ESTAMPA CAUDETANA
LA MÚSICA ESTABA CALLADA
Ayer hacía muy buena tarde. Por eso, en lugar de ir directamente hasta la parroquia de Santa Catalina decidí dar una vuelta, no muy larga, por lo que, una vez dejado atrás el monasterio de las Madres Carmelitas de Clausura, se me abrió, diáfana, la calle de Concha Espina. Muchas veces he subido por esa calle para llegar hasta la Avenida de las Jornetas, justo, frente a “La Torre del Cielo” que, eso, es lo que significa la frase en hierro pegado a la pared del chalet que está situado frente a la desembocadura de la misma calle. Al poner “Turruchel” yo pienso que es castellano, viejo, propio de la zona de influencia manchega porque, allí, donde Albacete termina para dar paso a las tierras jienenses, existe, hay, un lugar, un pueblo, que no se diferencia mucho de este de la Real Villa de Caudete es un pueblo en cuyo predio se dan bien las olivas, los almendros y también de viñedos. Una gran zona de ese lugar recibe el nombre de Turruchel. Y Turruchel es, también, el nombre que tiene la advocación de la Virgen María, Patrona del lugar y Madre de los lugareños. El pueblo se llama Bienservida. (Ya te hablé en otra ocasión acerca de ello, dando así cumplida explicación a aquellos que no tenían idea de lo que querría decir eso de Turruchel escrito en hierro a la puerta del chalet).
Al empezar a transitar por la calle Concha Espina abrigué la
esperanza de escuchar los alegres sones de una música bailable, porque mediada
la calle, en uno de los chalets, existe una escuela de baile. Pero, ayer por la
tarde, no salía ninguna nota por los tragaluces de la cueva donde, con toda
seguridad, la dueña de la casa tiene la sala donde enseña a moverse con soltura
a aquellos que les va “la marcha”, el baile. LA MÚSICA ESTABA CALLADA. Solo vi
a un señor que, con tijera en mano, acicalaba las plantas del jardín. Tampoco
se encontraba aparcado en la calle, frente a la puerta de la escuela de baile,
a ningún coche, como ocurre en otras ocasiones porque las madres y las abuelas
suelen estar a la espera de que concluya la clase de baile para recoger a las
niñas, digo niñas y no niños, porque entendí en una ocasión, a una de las
abuelas, que eran niñas las aprendices de danzantes. Lejos de mí el entrar en
los jaleos que se traen ciertos políticos con el idioma, “mareando la perdiz”, con
su decir inclusivo y otras zarandajas del momento, yo, cuando me refiera a
niños y niñas conjuntamente, no andaré diferenciando géneros, siempre me
atendré a lo que dice la Real Academia de la Lengua y la Gramática del
Castellano, siempre diré niños. Y, como aquella abuela me dio a entender que,
en aquella escuela se enseñaba, aquel día, a niñas…, escribo, niñas.
No, ayer no salían por los ventanucos de la cueva del
chalet, las alegres notas de melodías bailables que, con toda seguridad,
hubieran despertado en las abuelas, que se hubieran encontrado a la espera de
que salieran sus nietas, y en mí mismo, recuerdos de otros tiempos que, sin
duda alguna, fueron felices. LA MÚSICA ESTABA CALLADA.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
27.5.2022. Viernes. (C. 1.522)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenas noches. P. Alfonso, que tenga un feliz descanso y hasta mañana sí Dios quiere
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