ESTAMPA CAUDETANA.
EL ABROJO.
No podía pasarme desapercibida. En la orilla del camino, pegadas a la tierra de unas florecillas amarillas ponían su alegre y vivo color en una especie de
alfombrilla verde formada por las ramas serpenteantes y tapizantes de una
familia de ABROJOS. Me detuve, y al agacharme para encerrarla en mi
telefonillo, vinieron a la memoria mis años de niño en el pueblo. Muchos,
muchos ABROJOS había en mi tierra y supongo que seguirá habiéndolos allí donde
el cemento y las losetas no han llegado a tapizar las aceras de las calles y el
alquitrán, que extendido en el suelo, favorezca el tránsito de los vehículos.
Muchas, muchas, veces el puntiagudo aguijón que elevaba al cielo el
ABROJO se me incrustaba en la suela de esparto que estrenaba cada verano y que,
cuando la suela se iba clareando, llegaba a clavarse en la planta de mi pie.
Ayer, después de muchísimo tiempo volví a encontrarme con los ABROJOS y
aconteció porque, en las fechas en que nos encontramos de un otoño avanzado,
siguen floreciendo y unas florecillas tan sencillicas, pequeñicas y muy lindas,
salen unos frutos muy traicioneros que si te descuidas, te la juegan
Y ahí donde los ves, esos frutos tan espinosos y dañinos, resulta que son
verdaderos depósitos de fármacos naturales con múltiples beneficios para
el ser humano.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
27.10.2021.Miércoles.(C. 1.406)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días, P . Alfonso, como siempre no desperdicia ningún momento de sus paseos para encontrar algo que le lleve a su niñez y a su tierra, siempre es bueno recordar lo que de niños vivimos. Que tenga un buen día y felices paseos.
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