martes, 5 de agosto de 2025

Una rosa roja. Todo un símbolo.

 ESTAMPA CAUDETANA.

UNA ROSA ROJA. TODO UN SÍMBOLO.

No me pasó desapercibida la sencilla ofrenda de una rosa roja situada a los pies del altar en la iglesia del monasterio de las monjas Carmelitas de clausura. No podía pasar desapercibida porque aparecía como si estuviera estampada sobre el mantel que cubre el altar.

Y, yo, al contemplarla, no pude por menos que ver en ella, en cada uno de sus pétalos, a cada uno de los hermanos frailes de la comunidad de San Agustín que vivía en su convento, lugar que fuera, un par de siglos atrás, residencia veraniega del ordinario del lugar de Orihuela y que, con el tiempo, pasó a ser  convento destinado a ser enfermería y lugar de reposo para aquellos miembros de la Orden Agustiniana que habían entregado su vida al servicio de la Palabra y la transmisión del Mensaje de Cristo en las lejanas tierras de Filipinas, tierras que habían permanecido durante siglos bajo la corona de los soberanos españoles y de las que salió, como último de los soldados españoles quien estaba destinado a ser, ni más ni menos, que mi abuelo paterno, El capitán Narciso Herrera Coronado, acompañado de un subalterno natural de la provincia de León

Sí, en cada pétalo de la rosa, veía yo a un fraile de aquel convento que, en el hoy de 1936, vertieron su sangre roja, como roja es la rosa, al ser tiroteados, martirizados, por un puñado de escopeteros que, procedentes de Valencia, iban, al mando de una mujer, camino de Madrid y al pasar por aquí solicitaron para fusilarlos, y les fueron entregados, a los frailes agustinos que se encontraban encarcelados en el convento de San José (El Carmen), a la sazón, cárcel del lugar.

En la iglesia del monasterio de las Madres Carmelitas, en la mañana de hoy, 89 aniversario de su martirio, apliqué la misa de acción de gracias por ellos, por su triunfo, al tiempo que lo hacía por la Reina de los Mártires pues hoy también celebramos la dedicación de la iglesia más antigua destinada a honrar a la Virgen María, la basílica de Santa María la Mayor, impetrando su intercesión ante Dios para con esta Villa: 

"Ánimo, hermanos, alentó con su voz cálida el P Prior, P. Olano, derramamos nuestra sangre por Cristo"

Y,  acto seguido, cayeron fulminados todos los miembros de aquella comunidad agustiniana. 

Era el medio día de hace 89 años, hora en que escribo estas letricas, para que te lleven mi saludo mis 


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

5.8.2025. Martes. (C. 2.306).

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario