miércoles, 7 de febrero de 2024

El siempre presente y, no obstante, el gran olvidado.

ESTAMPA CAUDETANA 

EL SIEMPRE PRESENTE Y, NO OBSTANTE, EL GRAN OLVIDADO.

El evangelio de Mateo nos trae aquellas palabras de Jesús:

"Ojo con despreciar a uno de estos niños porque sus ángeles están viendo siempre el rostro de Dios" (Mt. 18,10).

En nuestro hablar coloquial solemos decir, cuando vemos que un niño se da un buen porrazo: 

"Este niño tiene siete vidas" o "es de goma"

dando a entender que el golpe sufrido debería haber tenido muy malas consecuencias, es decir,  que, con toda seguridad, el niño lo hubiera pasado mal, muy mal. 

También se suele decir, cómo decía mi madre cuando el trompazo nos lo dábamos sus hijos:

"Este hijo mío tiene un ángel",

como, queriendo decir, que quienes cuidan, con esmero, de los niños son esos ángeles de los que hablaba Jesús a sus discípulos, los ÁNGELES DE LA GUARDA, tan atareados cuando nos acompañan en los primeros tiempos de nuestra estancia en este mundo. Esos Ángeles que, a medida que vamos creciendo, pasan a acompañarnos sin tanto protagonismo porque ya aprendemos nosotros a poner cuidado en aquellos momentos conflictivos que van jalonando nuestro crecimiento. Y, al retirarse un tanto, pasan a ser LOS GRANDES OLVIDADOS. Y, no obstante, ¡qué bien nos iría si cayéramos en la cuenta de que, en nuestro caminar por este mundo, no vamos solos pues, ahí están, a  nuestro lado, para salir al quite en cualquier necesidad, como hicieran cuando éramos bebés creciditos!. Sí, nos iría muchísimo mejor  si, por nuestra parte, los prestáramos atención, porque están ahí para velar por el bien de aquellos en los que Dios pensó, amó y creó, a nosotros, los seres humanos.

Las gentes que vivimos aquí, en la Real Villa de Caudete, tenemos suerte porque contamos con una preciosa imagen del ÁNGEL DE LA GUARDA que siempre, siempre, es una referente del Ángel invisible que nos acompaña, como lo hace nuestra sombra.

Se encuentra subida en una peana aledaña a la capilla del Baptisterio que decorara el gran pintor caudetano, Pedro Torres Cotarelo, en la nave de la derecha del templo parroquial de Santa Catalina, porque, delante de ella, pasamos muchos al lugar sagrado y, no obstante, no son muchos, lo tengo observado, los que dirigen un saludo a su ÁNGEL DE LA GUARDA cuando pasan delante de ella. Yo, sí. Yo sí que, mientras toco su pie, siempre le digo algo y, además, cuando dejo caer los párpados cada noche, le encargo que cuide de mí durante el sueño. Cierto, vuelvo, cada noche, a requerirle que cuide de mí, como lo hacía cuando era bebé y mi madre decía:

"este hijo mío tiene un Ángel".

Ayer me alegré. Ya caminábamos, rosario adelante, de la mano de Ana que, en sus tiempos fuera la dulcera de Picó, cuando entró una mujer e hizo lo que yo hago siempre que entro en el templo: se dirigió a la imagen, levantó su mano derecha y tocó el pie de la imagen del Santo Ángel de la Guarda subidita en su peana. Se apartó un par de metros para ver la cara de la imagen y allí permaneció "charrando" rezando, con aquel a quien representaba la imagen, con su Ángel de la Guarda, sin escatimar tiempo.  Tiempo  que aprovehé para hacerme con el telefonillo y fijar el momento. 

La  dije lo que acababa de hacer y le pedí permiso para emplearla como tarjeta portadora de mi saludo de hoy para ti. No tuvo reparo alguno,  sino que, hasta me animó a hacerlo.

No estuvo siempre ahí la imagen del Ángel de la Guarda. Antes de ser donada a la parroquia, estuvo en una cambra (troje, cámara, sobrado, desván...) en el barrio de la Villa que lleva, precisamente, su nombre, el Barrio del Ángel.

Pero, ahora, lo está y se presta estupéndamente para recordarnos que, con nosotros, va de camino el gran regalo que Dios nos hizo, además del de la vida, cuando nos puso en este mundo, un COMPAÑERO para andar por él, nuestro ÁNGEL DE LA GUARDA al que, no obstante, TENEMOS TAN OLVIDADO.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

7.2.2024. Miércoles. (C. 1.798)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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