ESTAMPA CAUDETANA.
EL NÍSPERO.
Ahí los tienes. Donde los ves, ya no están, pasaron a mejor vida.
Había visto cómo se formaba el racimo donde estaban llamados a merecer una
docenica de ellas y estuve al tanto de su florecer. Y, luego, un sentimiento de
tristeza recorrió todo el circuito interior de mi nervadura porque, cuando más
guapicas estaban las florecillas, llegó por estos pagos de la Real Villa de Caudete
una helada fría y mal encarada a la que nadie, que yo sepa, había llamado. No
sé si calculadora o no, el caso es que pegó un palo, de aquí te espero, al
NÍSPERO.
Recuerdo que fue objeto de una conversación, un día, mientras estábamos
sentados a la mesa. Mi compañero Luis afirmaba con firmeza, como la que posee
aquel que conoce el medio:
"Este año no vamos a probar los NÍSPEROS. Estas heladas van a echar abajo
la floración del NÍSPERO".
El P. Ángel, optimista por naturaleza, sentenció, dando por sentado que Luis
tenía razón:
"Pero luego vuelven a florecer. Se recuperan".
Mis dos compañeros acertaron de plano. Las heladas por Navidades quemaron las
flores que habían tenido la osadía de abrirse en los días precedentes porque,
soy del parecer, que se equivocaron al pensar, las flores de los NÍSPEROS
piensan, que aquellos días previos a los fríos que seguirían y que eran
templadicos, solo templadicos, eran aptos para salir a este mundo y los racimos
se pusieron a florecer. ¡Pobres!
Las flores, tan bonitas ellas, que tomaron la delantera fueron arrasadas
sin miramiento alguno y, tras el paso de las heladas, se tornaron negras,
negras, como carbones de encina, antes de sembrarse en el suelo.
Por el contrario, aquellas otras flores que se descuidaron en florecer,
aquellas que se adaptaron al horario de la Villa, siempre complaciente con los
retrasados, siempre dando un tiempo de cortesía, le dieron la razón, de alguna
manera, al P. Ángel, germinaron tras florecer y han salpicado el árbol con sus
frutillas, bien es verdad que lo han dejado muy clareado y no, como, en otras
temporadas, que casi tintaban de oro claro todo el follaje del NÍSPERO.
Este año cada racimo, llamado a sostener una docena de frutas, solo lucen dos o
tres y, muy poquitos, alguna más, pero no muchos.
¡Una pena!
Parece que la pandemia que trajo en su maleta de viaje el Covid 19, ha
salpicado con su maldad, hasta al hermoso NÍSPERO que comparte, con otras
muchas plantas, el corralón del convento de San José (El Carmen) de esta Real
Villa.
- Las dos frutas que estos días de atrás fueron objeto de un trato de
privilegio por la naturaleza y que ves al inicio de estas letricas, pasaron
ayer por la tarde a mejor vida. Se convirtieron en proteínas humanas porque se
me ofrecieron y yo, débil de mí, tras dejar la manga de riego, volví sobre mis
pasos y, navajica en mano, los pelé y me los comí. Tenían toda la tersura de la
juventud y no la flacidez de la madurez.
- ¡Estaban maduros!
- Sí, ¡me los comí!
- Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
22.5.2021. Sábado. (C. 1.262)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, muy buena explicación sobre el todo el proceso de esos nísperos que tan agusto usted solo ha podido saborear , ya que no había suficientes para poder compartir. Que tenga un buen fin de semana.
ResponderEliminarEn éste momento estoy oyendo las campanas de Santa Catalina repicando a vísperas de Pentecostés. Y es un gozo y alegría que da el disfrutar de esté momento , gracias a los campaneros.
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