ESTAMPA CAUDETANA.
EL ÚLTIMO MANÍS.
En el jardín de la parroquia de San Francisco se levanta un monolito plantado
hace bastante tiempo, creo que se puso en pie para celebrar alguna
efemérides, los CINCUENTA AÑOS de la erección de la iglesia como
parroquia (1949) o, a lo mejor, el centenario de la iglesia (1910) que mandó
construir el mecenas de la Real Villa de Caudete, el Conde de San Carlos, Don
Francisco Albalat Navajas, para que sirviera de capilla de un orfanato, que no
llegó a cubrir aguas, y para mausoleo de la primera mujer del mecenas, Élène de
Foix, y para él mismo, cosa que sí cumple.
Ya llevaba tiempo desvaída y difuminada antes de que yo apareciera por la Villa
pero fue el año pasado, con motivo de las fiestas del Barrio de San Francisco,
cuando la Asociación de Vecinos tomó la iniciativa de darle al monolito un
nuevo lustre. No decidieron restaurar la inscripción que hablaría de
conmemoración sino que optaron por encargar un manís alusivo al barrio y a la
misma parroquia. Pidieron al artista manisero que pintara a aquel que daba
nombre a ambos. Y, así, apareció la figura de San Francisco de Asís, el amigo,
el hermano, de toda criatura, el Poberello de Asisi, el inocente, el niño.
De la fábrica de manises salió la obra que ves, un hombre vestido de pobre
sayal que luego será el paño del hábito que vistan sus hijos, los
franciscanos.
En los alrededores de Asís hacía estragos en los rebaños un lobo feroz. Le
salió el Santo Francisco al paso en una de sus racias y aquel lobo dejó de
obedecer a lo que en él es de su natural y se convirtió en una especie de perro
faldero dejando de ser lo que había venido siendo hasta el momento en que se
encontró con el amigo Francisco. El manís nos traslada aquel hecho plasmando en
una misma escena del manís al fiero animal y a un corderillo. También nos
traslada el proceso de conversión, de anonadamiento, de kenosis, del Santo de
Asís por el que dejó de ser autosuficiente, prepotente, rico hombre de
negocios, grande, para hacerse niño, para ponerse en las manos de Dios
para depender sola y exclusivamente de Dios, como un niño se pone en los brazos
de su padre porque allí vive seguro y en paz. Eso también lo reflejó el artista
manisero. El niño al que acaricia el santo es él mismo Francisco.
Éste, que yo sepa, ha sido el ÚLTIMO DE LOS MANISES que se unió a casi el
centenar que lucen, guapísimos, en las fachadas de otras tantas casas y que
hacen, de la Real Villa, un museo al aire libre que, según mi modo de ver,
podría ser objeto de visitas guiadas desde la Casa de Cultura o desde la
oficina de Turismo, promovidas por el Consistorio de la Villa.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
8.1.2021. Viernes. (C. 1.136)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Muy buenos días , P.Alfonso, bonito el manis de San Francisco a la entrada de su iglesia con el mismo nombre, su imagen nos da una catequesis y con toda la explicación que usted nos ha expuesto. En Caudete hay muchos manises en las fachadas algunos muy antiguos, también es muy curioso que a los amos de la vivienda se les nombraba por el nombre del Santo que representaba.Que tenga un buen día , con el paisaje blanco y llevaremos cuidado con no resbalar.
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