lunes, 9 de julio de 2018

La Elección de la Reina


ESTAMPA CAUDETANA
LA ELECCIÓN DE LA REINA.

Se recuperó la tradición. Volvió el pueblo a LAS ARENAS DE CAUDETE.
No, no vayas a pensar que corrieron los toros, no. De toriles no salió ningún astado. Y si no salió morlaco alguno, tampoco hubo lucimiento de enseñas de ganaderías. No, ayer por la noche (por antes de anoche),  hasta casi abrir el día, mucho pueblo acudió a la plaza, a Las Arenas de Caudete.
La cita no era para las cinco de la tarde, que es cuando los clarines tocan para que el alguacilillo abra la puerta de toriles para que salga el toro. La cita era para la elección de LA REINA para los fastos de 2018 en honor de LA VIRGEN DE GRACIA.
En este pueblo algunos eventos comienzan con puntualidad matemática a la hora fijada. Otros, no. Entre éstos últimos se encuentra el que nos ocupa.
La cortesía iba para la media hora cuando  una voz que salía de las oscuridades de más allá del escenario nos daba la bienvenida y nos pedía un minuto de silencio. Se encontraba de cuerpo presente en el tanatorio del pueblo la abuela de la dama de los Guerreros.
Luego vino todo rodado. Aplaudimos largamente el Himno Nacional, no podía ser de otra manera. Asistimos a la proyección del documental sobre las fiestas de Moros y Cristianos del año pasado presentado en un festival en Alcázar de San Juan, creo.
Retirada la pantalla, quedó expedito el escenario. Una guapa presentadora envuelta en un vestido color rojo vivo,  como la sangre que vertieran en esta plaza tantos toros desde que en 1910, en su 15 de mayo y a las cuatro de la tarde, abriera sus puertas este coso de Las Arenas de Caudete, legado que fue de Don Francisco Albalat Navajas, Conde de San Carlos, para pasaportar seis hermosos toros de la acreditada ganadería del Exmo. Sr. Marqués de SALTILLO a cargo de los matadores de toros Ricardo Torres -BOMBITA- y Rafael González -MACHAQUITO- y dos hermosos novillos rejoneados por Don José Bento de Araujo, de Lisboa y estoqueados por Ricardo Martínez, Yeclano, nos presentó el evento y dio la entrada a un grupo de baile con vocalista que tenía una voz que llenaba con palabras inglesas las notas que se subían muy alto, muy por encima de la última línea del pentagrama que, introducidas en unos altavoces potentísimos cercanos me hacían botar en la silla de plástico. También entraba en el paquete contratado, un mago que sacaba palomas blancas, hasta 4, de cualquier sitio. También metió a la vocalista en una caja y tras clavar multitud de paraguas, seis por cada cara, la sacó indemne del encierro. El grupo, muy de acuerdo con el momento, mantenía paridad, tres chicos y tres chicas.  Le sacaban al cuerpo lo que nadie se imagina al son de músicas de todos los estilos, tiempos y lugares, también de películas como aquella de «Bailando bajo la lluvia» y, el flamenco tampoco faltó, si bien, solo tocaron un palo del gran abanico que posee nuestro emblemático baile.
Mediada la actuación del grupo animador, se volvió a poner ante el micrófono la guapa presentadora y fue dando paso a la «salsa» de la velada. Por la pasarela fueron subiendo al escenario la dama de los Guerreros, de los Mirenos, de los Tarik, de los Moros, de la Antigua, todas ellas del brazo de un acompañante. Cerraba el desfile de damas la que presentaba el Ilustrísimo Ayuntamiento que, como era de ley, tenía que presentarla el Alcalde. Y así fue. Luego subió la reina cesante tocada con la diadema de su cargo.
Y... se llevó a efecto la elección de la nueva reina.
No tuvo lugar al modo como acontece en los concursos de las mises. No había jurados que sopesaran dones, gracias, palmitos, líneas corporales y otros temas que hacen que una chavala esté por encima de las demás compañeras y, gracias a ello, es designada mis o reina.
En Las Arenas de Caudete no ocurrió así. Allí cada comparsa y el Ayuntamiento presentaron su dama y estas damas introducían su nombre en una bolita hueca que depositaban en una urna de cristal, todas eran iguales. la reina cesante introdujo su mano en la urna, sacó una de las bolitas y se la entregó a la juez, que estaba acompañada por dos testigos, también mujeres. Abrieron la bolita, leyeron el nombre de la agraciada, levantaron acta y se aproximaron al micro y...  MARTA FERNÁNDEZ AZORÍN, de la comparsa de Los Moros.

¡¡¡YA TENEMOS REINA!!!
La reina electa.

Alegría, saltitos, besos y abrazos. Las damas y la nueva Reina se fundieron en un prolongado abrazo que solo se disolvió cuando la guapa presentadora despidió a la reina cesante que con un aire real bajaba, ya sin diadema, del brazo de su apuesto acompañante. En el trono, la Reina electa, acompañada por sus damas de honor, presidía el resto de la velada.
Aprovechando una danza loquísima del grupo animador, entre nubes de humo artificial, nos escabullimos por el foro haciendo fu. Las manillas del reloj iban pendiente abajo en busca de las doce y media.
Soñoliento, pero sabiendo por donde va, marcha hasta ti, mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
9.7.2018. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. C.  alfonsoherr@gmail.com





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