ESTAMPA CAUDETANA.
LA FLOR DEL ACANTO.
El ACANTO, todas las plantas de ACANTO, qué crecen en el convento de
San José (El Carmen) de está Real Villa de Caudete proviene de mi pueblo y más
concretamente del n° 9 de mi calle, unos números anteriores al de mi casa,
aquella donde naciera hace ya tantos años... Isabel, conocida como "la
Coja" porque de nacimiento tenía un defecto en sus piernas, casada con un
buen hombre, Ramón, a los que se quería muchísimo en casa, tenía a la puerta de
su casa una hermosa planta de ACANTO y de allí saqué yo unas raíces en una de
mis visitas a la casa de mi infancia y me la lleve a mi casa de Madrid donde la hundí en la generosa y abonada
tierra de una gran maceta. Creció y creció y llegó a ser objeto de las miradas
envidiosas de aquellas gentes qué pasaban por la puerta.
Aquel tiesto, grande y hermoso, se vino conmigo hasta estos pagos cuando recibí
orden de destino y, aquí, en el claustro barroco Toscano del convento de San
José encontró acomodo y, al día de hoy, 4 años después de haber llegado hasta
estos lugares, sigue luciendo sus hermosas hojas, tan hermosas y tan grandes,
que son el objetivo predilecto de alguna mariposa que se llaga hasta ellas
volando para depositar allí sus huevos que, al eclosionar, las larvas se ceban
a base de bien con ellas. Y de tal manera lo hacen y tan concienzudamente, que
las dejan como si fueran coladores. Y para que no acaben con ellas las tengo
declarada una guerra feroz así que de cuando en cuando, le doy la vuelta a las
hojas para ver si, en su envés, pululan esos gusanos y si los encuentro
ya no vuelven a hacer agujericos en las hojas...
El ACANTO duerme poco el sueño del descanso y de restauración de sus fuerzas
porque, con los primeros calores de junio, pierde su lindo follaje y vuelve por
sus fueros a últimos de julio y primeros de agosto.
Es una planta que aguanta muy bien los fríos de mi pueblo y también los fríos
de esta villa de Caudete. Cuando nieva sobre sus vistosas hojas y cuando la
temperatura se pone a bajar y bajar termómetro abajo en los crudos inviernos
mesetarios, al ACANTO no tiene ni pizca de miedo, es un valiente y aguanta las
embestidas del frío.
Ahora mismo se encuentra dejando caer sobre los tiestos y sobre el suelo las
hojas que antes estaban verdes y enhiestas, con el color propio de la muerte.
Pero no por eso deja de seguir en el proceso más bonito con que cuenta una
planta, cual es el florecer. Ya la ves en la fotografía que pongo a la entrada
de este escrito: alta, esbelta, la vareta llena de flores y, en cada una de
ellas, una semilla plana encerrada en una cápsula que con el calor estalla
mandándola a muchos metros de distancia, buscando buena tierra donde germinar.
Esa vareta florece cuando la planta fenece y, para mí, viene a ser un símbolo
de que la muerte no termina con la vida, sino que ésta, la vida, se levanta,
resurge, vuelve a comenzar su ciclo vital.
La esbelta flor del ACANTO mortecino del claustro
barroco-toscano del convento de San José, te lleva hoy mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
11.6.2021.Viernes. (C. 1.278)
Hoy celebramos la Solemnidad del SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
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