ESTAMPA CAUDETANA.
HUESPED NO DESEADO.
Ayer se nos presentó, por esta Real Villa de Caudete, un HUESPED NO DESEADO.
Fue un viento molesto, no porque fuera fuerte y violento, como otras veces, pero sí porque venía impregnado de un frío que se metía muy adentro de uno.
Se nos coló en nuestro vallecico encajonado entre la Sierra Alázera y Sierra de la Oliva que aquí solemos llamar de Santa Bárbara porque, en todo lo alto, se alza la ermita donde recibe culto esa Santa, barriéndolo de un lado a otro y presumiendo de protagonista en todas las calles de la Villa.
Se nota que estamos en época de cambio, y no me estoy refiriendo a esa marea imparable de gentes pro cambio climático, cuanto porque estamos en caída libre en busca del invierno y los vientos bajan desde lo alto del septentrión, bien fríos, ellos, en busca de tierras templadas o calientes para sacudirse el frío que traen consigo y absorber el calor que encuentra por aquí y, así, poder levantar vuelo dejándonos su frío lastre. Y eso es lo que hizo ayer el HUESPED NO DESEADO, el viento frío que se nos instaló en la Villa.
Ya desde la mañana se hizo notar haciendo que el símbolo de la Patria existente en la calle Dos de Mayo (qué nombre más sugerente y apropiado porque en tal fecha de 1808 las gentes de Móstoles y Madrid se levantaron contra el ejército de Napoleón que se había permitido el lujo de saltar los Pirineos para invadirnos), la bandera ondeaba, movida, en todo lo alto de un tejado, por un aire frío que, como hicieran los madrileños con soldados franceses invasores de España, había hecho el aire frío con la Bandera de España.
Ya lo ves en la fotografía que abre estas letricas.
Luego, cuando llegué al Paseo Luis Golf, me encontré con que los oficiales del Ilmo. Ayuntamiento encargados de la limpieza habían procedido a tender cintas de plástico para impedir el paso a los lugares de esparcimiento de los ñacos y de los mayores, para prevenir posibles percances a causa del desprendimiento de ramas de los árboles provocados por el HUESPED NO DESEADO, por el aire frío.
Por la tarde, al volver a pasar por allí para dirigirme a la parroquia de Santa Catalina, ni los niños jugaban con los juegos allí existentes, ni la gente mayor estaba por permanecer sentada "charrando" en los bancos del paseo.
Y es que, ya te lo decía antes, el otoño baja, como un caballo desbocado, en busca del invierno.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
22.11.2024. Viernes. (C. 2.069)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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