sábado, 11 de abril de 2020

Sábado Santo


ESTAMPA CAUDETANA
SÁBADO SANTO
(Estampa de la VIRGEN DE GRACIA, Patrona de la Villa que se encuentra en penumbra, como guardando luto, en la nave de la derecha de la iglesia del convento de San José, (El Carmen))

 Cuando el reloj de la torre de Santa Catalina y el de la torre del convento del Carmen se pusieron a decirnos con sus tañidos que el día había llegado a su mitad, o, como quieras, a su cénit por las ventanas de la torre, allí donde, en la parroquia, las campanas tienen su asiento, comenzó a caer como una cascada ronca el sonar de una carraca, de la Matraca, me dice el párroco que se llama aquí en la Real Villa de Caudete. Y es que en el espacio destinado a los bronces también tiene su lugar reservado una hermosa carraca
 (Carraca existente en el campanario de la torre de Santa Catalina)
Es costumbre en este pueblo que una vez que comienzan a salir los pasos por las calles de la Villa sea ella, la carraca, la que marque el paso, la que se deje oír desde todo lo alto de la torre de la parroquia. Y, ya te digo, se deja oír. Fíjate que estaba yo trasteando en la cocina a esa hora para que a los frailes no les faltaran unos garbanzos teresiano (esa receta nos llega desde los tiempos de Santa Teresa) para guardar un tanto el ayuno del que todos, salvo uno, de los frailes estamos dispensados y la abstinencia, claro, porque era VIERNES SANTO, y oía yo el ronroneo de la carraca  que me llegaba por encima de los tejados hasta la cocina misma del convento. Es costumbre guardar el luto por el Señor que en el día de ayer bajó al sepulcro envuelto en una sábana nueva con que le cubrió el discípulo José de Arimatea y perfumado con los ungüentos que aportó el fariseo Gamaliel que había salido por él en el Sanedrín, según leíamos en la Pasión que nos relataba el discípulo y apóstol Juan al final de su evangelio. Y por ello, las campanas no suenan, enmudecen, diríase que la congoja les atenaza y no tienen fuerza para mover el badajo ni siquiera para arrancarse unos lamentos y, claro, le ceden el puesto, le hacen la encomienda a la buena de la carraca que, ella, a su vez, permanece muda todo el resto del año porque en todo el año se celebra la vida, la vida del RESUCITADO Y DE LOS BAUTIZADOS. Pero ayer, ayer, no pudieron tocar porque ayer, ayer había muerto el Señor que en todo se hizo como nosotros, hasta en eso de morir, menos en ser esclavo del pecado.

Como viene siendo lo obligado durante este tiempo de pandemia, no nos reunimos en las iglesias para celebrar litúrgicamente, la PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. Nosotros en el convento, sí. A las 17,00 horas nos reunimos la comunidad en nuestra capilla particular y, en ella, en medio de una sencillez acogedora, acompañamos paso a paso al Señor en el momento de su pasión y muerte según nos la contaba San Juan, el discípulo amado del Señor que sostenía a la MADRE para que no cayera por los suelos a causa del dolor al ver a su Hijo, tan bueno, tan bueno, clavado en una cruz como cualquier facineroso acreedor de semejante castigo, inhumano castigo, que llevaban consigo en sus conquistas los del Imperio Romano.

Concluida la liturgia, dejamos al Señor reposando en el sepulcro. Se hizo la noche en mitad de la tarde porque la LUZ había sido ocultada por una gruesa piedra rodada a la entrada de la cavidad sepulcral nueva que existía en un huerto cercano (Jn. 19, 41). Pareciera que con el fin de la liturgia todo hubiera acabado y las tinieblas invadieran la escena. Pero no, en medio de tanto dolor emergía la figura de ELLA, de LA DOLOROSA. ELLA sabía que su Hijo decía la verdad. Sabía que en el sepulcro solo estaría el tiempo del que Jonás fue símbolo (JO. 1). Sabía que el Hijo que ELLA engendró, el Hijo de Dios, iba a levantarse (Mt. 17, 23). por su propia fuerza, por su propio Espíritu, el que nos ofreció en la CRUZ con su último aliento Pero era MADRE y, amigo, ver a un hijo como lo vio ELLA tan duramente maltratado y privado de la vida de aquí abajo que asumió en ELLA, era demasiado. Era muchísimo y ese dolor, nadie, nadie pudo quitárselo. Lo tenía bien clavado en su corazón como le anunció Simeón que ocurriría al hablarle de un montón de espadas insertadas en él.
Sí, ELLA, emerge en medio de tanta sin razón y se convierte para todo el pueblo cristiano en el objeto de su atención, de su predilección, a la que hay que darle las condolencias, a la que hay que acompañar en ese duro espacio temporal, oscuro y tenebroso que media desde la muerte del HIJO  y que va hasta el momento anunciado por Él mismo, de su RESURRECCIÓN. (Mt. 17, 23)
A ELLA, a la DOLOROSA para compartir, que no quitar, la congoja, el sufrimiento el dolor tan grande por la muerte del Hijo de la que fue testigo presencial (Jn. 19, 25-27).
Y, también, es tiempo, más que estupendo, para, en su cercanía, a su lado, darle las gracias por el don que nos hizo de su HIJO. Don al engendrarle y don, al ofrecérsele al Padre en sacrificio REDENTOR de todos los hombres, de todos nosotros, que le fuimos entregados por hijos en la persona de Juan cuando, empleando sus últimas fuerzas se alzaba sobre sus pies clavados para tomar aire en los pulmones, poder decir: ”Mujer, ahí tienes a tu hijo, hombre, ahí tienes a tu madre”. (Jn. 19, 26-27)
Sí, hoy es tiempo para acompañar a la MADRE EN SU SOLEDAD. Sería estupendo que encontráramos un rato o más, en medio de tanto confinamiento, para hacerle compañía e impetrar de ELLA gracia para tanto dolor como es el que atenaza, hoy mismo, a muchísimos de sus hijos, presas del Covid 19 y a la colectividad humana en su conjunto, y para que reciba en casa a todos aquellos otros que ese virus, o lo que sea, se está llevando de este lado de la vida al otro, a ese del que nos abrió la puerta su HIJO JESÚS CON SU MUERTE Y RESURRECCIÓN y que resulta ser, como Él nos dijo, la casa del Padre, donde hay muchas estancias para nosotros y a donde ÉL nos precedía para prepararnos lugar (Jn. 14, 1-6).

Sí, la carraca desde lo alto de la torre de la parroquia de Santa Catalina, con su ronca  y monótona voz, nos anuncia que el SEÑOR JESÚS ha sido sepultado y que, por eso, las campanas guardan silencio respetuoso para no molestar a la MADRE DE GRACIA hundida, EN SU SOLEDAD, en un mar de dolor. Sí, canta la carraca con su voz cascada porque las campanas están de luto.

 Vídeo de la carraca

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      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
11.4.2020. SÁBADO SANTO. Día 29 de confinamiento.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.

3 comentarios:

  1. Buenos días nos de Dios.Muy buena catequesis nos da hoy,la explicación de la liturgia de Viernes Santo ,con la que nos saluda me llega al alma.Estamos pasando una semana atípica,pero muy emotiva,está dando tiempo a pensar,meditar y mirarnos el interior( nos hacía falta),.Dicen que saldremos de esto distintos,así sea, porque no había por donde cojernos.Gracia por sus saludos diarios,que tenga un buen Sábado Santo P.Alfonso y la Virgen de Gracia nos acompañe a todos.

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  2. Muy buenos días,P. Alfonso nos presenta la imagen de la Virgen de Gracia, en la penumbra de la iglesia del Carmen ,Ella guarda su luto por su HIJO JESÚS igual que todos lo estamos guardando, pero tenemos la gran confianza puesta en ELLOS que no nos abandonarán,buenas las reflexiones para éste Sábado SANTO la que hoy nos ha mandado.Sobre la matraca yo tenía entendido la matraca es la pequeña que teníamos los niños y a la del campanario se le llamaba narración.Que el día de hoy lo acabe bien y a esperar la RESURECION

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