domingo, 21 de febrero de 2021

Cuarto Domingo de San José

ESTAMPA CAUDETANA.
CUARTO DOMINGO DE SAN JOSÉ.

 (Azulejo que nos habla del cuarto DOLOR y del cuarto GOZO de San José. Obra de Palmira Láguens para el Santuario de Torre Ciudad. Fotografía cedida por Don Ramón Gisbert Conejero).

El cuarto domingo de los llamados de San José nos introducen de hoz y coz en el alma del buenazo del  Santo y, como si fuera un cristal impoluto, nos descubre, en sus entresijos de persona,  ese gran dolor, imperceptible al exterior:
LA PROFECÍA, la Profecía de Simeón. Simeón, cuando Jesús toma nuestra naturaleza, ya es una figura que se está perdiendo entre los pliegues de la historia. Aguanta el hombre la carga de muchos años. Era un anciano y así nos le presenta el Evangelio de San Lucas. Pero tiraba, tiraba de sus huesos y de sus carnes flácidas porque era el mismo Dios el que le mantenía tiesecillo y, además, le había hecho depositario de un mensaje muy particular que debería desvelar en un momento determinado que le sería revelado, por el Espíritu del Señor, a unas personas muy concretas con las que, llegado el momento, se iba a encontrar   en la entrada del Templo.
Habían pasado cuarenta días desde aquel en el que el HIJO DE DIOS NACIÓ COMO HIJO DEL HOMBRE EN BELÉN y la Ley era muy estricta: la madre tenía que ser declarada purificada y el niño, por ser el primogénito, debía ser entregado al templo y ser rescatado entregando un par de tortolicas , y es que, en la familia de José y de María, no había metal para comprar un corderico mamón, sin defecto, porque eran pobrecicos de solemnidad.
Impelidos por la Ley, allí estaban, cruzando la explanada del templo para entrar en él y, en el interior de aquel abuelete, en Simeón, algo tintinearía e, impulsado por el Espíritu, les salió al encuentro. Tomó al niño en sus brazos, lo levantó a todo lo alto que le daban sus brazos y se puso a darle gracias a Dios porque estaba viendo algo grandioso, lo más grandioso acontecido en la historia de la humanidad, al Hijo de Dios como uno de tantos niños. "Ahora, Señor, le dice aquel hombre cargado de años, ya puedes dejarme ir en paz porque con mis ojos he llegado a ver a tu Hijo, al Salvador"
Tras dejar al Niño en los brazos de su Madre, y él mismo buscando apoyo en el antebrazo del buenazo de José, dejaría escapar muy suavemente el recado del que era depositario, de la PROFECÍA: "este Chico, vuestro Chico, ha venido para ser SIGNO DE CONTRADICCIÓN, unos lo escucharán y será causa de su salvación y otros lo rechazarán". En ese instante, en el interior del buenazo de San José, tenía lugar un desgarro dolorosísimo, era su CUARTO DOLOR. Aquel Niño que no era su Niño natural pero sí lo era espiritual, iba a sufrir, le estaba adelantando aquel hombre ancianico que seguía diciendo, esta vez mirando solo a su esposa, a María; "y, a ti, una espada te traspasará el alma". Si el DOLOR inicial fue grande, grande, muy grande, fue el que le produjo saber que Ella, su Esposa, también iba a sufrir.
El anciano permaneció quieto en mitad de la explanada mientras, no muy lejos de él, una mujeruca, también curtida por los muchos años, que respondía al nombre de Ana, y que hablaba entusiásticamente, a los que llegaban, del Niño que entraba ya en el Templo.
Con toda seguridad el silencio del matrimonio se podría cortar con un papel de fumar y, en ese silencio iría aflorando en el buenazo de San José un GOZO inenarrable que se impondría al DOLOR PRECEDENTE al emerger en su memoria lo dicho por el anciano: "Será la luz de las naciones y la salvación de muchos, de los que crean en ÉL"  o aquellas otras del ángel:" y tú le pondrás por nombre Jesús, porque salvará a sus  hermanos de sus pecados", el que se le ha dado a él como Hijo viene a traer  la Salvación de Dios para sus hermanos, los hombres. Y este GOZO, a medida que iba invadiéndole hacía desaparecer el DOLOR  que le tenía metido el corazón en un puño desde el momento en que escuchó al anciano Simeón desvelar la encomienda profética.
Todos, en este mundo, tenemos que afrontar el sufrimiento y haremos muy bien en asumirlo de una manera constructiva, de modo y manera que unido al de Cristo aporte nuestra gotica a su pasión regeneradora. 

Bueno será que vivamos muy unidos al buenazo de San José para que nos eche una mano y para que ese dolor mute en gozo y felicidad imperecederos.

Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
21.2.2021 Domingo.  (C. 1.179)

P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.

2 comentarios:

  1. Muy buenos días, P. Alfonso, que tenga un buen domingo día del Señor y primero de Cuaresma y cuánto de los siete domingos de San José , con el azulejo que nos brinda del cuarto dolor y gozo.

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  2. Gracias P.Alfonso por sus crónicas y en especial a estas dedicadas al Cristo de la Agonía Gracias también a nuestro gran amigo Luis Gimeno el hijo del "mireno " por ser tan buena persona y tan fiel amigo.
    Tecles y Paco.

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