ESTAMPA CAUDETANA.
LOS TURISTAS ANGLOSAJONES.
Eso les decía Encarna, gran cicerone, en el idioma de la
gran Albión, a las gentes que, en nutrido grupo la escuchaban, “the
cloister of the convent buil in the seventeenth century” (17th century).
Aquí debajo, le informaba, existe una cueva donde permanecen,
todavía, unas tinajas grandes, típicas de esta zona de la Mancha, donde los
frailes de siglos pasados guardaban legumbres, patatas, vino y aceites. La
preguntaron si se podía visitar y les comunicó que hace unos pocos años fueron
clausuradas las dos entradas a la cueva permaneciendo solamente unas rejillas y
ese brocal de un pozo, que no lo es,
para la ventilación previniendo humedades.
Arriba, en el claustro alto, les explicó, es donde tienen su
acomodo los frailes en la actualidad.
En ese momento les saludé cordialmente desde una de las
ventanas donde lucían primorosamente las petunias que había regalado al
convento el bueno, de “Batiste”.
Cuando Encarna, la cicerone, enmudeció, salvo para responder
a preguntas de los turistas, el resto andaban muy ocupados en fotografiar
el monumento o realizaban vídeos con sus aparaticos móviles, guardando
recuerdo de la visita para, cuando se encontraran de vuelta en sus lugares de
origen, poder rebobinar su viaje de turismo a esta Real Villa y, así, recrearse
volviendo a contemplar esta maravilla existente en la Mancha Baja, en la Mancha
que se deja caer, ya, muy suavemente, en busca de las arenas de las playas de
la mar mediterránea. Entonces, en la paz y sosiego de sus mansiones de las
Islas Británicas, volverán a escuchar a Encarna, en un inglés fluido, la
explicación pormenorizada de los pormenores y el avatar del convento de San
José sito en esta Villa de Caudete. La oirán decir que la primera piedra de
este convento fue colocada en los albores del siglo XVII y que la columnata fue
esculpida y levantada según el orden arquitectónico Toscano, orden
arquitectónico que fue asumido por el Imperio Romano en su largo paso por la
Grecia clásica y lo extendió por todo el imperio dejando de lado los otros órdenes
que allí nos muestran hoy obras imperecederas, el Dórico, el Jónico y el
Corintio, del que solo tenemos aquí la planta que aquellos artistas tomaran
como modelo para esculpirla en sus capiteles, el Acanto.
Si, según los parámetros del orden Toscano fue edificado
este claustro que permanece luchando a brazo partido con la labor de zapa, que
lleva siempre consigo, el paso del tiempo. Claro que, es verdad, alguna
de sus columnas necesita un cuidado especial por su deterioro manifiesto, pero
Patrimonio no consiente, todo hay que decirlo, que se toque nada y tampoco hace
nada por restaurarlo para conservarlo perfectamente.
Con frecuencia suelen pulsar el timbre de la cancela del
convento gentes que van de un lado para otro llenándose a través de sus pupilas
de los vestigios que hablan a gritos de las gentes de otros tiempos. Esas
gentes entran en el claustro bajo de este convento de San José y se quedan
parados asombrados al contemplar tanta belleza. Últimamente los adelantos que
la inventiva humana han alcanzado en el campo de la electrónica ha hecho
posible que, en unos simples aparaticos del tamaño de un paquete de tabaco
puedan encerrar en fotografías y vídeos recuerdos de su paso por este o por
aquel lugar que, como te he dicho antes, hablan a gritos y con toda claridad,
del acontecer de las gentes que nos precedieron. Y, si aquellos que entran por
la puerta del convento se quedan parados extasiados fuera de sí, contemplando
esta joya del Barroco Toscano con la que cuenta la Mancha Baja y que se encuentra
situada en esta Real Villa de Caudete, un azulejo pegado a la pared del
claustro bajo ya les pone en antecedentes de que en la segunda mitad del siglo
XVI llegaron a esta Villa los frailes Carmelitas y que terminando el siglo
aquel, el Concejo Municipal de entonces les proveyó de terrenos extramuros, en
el extrarradio, en los arrabales de la Villa. Y fue en aquel lugar donde
aquellos frailes levantaron su morada cuando el siglo siguiente, el XVII, había
plantado ya sus reales, todo el claustro bajo (1606). A partir de ahí y hasta
1670 se fue construyendo el convento: primero el claustro alto para vivienda de
los religiosos y la iglesia, dando por concluida la edificación del cenobio con
la torre de su iglesia en el año 1670.
Con toda seguridad habrá gentes que pensarán que sobran
entre las columnas y en el patio del claustro bajo las plantas pero, la verdad
sea dicha, a las gentes que nos han visitado esta mañana no les pasaron
desapercibidas las plantas que dan su toque verde y fresco a las frías estructuras
del pasado porque estuve observando desde lo alto como muchos de ellos no sólo
contemplaban la arquitectura y fotografiaban el monumento, sino que hacían
objetivo de sus cámaras fotográficas a gran número de plantas que componen la
rica foresta conventual.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
29.4.2022… Viernes. (C. 1.501)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
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