ESTAMPA CAUDETANA
LA MEMORIA CAUDETANA ESTÁ DE FIESTA.
Qué cosa se me ocurre decir. Mira que decir que LA MEMORIA CAUDETANA ESTÁ DE FIESTA. La memoria siempre está de fiesta porque nos trae hechos que acontecieron en el discurrir de nuestra vida y todos ellos constituyen, y siguen haciéndolo, la base, el cimiento, sobre el cual vamos colocando cada uno de nuestros días, nuestra vida.
Y hoy Caudete lo está y ya habrás descubierto, con solo ver las fotografías, la razón por la cual hago esa afirmación que sirve de título a estas palabricas mías en este 6 de noviembre de 2022.
Delante del altar de la parroquia de Santa Catalina aparecen cuatro cuadros que nos traen la imagen de otros tantos personajes naturales de la Villa o, en el caso de los más numerosos, los frailes agustinos, venidos a residir a la misma porque la obediencia de la que hicieron voto, les situó en la comunidad aquí existente, en el Palacio, que fuera mandado construir, en 1770, por un obispo natural de Madrid, Juan Elías Gómez de Terán pero residencial en Orihuela, diócesis a la que, en aquellos tiempos del siglo XVIII, pertenecía la Real Villa de Caudete.
Y, puede que me preguntes, ¿por qué haces que me fije en esos personajes que permanecen colgados en un año determinado de la pared de la historia, el de 1936?
Pues para que lo sepas o, en su caso, lo recuerdes, lo hago para celebrarlos festivamente porque el dicasterio romano de la liturgia dispuso que en este día se celebre festivamente a todos aquellos testigos, así se traduce la palabra mártir de Cristo, en el primer tercio del siglo XX con ocasión de un conflicto llevado a cabo entre hermanos, en una guerra civil. Todos ellos fueron vilmente pasados por las armas disparadas por gentes, que obedeciendo ciegamente una ley inicua promulgada por el gobierno de entonces, que amparaba tales salvajadas, sola y exclusivamente, por el hecho de ser sacerdotes, religiosos o simples fieles oidores de misa y auxiliadores de sus hermanos en situaciones perentorias de necesidad, gente caritativa, gente a la que se le llama buena. Y ahí están, delante del altar mayor de la parroquia de Santa Catalina. Ahí están para ser honrados por la feligresía de esta Villa. Desde ahí se constituyen el luceros para alumbrar nuestro camino, el camino que nos conduce hacia el Padre.
Aquel hecho no es una historia aislada en el acontecer de la existencia del ser humano referido concretamente a una relación íntima directa con la divinidad, a una fe, pues 200 años antes de Jesucristo esta misma historia que aconteció en Caudete el año 1936 tuvo lugar en Israel y es, precisamente hoy, en este domingo XXXII del tiempo ordinario, se nos pone para nuestra reflexión una lectura bíblica tomada del libro de los Macabeos que así nos lo indica (7,1-2;9-14). Esta lectura nos habla de la detención, ordenada por un rey invasor de Israel, de una mujer y de sus siete hijos y que, queriendo erradicar la fe del pueblo sometido, les obligaba a incumplir la ley estatuída desde antiguo y fielmente cumplida de degeneración en generación. No lo hicieron y aquel inicuo perseguidor fue martirizando uno a uno, delante de su madre, que les animaba en su lengua, a no flaquear. El cuarto de los hijos dirigiéndose al tirano le espetó a punto de morir: "vale la pena morir a manos de los hombres cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida"
¡Qué paralelismo tan grande se da en estas dos historias, la de los macabeos y la de los mártires caudetanos. Tanto unos como otros sabían perfectamente, eran conscientes de que la violencia que se ejercía con ellos privándoles de la vida, iba a tener una recompensa cierta porque no iban a caer al vacío sino que iban a ser recogidos por unas manos amplias, como son las manos de Dios Padre, y, sabiendo esto, sus espíritus salían de sus cuerpos abiertos de par en par por los tiros disparados por los escopeteros, para entrar en la casa definitiva, la de Dios, donde ya no habrá más pólvora, no habrá más violencia, no habrá más dolor, solo felicidad y gozo.
Hoy de no haber coincidido con el día del Señor hubiéramos celebrado solemnemente la memoria festiva de un montón de caudetanos que sufrieron la injusticia de los hombres que pensaban acabar definitivamente con ellos; pero lo que acontecía con esa injusticia no era otra cosa que abrirlos de par en par la puerta para entrar en la casa de Dios Padre.
Eso es lo que he pretendido darte a entender con el título que he puesto a mis palabricas, que hoy celebramos festivamente el triunfo de aquellos mártires caudetanos, Don Miguel Senén Abdón Díaz, párroco de Santa Catalina; Florencia Caerols, catequista; P. Alberto Marco Alemán de la familia de "los Monjo", Prior del convento carmelita de Ayala, en la Villa y Corte de Madrid y todos los frailes agustinos con su superior, P. Gabino Olaso Zabala, natural de Abadiano, Vizcaya , con otros siete padres, tres hermanos de obediencia y tres postulantes de los que solo se salvó uno.
Sí, hoy celebramos la fiesta litúrgica de los mártires españoles del siglo XX entre los que se encuentran los nuestros de Caudete cuyas efigies presiden las liturgias del día del Señor de este 6 de noviembre, en la parroquia de Santa Catalina de la Real Villa de Caudete.
Recibe mi saludo,
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
6.11.2022. Domingo. (C. 1.603)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
Gracias P. Alfonso por tan preciosa crónica .Los beatos de Caudete nos han dejado un ejemplo impagable e imborrable con su vida y su martirio
ResponderEliminartratemos de imitarle. Ruegan a Dios por nosotros gozando en el cielo.