ESTAMPA CAUDETANA.
FLORECIÓ LA ECHEVERIA.
Con ocasión de la visita que hice en octubre pasado a una familia muy amiga, me
dijo el ama de la casa:
"oye, Alfonso, me han regalado un cactus precioso, le tengo en la terraza
del salón" y me llevo a verle. La terraza es un lugar envidiable. La han
cerrado con una cristalera muy a propósito, de manera que en ella se podía
hacer la vida y, en verdad, la hacen. En ella desayunan, comen, toman el te o
el café y cenan. Se informan de lo que acontece fuera de su «santa
santorum» a través de la Tv pegada a una pared. Alexia satisface los
gustos en la programación del aparato televisivo, saca del apuro informativo en
cualquier asunto que se presente y te busca lo que le pidas, hasta la canción
que más te guste, y hasta manda al móvil la lista de la compra a realizar al
día siguiente. Allí, el señor de la casa, da rienda suelta a su afición
pictórica. Es un lugar muy agradable. Desde ella la vista no encuentra
obstáculo y se ve hasta Alicante y una buena porción de playa y mar. Y es
allí a donde me condujo. En el centro de la terraza tienen una mesa y en su
centro se encontraba un tiesto y en él, una ECHEVERIA AGAVOIDES de buenas
dimensiones, una gran rosa, pues esa es su forma, sin ramificación alguna. El
ama, sabiendo mi predilección por las plantas no disimulaba la alegría que
sentía al mostrarme tal pieza, al tiempo, yo creo que pretendía provocarme una
sana envidia, si es que la envidia, cualquiera sea ella, fuere sana. Me gustó,
ciertamente, me gustó aquella planta toda ella en forma de rosa con hojas
gordas y triangulares que terminan en puntas finas, un tanto rojizas, como si
pretendiera avisar de que pinchaba.
Aquella planta era verde, pero entre las casi cuatrocientas especies de
ECHEVERIAS AGAVOIDES, muchas de ellas poseen otras tonalidades, otros colores.
«Yo no tengo ninguna de ese color, le dije, pero sí tengo otras hermanas de
otros colores con hojas carnosas pero no precisamente puntiagudas. Tu planta es
muy guapa y hermosa y, además te dará hijicos que le saldrán de la base aunque
no es raro que salgan de entre las hojas. Dm. eso, sí, de entre ellas, te
saldrán varetas floridas en cuyo extremo tendrán un racimo de flores. Éstas
adoctan forma de farolillos de un color rosado anaranjados y amarillos por
dentro»
Recuerdo que el jueves siguiente a la visita que les hice fui a una gran
superficie de capital alemán en el que suelo proveerme de lo necesario y allí,
a la entrada, dónde suelen poner cada jueves una infinidad de plantas, me
encontré con una ECHEVERIA AGAVOIDES semejante a la que tienen mis amigos. Sin
pensármelo mucho me hice con un ejemplar, ese que ves en las fotografías que se
encuentran al principio.
Cuando se me terminaron los días de asueto, aquella pequeña planta ECHEVERÍA
AGAVOIDES se vino conmigo y conmigo hace la vida. La trasplanté a un
tiesto de barro la puse tierra bien abonada y la sitúe en el alféizar de la
ventana de mi cuarto donde el sol, cuando surge por Levante, tiene tratos con
ella y cuando se va, si baja mucho la temperatura la introduzco dentro de mi
cuarto. Muy pronto me ofreció dos hijicos que le nacieron de su base allí donde
el sol la pega de lleno.
Está tan contenta con el cambio experimentado que, olvidándose del lugar de sus
orígenes, el secarral mexicano, ha FLORECIDO sin esperar a la primavera, que es
el tiempo en el que la Madre Naturaleza le tiene programada su floración. Yo
creo que lo ha hecho, no tanto por agradecerme el haberla traído a casa, cuanto
porque el tiempo que tenemos es tan parecido al de la primavera que se ha
confundido y lo ha hecho, se ha vestido con galas primaverales.
En lo alto de la vareta florida, allí donde se han abierto ya sus flores, cuelgo
para ti mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
18.2.2022. Viernes. (C. 1.456)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenas tardes , P. Alfonso, bien se nota que le gustan mucho las plantas y además sabe cuidarlas muy bien , porque siempre nos muestra como lleva su jardín. Que termine bien el viernes.
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