ESTAMPA CAUDETANA.
En nuestra iglesia del convento de San José, dedicada ELLA, a la VIRGEN
MARÍA DEL MONTE CARMELO que, como tal, preside desde su camarín toda la
Iglesia, el orador sagrado nos llevó, a todos los asistentes, de viaje a
Jerusalén junto a los miembros de la Sagrada Familia para dar culto al Señor
con motivo de fiesta por excelencia, LA PASCUA. Este viaje constituía un antes
y un después en la vida del jovencito Jesús. El niño Jesús ha cumplido 12
añicos, hecho un hombrecito hecho y derecho.
Con sus 12 años recién cumplidos subía por primera vez, porque así lo
tenía establecido la Ley, a dar gloria y pleitesía a Dios en el templo. Hasta
entonces le había estado vetado, nos decía el predicador, subir para celebrar
la Pascua en la Ciudad Santa. La razón no era otra que, dentro de la cultura
judaica del tiempo de Jesús, solo podían hacerlo las personas que hubieran
cumplido los 12 años ya que, esa edad, marcaba el momento en que el adolescente
accedía a la mayoría de edad y era preceptivo que en la Pascua siguiente a su
cumpleaños subiera, por primera vez, hasta Jerusalén y, allí tenía lugar una
liturgia específica con la que estos niños accedían a participar, con todas las
prerrogativas y también las obligaciones que tenían los mayores, entre las que
se encontraba, por ejemplo, la de ser lectores de la palabra los sábado en la
sinagoga y la de asistir a las conversaciones de los mayores.
Cumplido todo lo que estaba establecido en la Ley para la celebración de la
Pascua, las gentes venidas de los cuatro puntos cardinales del Imperio Romano,
se reunían por grupos para afrontar con éxito el camino de vuelta a sus hogares.
Los niños podían viajar indistintamente con el grupo de mujeres o de los
hombres o, en su caso, como nos recordaba el padre predicador, formando grupos
entre ellos para pasárselo en grande a lo largo de todo el trayecto. Y eso fue
lo que hicieron ellos, José, uniéndose a un grupo de hombres y María haciendo
lo propio con un grupo de mujeres. Los niños podían ir indistintamente con los
hombres o con las mujeres Y, cada uno de ellos, con toda seguridad, darían por
sentado que Jesús o estaba con los niños o iba de camino con las mujeres o con
los hombres.
Al caer el día, las caravanas echaban el alto para reponer fuerzas y pasar
la noche descansando. Y, en este momento, fue cuando José y María echaron de
menos a Jesús. Presas de la excitación y de la preocupación, fueron de grupo en
grupo tratando de dar con el chavalín, pero Jesús no estaba en la caravana. Así
que José y María agarraron el tole tole y volvieron sobre sus pasos hasta
Jerusalén. No fue hasta el tercer día cuando la angustia, la pena, la zozobra,
los suspiros y las lágrimas cesaron. Dieron con Él en el Templo. Allí se
encontraba aquel hombrecito en medio de un corro formado por la gente sabia del
lugar, Sacerdotes, escribas, doctores de la Ley… con los que departía, de tú a
tú, sobre temas, no importaba cuáles, pero, principalmente, acerca de la Torá
(la Ley) y los Profetas.
Soy del parecer, el predicador no lo dijo, de qué aquellas gentes doctas se
quedarían de una pieza al comprobar la acendrada sabiduría que poseía aquel Muchachito
sobre la Palabra Revelada, sobre la BIBLIA y del acontecer histórico del pueblo
judío. Tampoco nos dijo que, estas gentes doctas, se desharían del lenguas para
con María y con José, al descubrir que eran sus padres, por la labor formativo
educativa tan esmerada y exquisita que habían dado al Jovencito. Tampoco nos
dijo el predicador,
y era
presumible pensarlo, qué José y María experimentarían un gozo inenarrable por
las alabanzas que aquellas gentes doctas les estaban dando al Niño y a ellos
mismos, lo que no fue óbice, para que su madre cargada de razón ya lejos de
aquel lugar, como nos apuntó el padre, en un ambiente cercano y familiar, de tú
a tú, le dijera: ”Hijo ¿por qué has hecho esto? ¿por qué nos has tratado así?
mira que tu padre y yo estábamos desesperaditos buscándote”. Y el Muchacho, ni
corto ni perezoso, le contestó a su Madre:
“Pero Madre, ¿es que no sabes que yo tengo que
ocuparme de las cosas de mi Padre?
La respuesta del niño Jesús produciría, en la
interioridad de aquel matrimonio, un estampido parecido al tronar de dos
potentes nubes cuando entran en conflicto.
13.7.2021. Martes.
(C. 1.299)
Muy buenos días , P. Alfonso, buen recaudo el esa estampa tan bonita con su Himno con una letra preciosa es una lástima que todo se pierda .Buena catequesis la que hoy nos expone con las palabras del predicador y que usted nos ha dado a conocer . Que tenga un buen día.
ResponderEliminarGracias P.Alfonso no podría haber acertado usted más con la definición de mi abuela.Sí ella estaba muy orgullosa de ser Terciaria de su Virgen del Carmen, de los valores y sentimientos católicos que le enseñaron los Carmelitas, Era una persona buena ,sencilla y muy religiosa llena de fe , que nos trasmitió , las palabras que más repetía era - No juzguéis y no seréis juzgados dice el Señor - nunca la oí hablar mal de nadie . Yo creo firmemente que desde el cielo ella está muy contenta y le da también las gracias.Muchisinas gracias abuela por habernos enseñado a querer a la Virgen y al Carmelo.
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