ESTAMPA CAUDETANA.
LA INVASIÓN de los salicornios
Desde la tarde de ayer han venido pasando por el predio de la Real Villa de
Caudete unos aires gélidos que cortaban la cara como si fueran cuchillas de
afeitar, que bajando con fuerza desde allende donde la nieve había acampado,
buscaban las tierras templadas de la marisma y, claro, para llegarse hasta
ellas tenían que pasar por el vallecico dónde se levanta esta Real Villa de
Caudete. No eran pocos, no, ni agradables. Eran unos forasteros totalmente
desagradables. No tenían ningún miramiento, ninguno, para con las gentes a las
que metían en las casa a toda prisa y a todos los SALICORNIOS que
sorprendieron despistados por esos campos del predio caudetano los han traído en
volandas durante toda la noche encajándolos en las calles del pueblo. Con
varios me he topado pero uno me llamó la atención más que los otros por su
grandiosidad y hermosura. Le «cacé» justo, justo, cuando se pegó un choquetazo,
al estrellarse, contra el portón del número 1 de la calle de San Francisco.
Salíamos en aquel momento de la misa celebrada en la parroquia sita en la misma
calle. El aire, más bien, viento que se había llevado todas las hojas de la
higuera aledaña al templo, soplaba, a base de bien, de un lado a otro y lo
mismo que hiciera con las hojas de la higuera, hizo con la feligresía. Era tan
frío, que mandó al personal volando a sus casas cortando en seco todo coloquio,
toda charradita. Y fue ese viento fuerte y frío que nos traía noticia de allí,
de donde cayó la nieve, el que arrancó los SALICORNIOS del labrantío y
los trajo a las calles del pueblo. En la calle de San Francisco, además del
guaperas que ves en la foto, correteaban, de un lugar a otro, otros cuatro más,
eso sí, de menor envergadura.
Volando en el SALICORNIO te mando mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
29.11.21. Lunes. (C. 1.421)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
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