ESTAMPA CAUDETANA
SÁBADO SANTO
(Estampa de la VIRGEN DE GRACIA, Patrona de la Villa que se
encuentra en penumbra, como guardando luto, en la nave de la derecha de la
iglesia del convento de San José, (El Carmen))
Cuando el reloj de la torre de Santa Catalina y el de
la torre del convento del Carmen se pusieron a decirnos con sus tañidos que el
día había llegado a su mitad, o, como quieras, a su cénit por las ventanas de
la torre, allí donde, en la parroquia, las campanas tienen su asiento, comenzó
a caer como una cascada ronca el sonar de una carraca, de la Matraca, me dice
el párroco que se llama aquí en la Real Villa de Caudete. Y es que en el
espacio destinado a los bronces también tiene su lugar reservado una hermosa
carraca
(Carraca existente en el campanario de la torre de Santa
Catalina)
Es costumbre en este pueblo que una vez que comienzan a
salir los pasos por las calles de la Villa sea ella, la carraca, la que marque
el paso, la que se deje oír desde todo lo alto de la torre de la parroquia. Y,
ya te digo, se deja oír. Fíjate que estaba yo trasteando en la cocina a esa
hora para que a los frailes no les faltaran unos garbanzos teresiano (esa
receta nos llega desde los tiempos de Santa Teresa) para guardar un tanto el
ayuno del que todos, salvo uno, de los frailes estamos dispensados y la
abstinencia, claro, porque era VIERNES SANTO, y oía yo el ronroneo de la
carraca que me llegaba por encima de los tejados hasta la cocina misma
del convento. Es costumbre guardar el luto por el Señor que en el día de ayer
bajó al sepulcro envuelto en una sábana nueva con que le cubrió el discípulo
José de Arimatea y perfumado con los ungüentos que aportó el fariseo Gamaliel
que había salido por él en el Sanedrín, según leíamos en la Pasión que nos
relataba el discípulo y apóstol Juan al final de su evangelio. Y por ello, las
campanas no suenan, enmudecen, diríase que la congoja les atenaza y no tienen
fuerza para mover el badajo ni siquiera para arrancarse unos lamentos y, claro,
le ceden el puesto, le hacen la encomienda a la buena de la carraca que, ella,
a su vez, permanece muda todo el resto del año porque en todo el año se celebra
la vida, la vida del RESUCITADO Y DE LOS BAUTIZADOS. Pero ayer, ayer, no
pudieron tocar porque ayer, ayer había muerto el Señor que en todo se hizo como
nosotros, hasta en eso de morir, menos en ser esclavo del pecado.
Como viene siendo lo obligado durante este tiempo de
pandemia, no nos reunimos en las iglesias para celebrar litúrgicamente, la
PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. Nosotros en el convento, sí. A las 17,00 horas nos
reunimos la comunidad en nuestra capilla particular y, en ella, en medio de una
sencillez acogedora, acompañamos paso a paso al Señor en el momento de su
pasión y muerte según nos la contaba San Juan, el discípulo amado del Señor que
sostenía a la MADRE para que no cayera por los suelos a causa del dolor al ver
a su Hijo, tan bueno, tan bueno, clavado en una cruz como cualquier facineroso
acreedor de semejante castigo, inhumano castigo, que llevaban consigo en sus
conquistas los del Imperio Romano.
Concluida la liturgia, dejamos al Señor reposando en el
sepulcro. Se hizo la noche en mitad de la tarde porque la LUZ había sido
ocultada por una gruesa piedra rodada a la entrada de la cavidad sepulcral
nueva que existía en un huerto cercano (Jn. 19, 41). Pareciera que con el fin
de la liturgia todo hubiera acabado y las tinieblas invadieran la escena. Pero
no, en medio de tanto dolor emergía la figura de ELLA, de LA DOLOROSA. ELLA
sabía que su Hijo decía la verdad. Sabía que en el sepulcro solo estaría el
tiempo del que Jonás fue símbolo (JO. 1). Sabía que el Hijo que ELLA engendró,
el Hijo de Dios, iba a levantarse (Mt. 17, 23). por su propia fuerza, por su
propio Espíritu, el que nos ofreció en la CRUZ con su último aliento Pero era
MADRE y, amigo, ver a un hijo como lo vio ELLA tan duramente maltratado y
privado de la vida de aquí abajo que asumió en ELLA, era demasiado. Era
muchísimo y ese dolor, nadie, nadie pudo quitárselo. Lo tenía bien clavado en
su corazón como le anunció Simeón que ocurriría al hablarle de un montón de
espadas insertadas en él.
Sí, ELLA, emerge en medio de tanta sin razón y se convierte
para todo el pueblo cristiano en el objeto de su atención, de su predilección,
a la que hay que darle las condolencias, a la que hay que acompañar en ese duro
espacio temporal, oscuro y tenebroso que media desde la muerte del HIJO y
que va hasta el momento anunciado por Él mismo, de su RESURRECCIÓN. (Mt. 17, 23)
A ELLA, a la DOLOROSA para compartir, que no quitar, la
congoja, el sufrimiento el dolor tan grande por la muerte del Hijo de la que
fue testigo presencial (Jn. 19, 25-27).
Y, también, es tiempo, más que estupendo, para, en su
cercanía, a su lado, darle las gracias por el don que nos hizo de su HIJO. Don
al engendrarle y don, al ofrecérsele al Padre en sacrificio REDENTOR de todos
los hombres, de todos nosotros, que le fuimos entregados por hijos en la
persona de Juan cuando, empleando sus últimas fuerzas se alzaba sobre sus pies
clavados para tomar aire en los pulmones, poder decir: ”Mujer, ahí tienes a tu
hijo, hombre, ahí tienes a tu madre”. (Jn. 19, 26-27)
Sí, hoy es tiempo para acompañar a la MADRE EN SU SOLEDAD.
Sería estupendo que encontráramos un rato o más, en medio de tanto
confinamiento, para hacerle compañía e impetrar de ELLA gracia para tanto dolor
como es el que atenaza, hoy mismo, a muchísimos de sus hijos, presas del Covid
19 y a la colectividad humana en su conjunto, y para que reciba en casa a todos
aquellos otros que ese virus, o lo que sea, se está llevando de este lado de la
vida al otro, a ese del que nos abrió la puerta su HIJO JESÚS CON SU MUERTE Y
RESURRECCIÓN y que resulta ser, como Él nos dijo, la casa del Padre, donde hay
muchas estancias para nosotros y a donde ÉL nos precedía para prepararnos lugar
(Jn. 14, 1-6).
Sí, la carraca desde lo alto de la torre de la parroquia de
Santa Catalina, con su ronca y monótona voz, nos anuncia que el SEÑOR
JESÚS ha sido sepultado y que, por eso, las campanas guardan silencio
respetuoso para no molestar a la MADRE DE GRACIA hundida, EN SU SOLEDAD, en un
mar de dolor. Sí, canta la carraca con su voz cascada porque las campanas están
de luto.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
11.4.2020. SÁBADO SANTO. Día 29 de confinamiento.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Buenos días nos de Dios.Muy buena catequesis nos da hoy,la explicación de la liturgia de Viernes Santo ,con la que nos saluda me llega al alma.Estamos pasando una semana atípica,pero muy emotiva,está dando tiempo a pensar,meditar y mirarnos el interior( nos hacía falta),.Dicen que saldremos de esto distintos,así sea, porque no había por donde cojernos.Gracia por sus saludos diarios,que tenga un buen Sábado Santo P.Alfonso y la Virgen de Gracia nos acompañe a todos.
ResponderEliminarMuy buenos días,P. Alfonso nos presenta la imagen de la Virgen de Gracia, en la penumbra de la iglesia del Carmen ,Ella guarda su luto por su HIJO JESÚS igual que todos lo estamos guardando, pero tenemos la gran confianza puesta en ELLOS que no nos abandonarán,buenas las reflexiones para éste Sábado SANTO la que hoy nos ha mandado.Sobre la matraca yo tenía entendido la matraca es la pequeña que teníamos los niños y a la del campanario se le llamaba narración.Que el día de hoy lo acabe bien y a esperar la RESURECION
ResponderEliminar(matracon)
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