viernes, 7 de agosto de 2020

Santiago Apóstol

ESTAMPA CAUDETANA.

SANTIAGO APÓSTOL.

Hace unos días Recibí un obsequio. En un envoltorio  voluminoso palpaba yo una estatuilla. Pesaba lo suyo. Cuando fui cortando el celofán  y quitándole las gomas que sujetaban el envoltorio protector, fue apareciendo la imagen del apóstol Santiago. Pero no una imagen cualquiera, contémplala en la fotografía del inicio. Es  una imagen  muy particular del Boanergés, del Hijo del Trueno, de  Nuestro Santo Patrón, el hermano de Juan, el discípulo amado del  Señor. Había sido concebido por  el  escultor-alfarero como un peregrino más.  El escultor no es otro que el caudetano, Manuel Serrano Ballester, un hombre con unos dedos prodigiosos provistos de unas yemas sensibles, muy sensibles, que llevan al barro la idea concebida en su interior, allí donde se cuecen los pensamientos, las ideas, los proyectos, los planes y que cuando toman forma pasan a hacerse realidad a través de la habilidad y soltura de unos dedos obedientes a las órdenes claras y precisas que reciben de esa otra parte de sí mismo, que es su intelecto, donde se mueve, a sus anchas, un vate, su vate. No se sirve del mármol, tampoco de la peña berroqueña. Sus manos no utilizan el martillo y el cincel. Él, al contrario de Miguel Ángel Buonaroti, no libera una imagen de lo que la oculta. Manuel, sirviéndose de una pella de barro húmedo plasma la imagen concebida en sus adentros. Él no libera la imagen que está dentro del bloque de piedra, que diría el italiano, él da la forma y saca a ser la imagen, que ya tomó forma dentro de sí, sirviéndose sola y exclusivamente de una pella húmeda de barro. Manuel no es un artista que se caracterice por sentarse ante el torno, como hace un   alfarero, esperando que venga la inspiración o la imagen, para moldear el barro. ¡Ni mucho menos! Es, yo lo percibo así, un buscador de inspiración. No necesita un vate especial, aunque le tenga porque todo artista viene al mundo con él, que venga a soplarle la idea para llevarla a la arcilla al sencillo barro. Es él, el que sale a su encuentro, el que la busca con denuedo, el que goza y disfruta cuando la encuentra, como aquel joyero del que nos da cuenta el Evangelio, que se topa con una perla fina y fue capaz de enajenar todo lo que poseía para hacerse con aquella perla tan fuera de lo común, tan fuera de lo normal, tan descollante y sobresaliente. Algo así le aconteció a Manuel.

El Santiago que me regaló, joven, musculoso, peregrino por el camino que conduce a su santuario, como uno más, fue fruto de la inspiración tenida por Manuel cuando en 2010 peregrinó a Santiago de Compostela desde las lindes mismas de Francia, allí en Roncesvalles. Durante el trayecto, el camino ponía delante de él los elementos que sujetaban dentro de su interioridad la idea que iba tomando forma. Me dice Manuel que el viaje lo hizo en septiembre. En septiembre el sol ya afloja  su fuerza y su vigor, pero el camino hasta el santuario donde se veneran las reliquias del patrón de España, Santiago el Grande, el hijo del Zebedeo, el pescador del mar de Galilea, el Hijo del Trueno, Labrador que sembró la fe en las tierras de España, es un camino que hace sudar en todas sus etapas, ya discurran por lugares abruptos, ya lo hagan por la inmensa planicie castellana. Siempre exige del peregrino el esfuerzo y éste genera calor. Así concibió Manuel hace 10 años la imagen que me regaló hace unos días, como un peregrino más al que sobran los ropajes porque el calor que surge de sus adentros obliga aligerar el vestido. Así le ves, así le concibió Manuel, así permanece en lo alto de la estantería de mi cuarto vigilando cada uno de mis movimientos, acompañándome en mis quehaceres. Gracias, Manuel.
Gaspar, muy amigo de Manuel, me pasó el teléfono para, por si acaso, quería ponerme en contacto con el artista. No lo hice. Preferí acercarme hasta su casa y con él estuve para hacerle patente mi agradecimiento por el detalle que había tenido conmigo.

Me abrió la puerta de su casa de par en par. Esperaba yo ver todo un museo con sus cientos de obras y solo vi tres. Dos estatuillas que, mirándolas, descubría a su padre y a su abuelo haciéndole compañía.

SÍ, haciéndole compañía en momentos que, los de uno, son muy importantes porque, al venir a este mundo te sostienen y te muestran el camino y, en los  tiempos postreros, también gozan de autoridad para hacerte sentir una mano por encima del hombro y escuchar que te dicen:
"¡Vamos!, no caminas solo. Estamos contigo".
Eso es lo que pensaba yo cuando contemplaba las imágenes de sus predecesores.
Y en el mueble junto a la puerta de la casa, un NIÑO JESÚS, idea propia en barro, del que festeja la Real Villa de Caudete, cada Navidad, venido aquí desde la escuela de los Salzillos murcianos, dando la bienvenida a los que acceden a su casa y despidiéndoles cuando se van.

Manuel no se encuentra bien. Hace algún tiempo se le presentó en su vida un visitante desagradable que se fundió con él y, lejos de ser agradecido, se está portando mal con él, tan mal, tan mal, que le ha retirado de lo que ha venido llenando su vida, primero a ratos perdidos y, más acá, en la vida, de modo total, que no es otra cosa que su afición por el modelar la arcilla. Y, también, le ha quitado fuerzas. Su médico viene a verle a casa y desde el centro médico le mantienen a raya a los dolores cuando éstos hacen acto de presencia.
A lo largo de mi animada charla con él me di cuenta del dominio que tiene sobre sí mismo primero por la aceptación de la enfermedad como algo propio y, según mi parecer, ese es el principio del éxito porque, al asumirla como algo propio, pierde toda tiranía. Yo le veía a Manuel como el señor que somete al mal y no como esclavo de él.
Y, en esa postura, en la de señor y dueño de sí mismo, le vi cuando me dijo:
"Me he desecho de toda mi obra, la he donado, la última EL SANTIAGO que le he regalado a Ud. Y según me lo iba diciendo, sin pizca de amargura, yo pensaba
- Todo un señor, porque "nadie es más dueño de una cosa, que en el momento en que se desprende de ella, dándola".

Cuando bajaba la escalera de su casa, apremiado por la penitencial de niños de Primera Comunión que habría de celebrarse en el fin de semana, lo hacía pensando:
"Ahí queda un ser humano de altura".
Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
7.8.2020. Viernes.(C. 981)

P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.

3 comentarios:

  1. Muy buenos días , P. Alfonso, bonita estatuilla que ha salido de las manos de Manuel y usted ha recibido de obsequio , es muy de agradecer cuándo se recibe un regalo y usted lo hizo regalándole una visita y un tiempo, me alegro mucho que lo haya compartido con nosotros sus seguidores. Que tenga un buen día de San Alberto Carmelita.

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  2. Muchas gracias,padre, por tan bonitas palabras.

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  3. Cada día leo y recibo con gusto su saludo matinal,hoy me sorprende gratamente las cariñosas palabras que le dedica a nuestro querido vecino Manolo...todo un artista ,manos maravillosas que Dios le dio.Soy admiradora de su obra y de sus fotografías con las que de vez en cuando nos deleita.Felicidades y Enhorabuena por el regalo que le ha hecho,que lo disfrute mucho P.Alfonso.Buen día de viernes para usted también!!!

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