martes, 21 de mayo de 2024

Sedum Album.

ESTAMPA CAUDETANA.

SEDUM ALBUM.

Cualquiera diría que ese nombre, tan rimbombante, guarda relación con un espécimen grandote. Pues no te lo creas. No, con la que salió a saludarme cuando pasé por delante de ella. Otras de su familia sí que suelen crecer tapizando el lugar y, también, con  tallos  que suelen empinarse hasta alcanzar los 30 centímetros, pero no en la acera de una calle. Sí, en pedregales y secarrales porque a estas plantas no les hace falta mucho riego ya que sus hojicas son verdaderos aljibes donde almacenan el agua. Para verla bien tuve que parar y dar marcha atrás y agacharme, hasta muy cerca de la acera, en la calle Dos de Mayo de esta Real Villa de Caudete.

Todo en ella era flor y casi, casi, nada de la planta de donde tenía la fuente que alimentaba tal maravilla y que permanecía, toda ella, dentro del huequecito  que se había abierto en la pared que separa un espacio abierto, no construido, de la calle y, fuera de sí, asomando por el roto de la pared, su regalo, toda una maravilla: su colimbo compuesto de muchas, de muchísimas, florecillas.

Esta planta, en contra de lo que hacen otras muchas que migran desde el África hacia el Septentrión, lo hace al revés, pues,  desde por encima del Ecuador, se lanzó a la conquista de África del Sur y también de lo que fuera la América Española.

Se la conoce con muchísimos nombres, no me he parado a contarlos, pero son muchísimos yo te voy a nombrar dos, además de aquel con el que la bautizaron los sabios en este campo, y que es: CRESPINILLO porque me cae bien. Un nombre bonito, CRESPINILLO y otro que, aunque no me cae nada bien, tiene una relación directa con la fotografía que ilustra estas letricas: "MIERDA DE PERRO" así, como te lo digo, así la llaman muchos. Y digo que tiene relación directa con la fotografía que preside estas letricas porque, si te fijas bien, no vas a ver la caca de perro pero sí una soberana mición de ese animal que es la que da color a esa mancha sobre la cual descuella el colimbo con su multitud de florecillas blancas que se asoman fuera de la oquedad para saludar al viandante, como hicieron conmigo la otra mañana, cuando me dirigía a celebrar la Eucaristía en el monasterio de las monjas Carmelitas de Clausura.

Esta plantita, ahí donde la ves, tiene una propiedad curativa, que yo sepa, suele emplearse para solucionar los problemas de la piel aunque, no en todos los casos, porque yo tuve una compañera de claustro, era una mujer agradabilísima, todo el mundo la quería porque se hacía querer, y, en un momento dado, pescó algo malo en su piel. La recomendé que exprimiera las hojitas del CRESPILLO llenas a agua en la que se encuentran disueltas sustancias curativas, sobre su piel dañada y, la mujer, así lo hizo. Recuerdo que se lo trajo de América un piloto de avión amigo suyo. Su problema de piel emigró a otros lugares de su cuerpo y acabó con ella. Tres días antes de emprender "su vuelo particular" recuerdo que nos encontramos a la puerta del salóncito  n.7 en el que tomábamos café y charlábamos los profesores en el poco tiempo libre de que disponíamos y me dijo:

"Alfonso, me encuentro mejor que nunca" era la mejoría previa al "gran viaje".

"¡Cuánto me alegro, vamos a celebrar la fiesta del cole", la contesté yo. Pero no llegó. La madrugada de la víspera del día  de la fiesta, La Conversión de San Pablo, la administraba yo los Últimos Sacramentos en la UVI del hospital Ramón y Cajal de Madrid. (Ríp)

 

A caballo del COLIMBO DEL CRESPINILLO de la calle Dos de Mayo, te mando hoy mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

21.5.2024. Martes. (C. 1.900)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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