Allí estaba Él.

ESTAMPA CAUDETANA.

ALLÍ ESTABA ÉL.

En el día de ayer me pidió la Madre Superiora del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen de Gracia, lugar dónde viven su consagración, de por vida, en clausura, un grupo de mujeres sujetas a la norma de vida de  la Orden del Carmen  y que son conocidas como Madres Carmelitas de Clausura,  para poner el broche de oro al Manifiesto (Exposición del Santísimo Sacramento para su adoración) con la bendición con ÉL EN LA CUSTODIA. Este broche final al manifiesto, de los domingos por la tarde, viene llevándolo a efecto, desde que llegó destinado a estos pagos, el P Joaquín Vicente Contreras O. Carm. pero, al estar ausente de la Real Villa de Caudete, la Madre Josefina, natural de esta Villa  y conocida como Monjo, por pertenecer a tal familia, me dijo, ven a dar la  Bendición.

Y allí me presenté.

Como cada domingo, cuando el reloj está a punto de subirse a lo alto de las 16,00 horas, se abre la puerta de la iglesia del monasterio y se expone al Santísimo para favorecer a los caudetanos, que así lo desearen, el poder compartir con la monjas Carmelitas, por espacio de dos horas, la oración, la contemplación, la adoración, al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Al entrar en la iglesia y al contemplarle en la custodia, vino a mi memoria el evangelio de San Juan, 6, proclamado en este domingo «Yo soy el pan de la vida. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, por la vida del mundo».

Y allí estaba Él, en la custodia, siendo adorado por la comunidad de monjas Carmelitas y un puñadico de fieles.

Tras la bendición con el Santísimo, me atreví a bajar hasta la Glorieta de la Cruz. El calor intenso se veía llevado de un lado a otro por un vientecico que traían unas nubes que no tuvieron a bien dejar caer unas gotas de agua sobre las tierras secas del predio de la Villa caudetana. Debido a ello, al vientecico, no se estaba mal en el Paseo de la Virgen, ni en la Glorieta de la Cruz.

La pérgola verde que cubre el paseo hasta allí ya anda dando muestras fehacientes de la labor soterrada que está llevando a cabo, en las copas de sus árboles, este calorazo que estamos soportando, porque ya se va salpicando la cubierta de hojas pinceladas de amarillo ocre.

El sol parecía estar jugando al escondite porque, de cuando en cuando, se asomaba tímidamente por algún roto que dejaban las nubes entre ellas. Ocasión que aprovechaba para decirle adiós a la Reina de los cielos, a la imagen de la Virgen de GRACIA, antes de emprender definitivamente el viaje hacia el oeste, hacia mi pueblo de Oropesa, depositando sus besos de luz sobre la carica de la imagen de Nuestra Madre y Patrona que me miraba desde la columnita bajo la Cruz del lugar.

Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!

9.8.2021. Lunes. (1.333)

P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.