ESTAMPA CAUDETANA.
UNA VERDADERA PENA.
Ayer por la tarde, a mi vuelta de compartir con
una familia, la conocida como Puncha, y un grupo no muy numeroso de familiares,
vecinos y amigos la despedida de la madre, de la abuela y de la bisabuela, que
había fallecido cargadísima de años (94), me dediqué a darles de beber a los
árboles del corralón del convento de San José (El Carmen). La canícula
veraniega, tan desconsiderada con el medio de la Real Villa de Caudete a la que
tiene muy, pero que muy fritita, les tiene hundiditos en una situación de decaimiento
general y, al decir de decaimiento general, me estoy refiriendo a que su porte,
lejos de ser esbelto y lozano, andan alicaídicos, tristes. Sus hojas,
lejos de empinarse, mirando al cielo, para encontrarse con el rey de las
alturas, con el sol, para llevar conjuntamente a cabo la fotosíntesis, las
tienen mirando al suelo, caídicas, tristes y gritando por lo bajinis, nunca
mejor dicho, ¡danos de beber! ¡danos de beber! En ello estaba cuando le
descubrí, una cría de vencejo yacía, boca abajo, a la sombra del caqui. Pensé
que, a lo mejor, vivía. Pero, no. Cuando lo tomé mis manos descubrí que solo
era un cuerpecico inerte. Estaba muertecico y tal como lo vi te lo enseño. Ahí,
al principio de estas letras, le ves. Presumo que el animalico salió pronto del
nido y al hacerlo tan pronto se le agotaría la energía en un pis pas y planeando, si no lo hizo en
picado, llegaría hasta el suelo dónde se daría un golpe tan fuerte, tan fuerte,
que se le salió la vida desde dentro de su cuerpecico, quedando muertecico allí
mismo.
Es sabido que esa clase de volátiles no se posa
jamás en el suelo. Se pasa la vida volando durante el día colaborando con los
labradores limpiando la atmósfera de moscas e insectos perniciosos y
durante la noche huyen cielo arriba, hasta alcanzar los 2 kms de altura donde,
dicen los ornitólogos, duermen, aleteando, lejos del ruido de la superficie.
Este espécimen que ves en la fotografía no subió
hasta lo alto del cielo para ocupar la habitación dispuesta para él en las
alturas. En su lugar vino a dar con su cuerpecico, todavía con algo de plumón,
en el duro suelo del corralón del convento de San José (El Carmen) y, allí,
sobre el seco y duro suelo que, más qué tierra, parece cemento armado, dejó
estampada su figura con las alas recogidas sobre su cuerpecito, como si diera a
entender que quería defenderlo.
UNA VERDADERA PENA, es lo que sentí yo cuando le
descubrir boca abajo. Tenía sus ojitos cerrados, pues ya no los necesitaba para
descubrir insectos voladores. Su piquito, todavía tiernecico,
hincado en el suelo.
Sí, UNA VERDADERA PENA. La naturaleza,
verdaderamente pujante en la incipiente vida del veloz pajarico, no prosperó,
fracasó.
Sí, UNA VERDADERA PENA.
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
23.7.2021. Viernes. (C. 1.308)
P. Alfonso Herrera Serrano- Carmelita.
Muy buenos días, P. Alfonso, sí , a mí también me da ver algún animalito muerto como el vencejo que hoy nos presenta , pero estos días de tanta calor nos encontramos muchos en ese estado. Que tenga un buen día.
ResponderEliminarYo he tenido la gracia de haber sacado adelante a 3 vencejos, el cuarto lo tengo delante de mí en una cajita y esta tarde saldré con mi hija a que vuele libre. ¡Ha sido todo un honor este regalo de Dios para colaborar con su creación!
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