domingo, 14 de enero de 2024

Juan Arellano García.

ESTAMPA CAUDETANA.

JUAN ARELLANO GARCÍA.

 Cientos de veces he pasado debajo de la placa adosada a la pared de un callejón en el barrio de San Francisco desde el que el tal señor, Juan Arellano García, me miraba desde el azulejo. En él se nos informa de que en esa casa vivió este insigne caudetano.

Muchas, muchas veces he pasado por por ese callejón para llegarme a la calle San Francisco y, por ella, a la parroquia donde tenía mi quehacer y ¿ puedes creer que nunca me había detenido a contemplar el azulejo? Eso sí, lo he visto de paso, sin detenerme, quizá porque siempre voy con la hora justa y no es de buen gusto hacer que la feligresía aguarde al sacerdote, pues los tengo muy bien acostumbrados ya que, siempre, comienzo los actos litúrgicos con puntualidad suiza o japonesa.

Pero ayer, no, ayer bajaba con un poco de tiempo y me detuve a leer con detenimiento la leyenda del azulejo y, cosas que pasan, se me vino a la cabeza sacarle una fotografía para que ese hombre que tanto hizo por la Real Villa de Caudete, en obras de encomio, te llevara hoy mi saludo mañanero.

El mecenas, Paco Albalat Navajas, poco pudo haber hecho por la Villa, a principios del siglo XX, si no hubiera contado este hombre prodigioso, un verdadero artista, un trabajador empedernido, un gran maestro en el arte de las obras civiles, un gran albañil. 

Él fue quien le construyó el palacete de El Paso al marqués de San Carlos, don Paco Albalat Navajas, quien le puso  la bandera a la casa de la calle Abadía, también propiedad del prócer y levantó todo un barrio, El Barrio de San Francisco, obra en la que encontraron trabajo las gentes de la Villa que, en aquellos tiempos lo estaban pasando muy mal debido a infortunios naturales que dejaron sin trabajo y, por ello, con la falta de posibles para poder vivir y fue él, don Juan Arellano García, el que dirigió las obras, puso cimientos, levantó paredes y cubrió aguas a un montón de casas que el don Paco Albalat Navajas puso a disposición de las gentes de aquel entonces, por muy poco alquiler, si es que tenían con qué pagar, y, además, llevó a su coronamiento otra gran obra pública que viene a ser como el emblema de esta Villa, la gran y monumental Plaza de toros conocida en la actualidad como las Arenas de Caudete y que sirvió de modelo a los arquitectos que diseñaron y edificaron la plaza más famosa del mundo, la de Las ventas de Madrid.

Con toda seguridad puede que nada de lo que proyectó el Conde de San Carlos se hubiera llevado a cabo si no hubiera contado don Paco Albalat Navajas con este hombre agraciado para tirar de planos y llevarlos a la realidad sobre el terreno dejando, para la posteridad, testimonio de su bien hacer, todo un barrio, casas señoriales y la monumental Plaza de Las Arenas de Caudete, entre otras.

Dios tenga consigo a ambos allá arriba, en su gloria, y para mí tengo que, si "en los cielos nuevos y la tierra nueva" de la que nos habla el apóstol San Pedro en su segunda carta (3,13) hay terreno edificable allí estará don Juan Arellano García poniendo en marcha nuevos barrios para acomodar a los que se van marchando de este mundo hacia el otro porque, según las palabras dichas por Jesús a sus discípulos antes de ascender a los cielos para volver al lugar de donde había venido, a la derecha del Padre: "en la casa de mi Padre hay muchas estancias y voy a prepararnos sitio... (Jn 14, 2 y ss), es menester que se tengan que edificar casas o lo que Dios tenga a bien disponer, para acoger a sus hijos, los seres humanos, que van terminando su peregrinaje por este mundo viejo.

¿Por qué no podemos pensar que, el bueno de Juan Arellano García, estará haciendo allí algo de lo que aquí fue consumado y buen hacedor?

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

14.1.2024. Domingo. (C. 1.774)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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