sábado, 20 de enero de 2018

ESTAMPA CONVENTUAL. El Kaki



ESTAMPA CONVENTUAL.
EL KAKI.


- Ayer fue uno de esos días que se hacen notar. Cuando cerré el sobre no le cerré de verdad ¡qué va! Cuando cerré el sobre saltó el cerrojo de la jaula y ese otro YO que tenemos dentro se ausentó, durante unas horas, pocas, de marcha a andorrear «por esos montes y espesuras», vete a saber por dónde, pues nada dice. Es muy callado el andobas. Da la impresión de que no está cansado, que el único que está tronzado y desvencijado es el YO que recibe las bofetadas que le suministran los asuntos en que le mete la programación en la que uno, mayormente, no tiene ni arte ni parte, pues te vienen dadas o rodadas.

- Antes de comer tuve que quitarme con amoniaco la resina de unas arizónicas a las que metí el serrucho para aligerarlas un poco y, de paso, evitar que te invadan gran parte del terreno con sus ramas rastreras que, debidamente cortadas y metidas en seis cajas, quedaron a la espera de llevarlas a los contenedores de basuras que el Ayuntamiento tiene ubicados en lugares  adecuados, cosa que hice aprovechando la ocasión que se me presentó al ir a celebrar la Eucaristía en la parroquia de San Francisco.
- Y, claro, no podía dejar de traerte la imagen del árbol que luce como «el gallo de Morón» que «cacareaba, sí, pero lo hacía sin plumas», del Kaki de nuestro corral. Fíjate cómo está el pobre. Las heladas de estos días de atrás le desnudaron totalmente, no le dejaron ni una hoja. Pero lo que no le quitaron fueron sus frutos. Ahí los tienes. ¡Míralos!
- No son de esos a los que han trabajado los botánicos, vamos que no son los Persimón, son los de siempre, los que si te permites arrancarle uno sin estar maduro y te lo zampas... te queda una carraspera que te quita las ganas de volver a las andadas. Hay que dejarles madurar.
Me recuerda este árbol a aquellos que tenía sembrados Don Emiliano Bermejo, el abuelo del que fuera Ministro de Justicia con Zapatero pero que, por los cincuenta y tantos del siglo pasado, fue, primero, compañero mío de estudios en el colegio de Ntra. SEÑORA DEL CARMEN en Arenas de San Pedro, que era propiedad de su abuelo. Mucha «gazuza» nos quitaron aquellos kakis a los chavales internos. No los dejábamos madurar y, consecuentemente, dejaban un rastro en la boca y  en la garganta... pero, entonces, se aguantaba. Hoy, ¡no!

Tenemos firmado un contrato con los mirlos y gorriatos en el que, la verdad, salen ellos mejor parados porque siempre se llevan la mejor parte. Siempre pican a los buenos, a los que no rascan, a los maduros. Tan es así, que hemos tenido que quitarle peso al árbol y meterlos en sazón (sazonarles, según el decir de las monjas Carmelitas de clausura de Onteniente, no es otra cosa que meterles en un recipiente a oscuras con un vaso de alcohol, puede ser güisqui, coñac o el de quemar y ¡Maduran! Se les quita el bravío). De esta manera vamos comiendo la fruta ellos y nosotros. Pero en la entente quienes siempre ganan son ellos, los pájaros ¡Qué listos son los tíos!

No se queda en el corral porque marcha libre hasta ti mi saludo, mis

               ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
20.1.2018 Sábado. P. Alfonso Herrera. O. Carmelitana

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