ESTAMPA CAUDETANA.
SE FUE CON MAYO.
Llevaba unos días tratando de mandarte una noticia muy linda sin embargo hoy me
veo en la necesidad de transmitirte mi decepción.
Resulta que desde el nido que se habían construido una pareja de mirlos en uno
de los cipreses que crecen en el claustro del convento de San José, (El
Carmen), se habían echado abajo dos pollicos de aquella pareja. Uno era un
guaperas, buen tipo y muy emplumado que echaba sus vuelecicos de un lado a
otro del claustro que me daban en pensar que iba a durar poco correteando por
entre los tiestos o subiendo a alguno de ellos, a los más altos, solo en una ocasión
le cacé para colocarle debajo de las hojas del acanto para que pasara la noche
junto a su hermano, el protagonista objeto de mis decires de esta mañana.
Después desistí de corretear detrás de él para repetir el favor, pero no porque
yo así lo estableciera, sino porque el indino de él ya se perdía por entre el
ramaje de alguno de los cipreses.
El otro, su hermano, no. No me rehuía , se quedaba quuetecico aún cuando veía
que una enorme mole se le acercaba y le recogía del suelo para situarle encima
de un tiesto bajo el amparo de una hermosa hoja de acanto.
Durante la maniobra volaban a mi alrededor los padres armando un cisco de aquí
te espero escopeta. Solo les faltó picarme en la cabeza o en la mano donde
acunaba yo a la criaturica que, por cierto, no se movía ni hacía nada que
indicara que quisiera marcharse, el pobre benjamín. Es más, creo que le gustaba
el calorcico de la mano y, sobre todo, las caricias que le prodigaba con mi
dedo índice.
Los padres iban y venían del campo al claustro y viceversa, siempre a buscarles
algo que depositarles en el pico que abrían de par en par a tiempo que piaban a
gritos, más, más, más.
Creo que el mayorzote se hacía con todo o con casi todo el aporte porque a él
se le veía crecer a ojos Vista, mientras que el renacuajo, piaba y piaba de
puro hambre.
El grandullón, ya te he dicho que voló y voló, mientras que el recorte no
despegaba las patitas del suelo y como todavía tenía algo de plumón de
"bebe" y las plumas no las tenía crecidicas, permanecía enclaustrado
como si fuera un frailico más.
Pero, me cachis, siempre hay un pero, y éste ha sido gordo de verdad porque...
Ayer, cuando el día recogió las oscuridades de la noche y tras haber extendido
sobre el claustro conventual una luz esplendente, y después de engullir la
última lombriz que le trajo, presta, su madre, el mirlo chiquitín dobló sus
patitas, agachó su cabecita la apoyó en el duro cemento y dejó salir, con su
última expiración, su vida.
Sus padres andaban loquicos , escitadísimos, querían verle correteando de uno
al otro lado del claustro, entre los tiestos. Pero ya no lo consiguieron.
Todavía me riñeron cuando lo recogí del suelo, seguía calentico, para respetar
su cuerpecico, que se estaba cubriendo de plumas, y dejarle volar ya sin
necesidad de alas por los espacios siderales.
Cuando baje a regar y a acicalar las plantas de mis tiestos, el mirlo que por
vivir su libertad ya, desde muy pronto, se durmió con premura, revoloteará a mi
lado buscando, quizá, una lombriz en la tierra de los tiestos para subvenir,
quizá, la necesidad de algún otro bichejo pariente que se vaya del nido antes
de lo debido.
Que siga viviendo en el cielo de los pájaros.
Yo te mando mi saludo y mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
1.6.2021. Martes. (C 1.271)
Echamos a andar por junio.
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Buenos días,me he quedado "enbobada" con la historia del pajarito,por un momento creía que era una niña y estaba leyendo un cuento o historia de las de antes.Su relato del malogrado pájaro_bebé,me ha dado una gran ternura.Se la haré llegar a mis nietas.Feliz martes p.Alfonso.
ResponderEliminarMuy buenos días, P. Alfonso, la historia que hoy nos ha relatado es muy enternecedora, si que es una lástima que a pesar de sus cuidados y mimos el pobrecito mirlo no haya podido sobrevivir. Que tenga un buen día y principios de mes dedicado al Corazón de Jesús.
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