ESTAMPA CAUDETANA.
FLORECIÓ EL ÁRBOL DEL PARAÍSO.
En el corralón del convento de San José (El Carmen) crecen, viven y crecen dos
árboles del PARAISO. Uno lo hace debajo del algarrobo y del olivo allí donde
estos le dejan diáfano un hueco por donde se cuela el sol del mediodía. No sé,
no me explico, porque siendo, de los dos, el más hermoso no florece.
El otro lo hace al aire libre. No hay follaje de algarrobo que le tape y la
Copa del primero de los nogales tampoco le priva de su encuentro, de su largo
encuentro, con el sol y, no obstante, éste es más endeble. Es un pimpollo, un
renuevo, de algún ancestro que existió en ese lugar en otro tiempo y que una
vez que fue cercenado a ras de tierra, se permitió que sus raíces, vivas, no
obstante, alimentaran a un joven pimpollo que ha venido a ocupar el sitio que
dejara su antecesor. Este sí que florece cada año y lo ha hecho todos los años
que llevo viviendo en este convento de San José. Siempre, por estas fechas,
hace manifestación de que es un ser vivo y, por estarlo, florece y se viste,
adornándose con sus preciosas flores.
Ya te he hablado en otras ocasiones de él y sus flores, tan contentas, han sido
portadoras de mi saludo al tiempo que salían de viaje, desde el corralón, para
ir a tu encuentro. Hoy vuelve a hacerlo. Ayer me paré delante de él y enfoqué a
una de sus hermosas flores con el objetivo de mi telefonillo y me lo guardé en
su cámara oscura. También obtuve la imagen del arbusto, con vocación de árbol,
y te hago coopartícipe de mi contento, de mi gozo, al contemplar está maravilla
que pone un contrapunto de suavidad y belleza en el áspero corralón del
convento de San José.
Sí, a grupas de una de sus flores trota por el WhatsApp, mi
saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.6.2021. Lunes. (C.1.280)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, ameno el comentario de hoy y mostrandonos el árbol del paraíso, todo él florecido con sus bonitas flores. Que tenga buen inicio de semana.
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