sábado, 13 de julio de 2024

Sexto día de la Novena en Honor de la Virgen María del Monte Carmelo.

ESTAMPA CAUDETANA.

SEXTO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO. 

Hoy, como cada día, al iniciar la Eucaristía, el padre predicador nos puso en antecedentes acerca del tema que iba a tratar en su discurso homilético. No era otro que MARÍA MADRE DE DIOS MEDIADORA ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES. 

En la liturgia de la palabra se proclamó, en primer lugar la lectura del primero de los libros de los Reyes, allí donde se habla del sacrificio de Elías en la cumbre del Monte Carmelo del que ya nos había hablado ayer a la hora de justificar la huida del profeta, a través del desierto, hasta el monte Horeb para no caer en las manos de la violenta Jezabel, mujer del Rey, de origen fenicio. 

La pericopa, tomada del libro de los Reyes (1 Re 18), nos habla, pormenorizadamente, de los preparativos de aquel sacrificio promovido por la implantación en Israel de la fe de la reina  en los Baales, que le llevó a destruir los lugares de culto judío y de  adoración a Jahvé, Dios de Israel. 

La propuesta era sencilla: los cuatrocientos cincuenta sacerdotes de Baal traídos por la reina del reino de los fenicios ofrecerían un sacrificio a sus dioses e Isaías haría otro tanto a Jahvé y el Dios que enviara fuego del cielo para consumir la ofrenda sería el Dios verdadero. Todo el día estuvieron los sacerdotes de Baal dando gritos e invocando a sus dioses y no ocurrió nada. Al atardecer Elías invocó al Dios de Israel y al hacerlo un fuego violento bajado lo alto consumió la res del sacrificio, las maderas sobre la que estaba colocada, las piedras del altar sobre las que reposaban las ofrendas y consumiendo  totálmente el agua que circundaban el altar del sacrificio. 

Viendo tal hecho las gentes, testigos del acontecimiento, se llevaron por delante a todos los sacerdotes de la reina Jezabel. 

La segunda lectura la tomó del capítulo segundo del evangelio de San Lucas, allí donde se nos habla del nacimiento de Jesús y sus pormenores. 

Hizo hincapié el padre predicador acerca de que en la estampa evangélica se identificaban claramente las personas de José y de María como intermediarios de Dios y de los hombres al comprometerse en la obra de la Redención facultando y haciendo posible la Encarnación del Hijo de Dios en nuestra naturaleza humana, llevada a cabo en la familia de José de Nazaret pero dejó meridiamente claro que el gran intermediario entre Dios y los hombres era Jesucristo, Hijo de Dios nacido hombre de las entrañas de la Virgen Santísima, María, en la casa del carpintero José.

Toda su plática versó sobre el papel tan importante que llevó a efecto la Virgen Santísima nuestra Madre en cuya labor sigue comprometida en el correr de los tiempos. 

Ella, miembro de la raza humana, es, para todos nosotros, como una especie de pararrayos por el que bajan hasta nosotros  las atenciones, las preocupaciones, el amor de Dios, gracias que Dios otorga a los  hombres. 

Invocó como aval de sus palabras las aseveraciones que hace el concilio Vaticano II sobre la Madre del Señor y también la intercesión ante ante su Hijo para que solucionará "la papeleta" que se les había presentado a una pareja de novios en Caná de Galilea, al acabárseles el vino: 

"haced lo que él os diga, indicó a los sirvientes de la boda".

En toda su homilía trató de acercarnos a la Virgen Santísima nuestra Madre en su labor de intercesora o medianera entre Dios y nosotros. 

Ella era el elemento humano en las manos de Dios para favorecer con sus dones a todos los seres humanos, nos dijo en varias ocasiones. Y, terminando sus siete minutos de predicación, centró nuestra atención en ella pero, de modo especial, en su labor directa para con nosotros porque pues la invocamos así, como medianera entre Dios y nosotros, como dispensadora de la de los dones de Dios para con nosotros, al venerarla, en esta Real Villa de Caudete, en su advocación de GRACIA, gracia que Dios nos otorga, precisamente, en ella y con ella.

Recibe mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

13.7.2024. Sábado, 7° día de la novena en honor de Nuestra Madre la Virgen del Carmen. (C. 1.953)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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