ESTAMPA CAUDETANA.
EL SEÑOR SE ENCUENTRA CON LAS GENTES DE CAUDETE.
EL SEÑOR SE ENCUENTRA CON LAS GENTES DE CAUDETE.
Hacía calor cuando la procesión del Santísimo salía de la parroquia de Santa
Catalina, Sí, hacía bastante calor. A las 20,30 horas asomaba la carroza con EL
SANTÍSIMO por la puerta. Las campanas dejaban caer sobre todo Caudete sus
sonidos avisando de que el Señor Sacramentado iba a visitarles allí donde ellos
desarrollan su vida.
En la puerta le esperaba la banda oficial del pueblo, La Unión Musical Santa Cecilia lanzando al aire los sones del himno nacional.
Entró la procesión del SEÑOR en la villa por la calle Nueva, hoy Deán Martínez. Desde los balcones caía una tupida lluvia de pétalos de rosas sobre el templete en el que procesionaba el Santísimo Sacramento y también sobre la abigarrada multitud de Caudetanos que jalonaban, a todo lo largo, las aceras de la calle no solo de la del Deán Martínez sino, también, todas las calles del pueblo por donde discurría, haciendo especial mención, la Plaza del Carmen donde dejaron oír sus toques de saludo al Señor, las campanas de la torre del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN).
Las calles por donde pasaba el Santísimo Sacramento habían sido engalanadas y ornamentadas por los miembros de la Cofradía de la Sacramental a los que se habían unido voluntarios entre los que merece destacar al edil del pueblo, don Moisés López, haciendo otro tanto como hicieran el año pasado. Allí estaba, como uno más, en la Plaza del Carmen, bajo el achicharrante sol del mediodía, terminando de adornar el trecho por dónde habría de pasar la procesión con el Santísimo.
Abría la procesión el estandarte. Le seguía una cuarentena de niños de primera comunión ataviados con sus vestiditos. Eran seguidos por los miembros de la Cofradía de la Sacramental dando pasos a la carroza con el Santísimo SACRAMENTO, seguido por el clero: el párroco, el coadjutor, el cura del lugar, don Ramón Gisbert y un fraile carmelita llegado de Indonesia, el padre Andreas Corsini. A éstos les seguían un fraile del convento y tres novicios carmelitas que estaban de paso por el pueblo. El señor Alcalde y parte de los concejales de su consistorio seguían al clero y cerraba la procesión la banda oficial del pueblo, La Asociación Musical Santa Cecilia que nos acompañó constantemente con su música a lo largo de toda la procesión solo interrumpían su acompañamiento musical cuando un grupo de miembros del grupo del Camino Neocatecumenal, entonaba un canto de alabanza en las paradas de adoración del Santísimo seguido de la oración qué rezaba el párroco.
Me cuenta aquel hombre que, sin ser mayor tampoco es joven, y que viene a ser como un atillo de recuerdos populares, de dichos, de costumbres y tradiciones, que hace mucho tiempo esta procesión del Santísimo Sacramento iba presidida por el prior del convento de San José cubierto con capa pluvial blanca y estola pues, desde tiempos inmemoriales, era una costumbre por la que el párroco cedía al Prior esa prebenda y el Prior, a su vez, cedía al párroco del lugar la presidencia de la procesión de la Virgen del Carmen que, tradicionalmente, se celebra el domingo siguiente a la fiesta litúrgica.
Esa costumbre, sigue diciéndome mi informante, cayó en desuso cuando el obispo entregó a los frailes carmelitas del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) la pastoral de todo el pueblo. Porque, ocasiones hubo a lo largo de CINCUENTA AÑOS, en que confluyeron en una misma persona las encomiendas de Prior y de Párroco (Ahora no).
Toda la gente asistente al acto religioso popular guardaba un respeto sumo. Sólo los telefonillos dejaban su nota guardando instantáneas del paso del Señor. Los había mayores e infanticos en brazos de sus papás. Sí, mucho pueblo, por no decir todo, estaba en la calle al paso del Señor. Pero si tuviera que dejar constancia de algo te diría que me llamaron poderosísimamente la atención dos hechos:
Uno, el de una mujer con un montón de años vividos, por cuya cabeza tomarían vida los recuerdos de otros tiempos en que ella habría participado activamente en el acto de alabanza del Señor y, ayer tarde cuando pasaba el Señor delante del balcón donde ella escondía sus debilidades tras un colgante que me pareció de color tostado suave, sujeta a la barandilla por unos dedicos que más parecían sarmientos. No echaba pétalos, solo miraba y, con la mirada, rezaba al SEÑOR JESÚS que pasaba. No le perdió ojo desde que entrara en la calle Abadía, hasta que desapareció por las arcadas de la lonja. Allí seguía, asomando su cabecita por encima de la barandilla, cuando la perdí de vista.
Y otra, la deferencia que tuvo el director de la procesión que no era otro que el Presidente de las Cofradías del lugar, Sr. Milán, de dirigir la carroza con el Santísimo hasta la puerta de Don Antonio a donde Trini, Joaquinico y alguien más, le habían sacado para contemplar al SEÑOR que pasaba por delante de su casa. Sin duda alguna que Don Antonio le diría al SEÑOR JESÚS SACRAMENTADO
-«Gracias por tu compañía y providencia durante los 101 años que llevo vividos como sacerdote tuyo al servicio de tus hermanos».
Se le veía todo emocionado. ¡Cuántas veces habrá presidido él, como presidente, este desfile del SEÑOR POR LAS CALLES DE SU PUEBLO!
El Señor visita a su sacerdote Don Antonio.
En la puerta le esperaba la banda oficial del pueblo, La Unión Musical Santa Cecilia lanzando al aire los sones del himno nacional.
Entró la procesión del SEÑOR en la villa por la calle Nueva, hoy Deán Martínez. Desde los balcones caía una tupida lluvia de pétalos de rosas sobre el templete en el que procesionaba el Santísimo Sacramento y también sobre la abigarrada multitud de Caudetanos que jalonaban, a todo lo largo, las aceras de la calle no solo de la del Deán Martínez sino, también, todas las calles del pueblo por donde discurría, haciendo especial mención, la Plaza del Carmen donde dejaron oír sus toques de saludo al Señor, las campanas de la torre del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN).
Las calles por donde pasaba el Santísimo Sacramento habían sido engalanadas y ornamentadas por los miembros de la Cofradía de la Sacramental a los que se habían unido voluntarios entre los que merece destacar al edil del pueblo, don Moisés López, haciendo otro tanto como hicieran el año pasado. Allí estaba, como uno más, en la Plaza del Carmen, bajo el achicharrante sol del mediodía, terminando de adornar el trecho por dónde habría de pasar la procesión con el Santísimo.
Abría la procesión el estandarte. Le seguía una cuarentena de niños de primera comunión ataviados con sus vestiditos. Eran seguidos por los miembros de la Cofradía de la Sacramental dando pasos a la carroza con el Santísimo SACRAMENTO, seguido por el clero: el párroco, el coadjutor, el cura del lugar, don Ramón Gisbert y un fraile carmelita llegado de Indonesia, el padre Andreas Corsini. A éstos les seguían un fraile del convento y tres novicios carmelitas que estaban de paso por el pueblo. El señor Alcalde y parte de los concejales de su consistorio seguían al clero y cerraba la procesión la banda oficial del pueblo, La Asociación Musical Santa Cecilia que nos acompañó constantemente con su música a lo largo de toda la procesión solo interrumpían su acompañamiento musical cuando un grupo de miembros del grupo del Camino Neocatecumenal, entonaba un canto de alabanza en las paradas de adoración del Santísimo seguido de la oración qué rezaba el párroco.
Me cuenta aquel hombre que, sin ser mayor tampoco es joven, y que viene a ser como un atillo de recuerdos populares, de dichos, de costumbres y tradiciones, que hace mucho tiempo esta procesión del Santísimo Sacramento iba presidida por el prior del convento de San José cubierto con capa pluvial blanca y estola pues, desde tiempos inmemoriales, era una costumbre por la que el párroco cedía al Prior esa prebenda y el Prior, a su vez, cedía al párroco del lugar la presidencia de la procesión de la Virgen del Carmen que, tradicionalmente, se celebra el domingo siguiente a la fiesta litúrgica.
Esa costumbre, sigue diciéndome mi informante, cayó en desuso cuando el obispo entregó a los frailes carmelitas del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) la pastoral de todo el pueblo. Porque, ocasiones hubo a lo largo de CINCUENTA AÑOS, en que confluyeron en una misma persona las encomiendas de Prior y de Párroco (Ahora no).
Toda la gente asistente al acto religioso popular guardaba un respeto sumo. Sólo los telefonillos dejaban su nota guardando instantáneas del paso del Señor. Los había mayores e infanticos en brazos de sus papás. Sí, mucho pueblo, por no decir todo, estaba en la calle al paso del Señor. Pero si tuviera que dejar constancia de algo te diría que me llamaron poderosísimamente la atención dos hechos:
Uno, el de una mujer con un montón de años vividos, por cuya cabeza tomarían vida los recuerdos de otros tiempos en que ella habría participado activamente en el acto de alabanza del Señor y, ayer tarde cuando pasaba el Señor delante del balcón donde ella escondía sus debilidades tras un colgante que me pareció de color tostado suave, sujeta a la barandilla por unos dedicos que más parecían sarmientos. No echaba pétalos, solo miraba y, con la mirada, rezaba al SEÑOR JESÚS que pasaba. No le perdió ojo desde que entrara en la calle Abadía, hasta que desapareció por las arcadas de la lonja. Allí seguía, asomando su cabecita por encima de la barandilla, cuando la perdí de vista.
Y otra, la deferencia que tuvo el director de la procesión que no era otro que el Presidente de las Cofradías del lugar, Sr. Milán, de dirigir la carroza con el Santísimo hasta la puerta de Don Antonio a donde Trini, Joaquinico y alguien más, le habían sacado para contemplar al SEÑOR que pasaba por delante de su casa. Sin duda alguna que Don Antonio le diría al SEÑOR JESÚS SACRAMENTADO
-«Gracias por tu compañía y providencia durante los 101 años que llevo vividos como sacerdote tuyo al servicio de tus hermanos».
Se le veía todo emocionado. ¡Cuántas veces habrá presidido él, como presidente, este desfile del SEÑOR POR LAS CALLES DE SU PUEBLO!
El Señor visita a su sacerdote Don Antonio.
Concluído el acto festivo-popular-religioso, el párroco le acercó a Don Antonio
al SEÑOR para que le recibiera en comunión. No podía faltar siendo, como era,
el día de ayer, el CORPUS CRISTI.
Mientras tanto, los cofrades de La Sacramental ofrecían un tentempié en los salones parroquiales a quienes tuvieron a bien aceptar la invitación. Yo no me hice de rogar, aunque, por tener que atender a los frailes venidos de fuera, me vi en la necesidad de salir pronto.
Ahí te mando mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
24.6.2019. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. Carm.
Mientras tanto, los cofrades de La Sacramental ofrecían un tentempié en los salones parroquiales a quienes tuvieron a bien aceptar la invitación. Yo no me hice de rogar, aunque, por tener que atender a los frailes venidos de fuera, me vi en la necesidad de salir pronto.
Ahí te mando mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
24.6.2019. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. Carm.
Buenísima crónica la de hoy,el día grande del Señor no era para menos.A pesar de estar presente,me ha gustado mucho leerle y enterarme de esos detalles antiguos que no sabía.Siempre nos cuenta algo que no sabemos,gracias por ello.Que tenga un buen día de lunes P.Alfonso.
ResponderEliminarMuy buenos días, P.Alfonso, hoy en su relato, sobre la procesión del Santísimo vuelvo a recordar cosas olvidadas y otras aprendidas, pues siempre se aprendo algo con usted. Desde aquí quiero felicitar a todas las personas que hicieron posible el embellecimiento por donde tenía que pasar la procesión con el Cuerpo de Chisto,por todo el esfuerzo que hicieron, en especial a los chicos de Asprona, con sus monitores y voluntarios .Estaban todas muy bonitas .Que termine bien el día.
ResponderEliminarP.D.también desde,la cofradía la Sacramental agradecer a todas las personas que desinteresadamente hicieron posible todo el desarrollo de la misma.Muchas gracias y que Dios les bendiga.
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