ESTAMPA CAUDETANA.
EL ADIÓS DE LA ECHINOPSIS.
En el claustro del vetusto convento de San José, El Carmen, tengo muchas
echimopsis pero, entre ellas, casi todas regordetas con su forma característica
de bolas espinosas, crece una que le da por imitar a las columnas, de esas que
llaman cactus columnarias. Es vieja y buena amiga mía. Vino desde mi
bosquecillo madrileño donde, puesta en lo alto de la pared, se asomaba
alegremente a la calle Pintor Ribera y saludaba alegremente a todos los que
pasaban por la acera, al otro lado de la valla, Sí, es vieja, vieja, como el
tiempo y ya sabes que, según el decir del pueblo en su sabiduría acuñada en
breves sentencias que llamamos refranes, “el diablo sabe más por ser viejo que
por ser diablo”. Pues algo así es esta echinopsis de la que te hablo porque,
cuando el verano echaba a andar, fue la primera en vestir con su flor de luz al
claustro cuatro veces centenario, al del convento de San José, sito en esta
Real Villa de Caudete, y ha sido la última en florecer lo hizo ayer y creo yo
que lo hizo para despedir, como se merece, a un verano que se ha portado con
ellas con las echinopsis y toda su parentela que habitan en el claustro
conventual, de un modo único excelente pues, es sabido que a los cactus el sol
les viene de maravillas y el calor que desprende en este tiempo de verano en
esta Mancha impertérrita y dura que licuó los sesos del Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de La Mancha, nacido en un lugar ignoto de ella porque a Don Miguel de
Cervantes y Saavedra no quiso acorarse de su nombre, en nada les afecta a ellas
ya que, ellas, verdaderos pantanicos de agua embalsada, ya se preocupan muy
mucho de cuidar de que el sol no les hurte el agua que les da vida y les hace.
Esta vieja chinopsis, que por serlo, no tiene ya casi fuerzas para mantenerse
erguida y anda la pobre inclinándose, como si prestara pleitesía a la Parodia
Leninhausii, a la que da guardia con otra se su género, pues comparten
jardinera, regalo de Josefina, que también vino de Madrid.
Y, sí, floreció ayer y ¿sabes por qué? Pues porque sabía,
por la experiencia que le da la vida, que al día siguiente ya sería otoño
porque a las 3,00 horas de la madrugada el verano se iba a ausentar por el foro
dejando expedito el lugar al otoño, del que dicen los chicos que nos
hablan del tiempo en la Tv. va a ser seco y caluroso y, por lo tanto,
beneficioso para nuestra echinopsis y para todas sus parientes.
Yo creo que la echinopsis guardó un montón de fuerza vital
para que, al llegar este momento astronómico de cambio de estación pudiera
florecer y, así, DARLE SU ADIÓS FLORIDO al querido verano y, al mismo
tiempo, darle la bienvenida al otoño del que quiere ganarse las amistades
floreciendo tan fuera de tiempo. Y para ello se vistió con sus mejores galas
aunque, por ser su condición esa, solo duró 12 horas y, como, le ocurriera a
Cenicienta, a ella le llegó la hora de desaparecer a las 12,00 del medio día,
solo 12 horas después de haber nacido. Seguro que Jesús se acordó de ella
cuando retomando lo que el judío rezaba en el salmo 103,15-18 dijo a sus
oyentes que eran más importantes que las plantas del campo que por la mañana
florecen y al atardecer se marchitan y fenecen.
Ella sea la que, con su postrera bellísima flor de vieja
sabia, que va tirando en el claustro Barroco-Toscano del convento de San José,
la que hoy te lleve mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
23.9.2022. Viernes. (C. 1.571)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
Hermoso cactus que tan bella y efímera flor regala.
ResponderEliminarUn capricho de la naturaleza
aprovechado por Jesús en su Evangelio. Así todos lo entendemos. Gracias Padre Alfonso.
Es muy interesante como va engarzado una joya con otra hasta lograr un agradable saludo para los que seguimos el blog.
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