ESTAMPA CAUDETANA.
LAS FLORES DE LA MADRE HONRARON AL HIJO.
(La fotografía nos trae la imagen de la iglesia parroquial del MONTE CARMELO de
la calle Ayala de Madrid. Y, a los pies de ELLA, el altar mayor y,
delante de él, el ánfora con las cenizas del P. Roberto Ballesteros Bayón, las
vestiduras litúrgicas y el libro de los Evangelios que tantas veces proclamó
durante su vida sacerdotal).
"Mira lo poco que somos", me dijo el concelebrante que yo tenía a mi
lado, refiriéndose al pequeño tarro que contenía las cenizas de mi compañero de
vida y trabajos durante sesenta años, el P. Roberto Ballesteros, carmelita.
En el tiempo en que el párroco, P. Luis Torres Pérez, y yo mismo,
cursábamos nuestros primeros años de teología en Salamanca, él, el difunto,
estuvo a nuestro servicio desde la encomienda de responsable, de maestro de
estudiantes teólogos.
No nos habíamos repuesto del mal trago de haber tenido que dar sepultura a un
compañero de estudios de filosofía, el carmelita P. Celso Prieto, en su pueblo
natal aledaño a Valladolid, Aldeamayor de San Martín, cuando nuestro superior
nos daba a conocer el fallecimiento del P. Roberto.
Y, como aconteciera en aquel funeral de córpore insepulto, también me tocó
representar a nuestra Comunidad del convento de San José (El Carmen) de aquí,
de la Real Villa de Caudete, en la despedida de este otro compañero que al
escuchar la llamada del Padre Dios, se ha ausentado de éstas, nuestras
estructuras humanas, sometidas a la contingencia que marca, impasible, el
paso del tiempo.
Si aquel falleció en Valladolid tras permanecer casi cinco meses en la UCI, a
éste, le tocó levantarse hasta el cielo desde Madrid, haciendo bueno aquel
dicho: "De Madrid al cielo".
Con él compartí quehaceres pastorales en Cantabria antes de dedicarme a la
enseñanza el colegio San Pablo Ceu de
Madrid, mientras él era destinado a la joya de la corona, a nuestro seminario
carmelita..
El P. Roberto fue un hombre muy humano, muy ilustrado, muy dialogante,
muy receptivo, muy buen acompañante de los jóvenes aspirantes, fue un gran
padre y un estupendo compañero. Todas esas cualidades y capacidades tan humanas
le fueron "sustraidas y encarceladas" por esa enfermedad destructiva
que lleva el nombre del investigador alemán que la describió, El Dr. ALZHEIMER.
Mientras en la Comunidad madrileña se vivía su fiesta autonómica, trasladada al
día 3 de los corrientes, en nuestra parroquia del MONTE CARMELO de Madrid, nos
reuníamos un puñado de carmelitas para cantar, no la muerte, sino la vida con
que le dotó Dios al P. Roberto y para pedirle al buen Padre Dios, que enriqueciera,
aquella vida otorgada, con la plenitud de la misma, cabe ÉL.
En la parroquia, que está presidida por una preciosa imagen de Ntra. Madre, la
Virgen del Carmen, como no podía ser de otra manera, se encontraba profusamente
ornamentada con flores, ofrenda de la feligresía a la MADRE DEL CARMELO, le
fueron ofrecidas, por ELLA, por la MADRE, al hijo cuyas cenizas presidían, de
alguna manera, la ACCIÓN DE GRACIAS, la EUCARISTÍA, que ofrecíamos a Dios
Padre en sufragio por el hermano muerto.
Las FLORES OFRECIDAS A LA MADRE HONRARON AL HIJO DIFUNTO.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
5.5.202. Miércoles. (C. 1.248)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, siento la pérdida de esos dos sacerdotes y compañeros de usted . D. E. P. Que termine bien el día.
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