ESTAMPA CAUDETANA.
EL ROSAL TAPIZANTE DEL JARDINCICO DE SAN FRANCISCO.
Llama la atención que, estando tan pegados al suelo,
posean la manera más linda de hacerse notar de un modo fehaciente, gratísimo,
estupendo. Me estoy refiriendo al rosal tapizante, rastrero, cubre suelos. Este
rosal no busca las alturas sino la cercanía de la tierra, como si tuviera miedo
a levantarse sobre sí mismo, como hacen sus hermanos, presumidos, ellos, para
llamar la atención mostrando a los cuatro vientos sus vistosas flores, sus
hermosas rosas. Este rosal no va por esos caminos, no. Él se arrastra y salpica
con sus pequeñas y débiles, pero llamativas florecillas, los suelos. Y es tan
lindo y majo que no hace distinción entre buenas o malas tierras. Tan
contento está, y con tanta alegría se muestra, en lugares de buenas tierras,
como en rocallas. Sus sencillas florecillas, sin aspiraciones de
emular a las refinadas y emperifolladas parientes que llenan grandes parcelas
en jardines a las que llaman rosaledas, ellas, no, no abrigan puestos
importantes en el mundo de los rosales. No, ellas apenas si levantan unos
centímetros sobre los suelos donde encuentras acomodo y en los que hunden
sus raíces. Pero, en modo alguno, pasan desapercibidos porque todo aquel que
pasa por sus inmediaciones es obsequiado con la fragancia que exhalan sus
sencillas florecillas.
Eso me aconteció a mí en el medio día de ayer cuando bajé a
celebrar con Antonio y Conchi sus bodas de oro matrimoniales en la iglesia de
San Francisco (Antonio y Conchi son ontenientinos y fue allí, en Onteniente,
donde se dieron a sí mismos al decirse SÍ y, poco después de su compromiso
emigraron a Caudete donde han venido residiendo hasta ahora mismo, razón por la
cual decidieron que fuera aquí, en la Real Villa de Caudete, donde renovarían
sus votos matrimoniales rodeados de sus cuatro hijos y nietos).
Y ocurrió entonces, cuando, al entrar en el jardincico de la
parroquia recibí el lindo saludo que me dirigía el rosal rastrero, con el
olorcillo muy agradable que expelía por sus florecillas.
Estos rosales no tienen prisas por florecer, pues lo hacen
en verano y no es raro ver que se enfloran repetidamente hasta el otoño. Pero
el rosal del jardíncico de San Francisco, este año, tenía prisa y, fíjate, lo
ha hecho con un mes de adelanto. Yo creo que este tiempo loco que tenemos o,
mejor, al que hemos puesto loco de remate los hombres, le ha confundido y se ha
asomado a la gran ventana de la naturaleza enseñando lo más lindo que tiene,
sus florecillas y, no contento con ello, también nos otorga la maravilla de su
fragancia..
Ellas, las flores y su fragancia te llevan hoy mi saludo,
mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
22.5.2022. Domingo. (C. 1.517)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenas tardes. P. Alfonso , gracias a usted me he enterado que seas florecillas del jardín de San Francisco son rosales , pues no lo sabía , una vez más aprendo muchas cosas de usted. Que termine bien el domingo.
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