ESTAMPA CAUDETANA.
NO ES NIEVE, SON COCHINILLAS.
Cuando salí de casa ayer por la mañana para acercarme hasta el monasterio de las monjas Carmelitas de clausura, vino a mi memoria mi madre, de pie, a la puerta de casa, diciéndome una y otra vez, mientras caminaba raudo para ir a la escuela de la Villa situada a un kilómetro cuesta arriba:
"Abrígate bien que hace un día de perros"
Y, es que, claro, hacía frío, mucho frío amparado por una niebla cerrada que envolvía a la Villa caudetana. Menos mal que poco después apareció por el vallecico el buenísimo del sol con un escobón de rayos y pusieron a la niebla en "polvorosa", que dicen en mi pueblo, y dejó un día envidiable, vamos, como de primavera.
En el corralón del convento de San José (El Carmen), crece esbelta, toda hermosa, una OPUNTIA MÁXIMA, en román paladino, CHUMBERA. Vino conmigo hace unos años procedente de mi pueblo de Oropesa, más concretamente, de la zona conocida con el nombre de las peñitas, cantos rodados de grandes dimensiones, que recuerdan que por allí pasaría, hace muchos siglos, una corriente fluvial fuera de lo normal, un río con un caudal inmenso. Esa zona se encuentra al sur de mi pueblo, a un kilómetro, más o menos, desde el centro de la Villa. Y, allí, se levanta una ermita en la que se venera, desde muy atrás, a la Madre de Dios en su advocación de Peñitas porque, según noticias muy viejas, se le apareció a un pastorcito desde lo alto de una de esas peñas o canto rodado. La Virgen se le apareció pequeñita y el niño la netió en su zurrón pero, al llegar a casa, había desaparecido. Al día siguiente volvió a aparecérsele. Y ese fue el comienzo de cómo la Madre del Señor quiso ser venerada en aquel lugar y, así, se sigue haciendo al día de hoy, un montón de siglos después, con el nombre de la zona donde tuvo a bien manifestarse, Virgen María de PEÑITAS.
De allí, al otro lado del camino que conduce al paraje de Las Rozas, frente a la ermita, desgajé una palera de una gran chumbera allí existente y me traje. Enraizó y creció y creció hasta alcanzar la altura que aprecias en la fotografía que sigue:
Llevaba un tiempo blanqueando de arriba abajo. Diríase que una marabunta de parásitos se había abatido sobre ella porque nevar, lo que se dice nevar, no lo ha hecho este año en la Real Villa de Caudete.
Y así era NO ERA NIEVE, ERA UN ATAQUE DE COCHINILLAS.
Este insecto es un depredador terrible de las chumberas a las que reduce a escombros pues succiona su savia y, al hacerlo, termina con su vida.
Pero tienen algo bueno, y existen lugares, como Canarias, donde se las explota comercialmente porque se obtiene de ellas colorante natural, como el que se emplea en los lápices de labios o para teñir fibras.
Claro que a mí lo que me interesa no es otra cosa que conservar la chumbera y,
"a falta de pan, buenas son tortas",
que dice el aforismo, y, como no disponía de jabón potásico, que es lo que las mantiene a raya, (me lo había prometido Paco Cantos Albertos, "El Molinero", pero está es la fecha en que no se ha pasado por el convento), que las fulmina, las he eliminado con jabón de fregar platos, en mi caso Flota líquido, el de toda la vida (ya lo empleaba mi madre en pastillas, cuando yo era niño) y el doble de cantidad de vinagre porque éste tiene la virtud de disolver su coracica pero, además, no contento con ello, las he cepillado y he dejado las paleras limpias de bichitos.
(Estado de la chumbera antes de limpiarla)
(Estado en que la he dejado).
Estando empleado en la faena de limpieza recibí la visita de la luna, como lo hiciera el día anterior mientras ordenaba el corralón. Y aproveché la ocasión para encerrarla en la cámara oscura de mi telefonillo cuando pasaba por entre las paleras de la chumbera, para poder enseñártela.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
8.2.2025. Sábado. (C. 2.133).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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