martes, 10 de julio de 2018

Los Geranios de Teresa


ESTAMPA CONVENTUAL.
LOS GERANIOS DE TERESA.

Ya te he hablado de Teresa, por lo menos, un par de veces.
No te voy a hablar de aquellas subidas a las cuevas amparada por la noche para limpiar de podredumbre las heridas de alguna persona, ni de cómo, al alimón, con el P. Ángel se las arreglaban para poner luz eléctrica y, así, poder atender mejor a la necesidad perentoria de la persona enferma en una de aquellas cuevas, por la infección y por la urgencia, de la misma. No te voy a hablar de esos momentos que son «tesoros depositados en el cielo donde, decía Jesús (Mt. 6,19-23), que ni el ladrón metía mano, ni la herrumbre ni la polilla acaban con ellos». No, no te voy a hablar de aquel hecho que tuvo lugar una noche en que el fraile iba con unas bolsas camino de las cuevas y unos mozalbetes, con sorna, echaron a «pacer» la lengua dejando oír aquello de que «el fraile va en busca de juerga» y, habiéndolo oído el tal, se les acercó y les conminó:«¡acompañadme!, ¡venid conmigo y veréis a dónde voy!» puso las bolsas en las manos de cada uno ellos y enfilaron cuesta arriba, a las cuevas. Fueron dejando una bolsa, en esta cueva  donde les miraban unos ojos perdiditos en lo hondo de unas cuencas a donde les había lanzado el hambre. Otra bolsa la dejó uno de los mozalbetes en otra cueva, donde un niño de pecho lloraba y lloraba con los gritos que da el hambre porque no mamaba ya que en los pechos de su madre no se generaba leche porque no tenía nada con qué generarla. De una bolsa salieron agua oxigenada, antisépticos y vendas para cambiar el apósito de una herida que no terminaba de curar. No te hablo hoy de que, aquellos jóvenes, cuando bajaban de las cuevas lo hacían en un silencio obligado, porque no podían articular palabra ya que algo se les había puesto en la glotis y el aire apenas podía entrar y salir de los pulmones. No, no te voy a hablar de esas «historietas caudetanas» que son de otros tiempos. No, no te voy a hablar de ellas.
Hoy quiero hablarte de que Teresa, la que apodan «TERESA DE CALCUTA DE CAUDETE» se pasó por el convento y nos dejó dos cajas con una docena o más, ya perdí la cuenta, de geranios. Resulta que una vez me quedé pasmado contemplando la preciosidad de sus geranios y le pedí que me guardara unos esquejes en tiempo oportuno, para allá por diciembre. Y en eso quedamos. Pero hete aquí que un buen día, en lugar de podar sus geranios (que les vendrá bien en diciembre), se marchó camino de Villena y en el vivero que tiene nombre de Santa, hizo acopio de geranios ya enraizados y hasta el CONVENTO DE SAN JOSE se los trajo.
¡QUÉ MUJER!
De ellos te hablo hoy y ahí tiene a uno de tantos como me hizo plantar en las jardineras de las ventanas del claustro alto y en tiestos repartidos por el claustro bajo.
Ese blanco que ahí ves, en animada charla con la fuente, el brocal del pozo, que no es pozo sino solo simulador de tal, puesto que no es otra cosa que escape de las humedades profundas que nacen entre tinajas medio soterradas en una cueva que se escapa del CONVENTO por debajo de la calle del Molino y que nos habla a gritos de otros tiempos.
De ellos, de los geranios de Teresa, «la de Calcuta de Caudete», te hablo hoy para enseñártelos y para dejar constancia a Teresa de mi AGRADECIMIENTO por su regalo floral hecho al CONVENTO DE SAN JOSÉ.

Entre flores y oliendo a flor fresca de geranio, te va en volandas, hoy, mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
10.7.2018. Martes 4°día de la Novena en honor de la Virgen del Monte Carmelo.
P. Alfonso Herrera, O. C. alfonsoherr@gmail.com

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