ESTAMPA GAUDETANA.
FLOR DE LA MAGNOLIA.
Ya me había puesto en el antecedentes una amable comunicante acerca de que, en el jardín de Rafael, había florecido la MAGNOLIA GRANDIFLORA.
A mí me había pasado totalmente desapercibida a pesar de que, cada mañana, cuando bajo hasta el monasterio de las monjas Carmelitas de clausura, no se me escapa detalle del plantel que verdea y pone color en el jardín de Rafael. Y no había caído en la cuenta de que había florecido este árbol de tan gran porte que ha conseguido adquirir carta de naturaleza en este lugar tan frío como es la Real Villa de Caudete, lugar que no es muy propio para esta clase de árboles.
Y es que, propiedad de los grandes seres, ya sean personas o ya sean MAGNOLIAS, es la sencillez y la humildad. Y, entre toda la foresta que crece en el ámbito de esta villa, no hay ninguna especie que tenga la flor tan grande, tan hermosa, como la tiene LA MAGNOLIA GRANDIFLORA, como su nombre indica "de flores grandes".
Comparada con las otras que lucen sus galas con primor, viene a ser como una especie de plaza Mayor, sin parangón alguno.
Sí, la MAGNOLIA del jardín de Rafael ha florecido. Claro que hay que fijarse mucho desde la avenida de la Virgen de Gracia para poder descubrirla porque se ha abierto mirando a la casa, como si fuera a otorgarse, a sí misma preciosa e inigualable, como regalo, como ofrenda, que hace el árbol a las gentes de la casa que han tenido a bíen sembrarla y cuidarla. De modo y manera que, al día de hoy, luce guapa, muy guapa, en el jardín.
Ayer por la mañana al acercarme al monasterio de las monjas carmelitas me detuve, siguiendo la indicación de mi amable comunicante, a examinar el árbol para ver si descubría su flor, esa flor de la que me habían dado el chivatazo, porque, la verdad, ya te lo decía anteriormente, a mí me había pasado totalmente desapercibida. Y, observando bien, registrando palmo a palmo la copa del árbol, llegué a descubrirla. Se encontraba un tanto oculta, tapada por unas hojas, como huyendo de las miradas de la gente del lugar que pasan, con una u otra dirección, por delante del jardín, no fuera a ocurrir que la descubrieran. Y, no, no quería satisfacer a otras ventes que no fueran las de la casa.
Tiré de telefonillo y, haciendo zoom, pude captar, más que a la flor, a su insinuación detrás de unas hojas, en la zona de Levante de su copa allí donde el sol mañanero hace verdaderos milagros, como el que haya florecido LA MAGNOLIA GRANDIFLORA. (*)
Pues para que veas tú lo que yo vi y capté y guardé en la cámara oscura de mi telefonillo, te la mando con la encomienda de que te lleve mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
25.5.2024. Sábado. (C. 1.904)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
(*) En otra ocasión ya te hablé de otra Magnolia, Aquella crecía alta, casi el doble que la del jardín de Rafael, en un angosto espacio existente entre la fachada de una casa y la valla de obra que la separaba de la calle Blasco Ibáñez, allí donde, esta calle, hace semiesquina con la avenida de el Atleta Antonio Amorós. Por la tarde de ayer pasé por delante de ella y observé que está llenita de capullos, ninguno abierto, que no tardarán en lucir el tipazo, mirando a Levante, al sol naciente, del que reciben donaire y salero.
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