ESTAMPA CAUDETANA.
EL CANALÓN PRESUMIDO.
Te confieso que no lo había visto nunca y, cuando digo nunca, es nunca porque
siempre que pasé por la calle de Antonio Conejero y Ruíz siempre miraba al
suelo o a las puertas de la calle para contemplar sus llamadores que, valga la
redundancia, siempre me llamaron la atención, quizá, porque recuerdo con
nostalgia aquella llamador que tenía la puerta de la casa dónde nací en la
avenida del Conde Gamazo número 17 de mi pueblo, de Oropesa, Toledo. Fue
necesario que Doña Juli, en la Real Villa de Caudete todo el mundo sabe
que Doña Juli es una mujer conocidísima y queridísima por todas las gentes de
la Real Villa de Caudete porque, por sus manos pasaron muchas de las
generaciones de este Villa. Doña Juli, hasta que los años la sentaron en el
butacón del júbilo, ejerció de maestra. Había llegado a estas tierras de las
recias castellanas, de las castellanas viejas, de aquella provincia que cuando
se cuarteó la nación española en nacionalidades y autonomías, pretendió
constituirse a sí misma en autonomía independiente. Pero los políticos no lo
consintieron y pasó a engrosar la de Castilla León. Doña Juli es oriunda de un
pueblo de Segovia de un pueblo muy cercano al santuario donde se venera a
la Virgen María en su advocación de El Henar. Allí vivió muchos años el P.
Luquicas y de aquel santuario fue prior el caudetano Beato Alberto Marco
Alemán, martirizado cuando ejercía, también de prior, en nuestro convento de
Madrid, y donde los carmelitas tuvimos un seminario al que llegó un
servidor el 19 de septiembre de 1959 a las 19 horas en el autobús de
línea que cubría el servicio de Segovia a Valladolid. Doña Juli, uno de
estos días de atrás, al salir de la Eucaristía en Santa Catalina, me dijo:
Ven conmigo ven, acompáñame porque quiero enseñarte algo que no conoces, cosa
que deduzco porque deduzco no te ha llamado la atención, ni has caído en ello,
porque jamás lo empleaste cómo tema para trasladarnos tus «buenos días» Y, así
podríamos decir que llevándome de la mano, me condujo hasta la calle de Antonio
Conejero y Ruíz que es una aprendiz de calle. Vieja, como vieja es la Villa,
pero que, en el decurso del tiempo, se quedó enana, no creció. ¡Es tan cortita!
Y, allí, justo en todo lo alto de la casa número 1, por donde bajan las
aguas canalón abajo, hasta la misma calle, se encontraba ella, la chumbera, si
una chumbera fresca y lozana. Con toda seguridad, algún volátil depositó en
todo lo alto aquello que su pequeña molleja no fue capaz de convertir en
papilla, una semilla de un higo chumbo y esa semilla, en la tierrecica
humedecida allí existente, germinó y comenzó a lucirse generando las paleras
que ves en las fotos que te adjunto, con las que PRESUME EL CANALÓN.
- «Doña Juli, nunca, le dije, en las muchas veces que he pasado por esta
callecica, había caído en tal prodigio. Siempre me pasó desapercibido
semejante detalle».
A lo que me contestó:
-«No todo de lo que ha acontecido y acontece en esta Villa te lo va a contar el
conspicuo historiador de la misma, Paquito el Molinero».
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
20.10.2021. Miércoles. (C.1.401)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, ¡ Con cuánto misterio nos sorprende la madre naturaleza!! cómo es posible que esa chumbera se mantenga tan lozana en ese canelón , gracias a Doña Juli por ser tan buena observadora. Que tenga un buen día.
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