martes, 6 de febrero de 2024

Anochece.

ESTAMPA CAUDETANA.

ANOCHECE.

Ya no se ve, solo se vislumbra. La Real Villa de Caudete se está sumiendo en un sueño profundo a este lado de la loma en la que se asienta. Sólo unas lucecicas, que semejan luciérnagas, tintinean poniendo chispitas de luz allí donde reposan la Villa y los villanos que la habitan. 

Nada más. 

Todo es silencio.

Sólo queda, por poco tiempo, una línea de luz que traza el sol en la cresta de la sierra antes de hundirse irremediablemente en el más allá del mar océana. Diríase que tiene prisa para implantar el día en las pampas argentinas donde, los gauchos, montando poderosos corceles, conducirán a pastar a sus ingentes vacadas, a un mar de cabezas con afilados cuernos. Pero, antes de marcharse del todo, el sol, tiene a bien despedirse del lugar y de los lugareños haciendo que reboten sus últimos rayos en la cóncava esfera celeste regalando, a la Villa, una especie de umbrela luminosa. 

Así vi, ayer, el atardecer de un día que fue bueno, muy bueno, hasta que se retiró el sol dejando a la Villa tranquila, a oscuras, envolviendo los sueños de la población entera.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

6.2.2024. Martes. (C.1.797)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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