ESTAMPA CAUDETANA.
TERCER DOMINGO DE SAN JOSÉ
Parece que comenzábamos ayer los siete domingos de Dan José y ya llegamos hoy
al tercero de los domingos en los que se contemplan el tercero de los
DOLORES Y DE LOS GOZOS DE SAN JOSÉ.
EL DOLOR ES AQUEL QUE LE INVADIÓ CUANDO TUVO LUGAR LA EFUSIÓN DE SANGRE DE
JESÚS AL SERLE PRACTICADA LA CIRCUNCISIÓN según sanciona la Ley Judía y que
recoge el evangelista Lucas (Lc 2,21) "cuando se cumplieron los ocho días
tocaba circuncidar al Niño...) Aquella sangre derramada decía referencia a la
que derramaría clavado en la Cruz y ese sentimiento recorría toda la
persona del buenazo de San José. El sufrimiento del NIÑO era su propio
sufrimiento.
Ese dolor se difuminó cuando se abrió paso EL GOZO que le supuso imponerle
nombre a aquel NIÑO, EL HIJO DE DIOS, que se le había entregado como HIJO y,
seña de ello, era la facultad que tenía él para hacer tal cosa, para decirle al
sacerdote que su nombre era JESÚS. En todo él resonarían las palabras que le dijera
el ángel "...porque ÉL salvará a su pueblo de los pecados" y eso,
amigo, es algo tan importante, tan importante, qué al DOLOR de la sangre
derramada, se impuso el GOZO de vislumbrar, ya, la magnitud de la obra que
venía a llevar a cabo. Y la realización de ese cometido lleva consigo el
afrontar y aceptar el sufrimiento. Pero, el DOLOR, queda superado, desaparece,
cuando la felicidad, EL GOZO se impone.
Sí, el buenazo de San José, afrontó con decisión el dolor de ver sangrar a
"su HIJO", claro que sí, pero la satisfacción que le producía
el saber que ese era uno de los peldaño que habría de subir hasta alcanzar el
triunfo final, le inundaba de GOZO y le espoleaba para colaborar con esmero a
ese triunfo y, en ese momento, exigido por la Ley judía, él mismo, colaboraba
ya, uniendo su DOLOR al del HIJO llamado a implantar la Voluntad del Padre que
no era otra que la de hacerse el encontradizo con el ser humano, su criatura
más preciada.
Bueno sería que nosotros siguiéramos la senda trazada por el buenazo de San
José en la colaboración para llevar a término la magna obra de la Redención
obrada por AQUEL al que San José educó y enseñó a ser EL HIJO DEL HOMBRE hecho
y derecho, como le llamara el profeta Daniel (Dn. 7, 11-14) cinco siglos antes
de que bajara a estar con nosotros.
Que ÉL nos sea propicio en estos tiempos árduos y cambiantes.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.2.2021. Domingo. (C. 1.173)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
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