREYENTE, CONTIGO ESTOY. ¡¡¡MADRE A TI VENGO, A TÍ LA PRIMERA!!!»
¿Cómo ocurrió aquello?
EXPERIENCIA ÚNICA.
Nadie lo sabe.
Solo ELLA, solo JESÚS Y ELLA, lo saben.
¡¡¡FELIZ PASCUA!!!
Sin palabras te llega mi sentimiento hecho saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
21.4.2019. DOMINGO DE PASCUA. P. Alfonso Herrera, O. Carm.
No importaba la ESPERANZA:
ELLA lo sabía, ELLA lo creía. Se lo había oído decir a su HIJO cuando la persecución arreciaba:
«Como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el HIJO DEL HOMBRE en el seno de la tierra»
Pero,
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO ERA.
Le oyó gritar a pleno pulmón. ¡Claro que lo oyó! cuando le pedían señales de sí mismo, y que para creer en Él. ELLA sí creía y aquel grito iba tomando forma en sus adentros más íntimos donde el HIJO le decía: «creelo, MADRE, creelo»:
«Destruid este templo, dice el SEÑOR, y en tres días lo levantaré» (ÉL Hablaba del templo de su cuerpo).
Pero,
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO ERA.
En ELLA juntos caminaban dos sentimientos:
Uno, el dolor de la MADRE QUE PIERDE AL HIJO.
Otro, La esperanza de la DISCÍPULA que cree a pies juntillas a su MAESTRO.
Pero,
ERA SU MADRE Y, ÉL,
SU HIJO ERA.
El dolor, en SOLEDAD, es más dolor. Y MARÍA, LA MADRE DEL SEÑOR, AYER SÁBADO... ESTABA SOLA.
Así estaba en la madrugada del tercero de los días, SOLA, pero sin ser todavía día, sin ser EL DÍA PRIMERO DE LA SEMANA, su estancia se iluminó, toda. Había entrado, donde ella estaba, la LUZ DE DIOS, SU HIJO RESUCITADO y, abrazado a ELLA le decía:
«MI MUY AMADA MADRE, FIEL CREYENTE, CONTIGO ESTOY. ¡¡¡MADRE A TI VENGO, A TÍ LA PRIMERA!!!»
¿Cómo ocurrió aquello?
EXPERIENCIA ÚNICA.
Nadie lo sabe.
Solo ELLA, solo JESÚS Y ELLA, lo saben.
¡¡¡FELIZ PASCUA!!!
Sin palabras te llega mi sentimiento hecho saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
21.4.2019. DOMINGO DE PASCUA. P. Alfonso Herrera, O. Carm.
CIRIO PASCUAL DE LA PARROQUIA DE SAN FRANCISCO FLANQUEADO POR MATEO Y NOÉ, LOS
MONAGUILLOS. SÍMBOLO DE CRISTO RESUCITADO
Bellísima estampa de la virgen en soledad.Entrañable comentario....muy real y muy tierno.Soledad en esperanza...dolor silencioso.....
ResponderEliminarLos monaguillos dos perlas ... seguro que alegran a Jesús a María....y mucho a sus familias.
Excelente domingo de Resurrección, Padre.
Muy buenas tardes P. Alfonso, hoy en el día más grande de la RESURECCION de JESÚS , nos ha puesto al corriente del día de ayer en la Parroquia de San Francisco y de todo el acontecer del final de la semana Santa. Que termine bien este gran día.
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