viernes, 29 de abril de 2022

Los Turistas Anglosajones.

ESTAMPA CAUDETANA.

LOS TURISTAS ANGLOSAJONES.

Hoy, el día, se levantó fresco, fresco, no porque hiciera frío, sino porque rebosaba vitalidad y lozanía, nos llegó, todo él, vestido de luz.
Hace un ratico, a las 10,15 horas de esta mañana sonó el timbre de la puerta del convento de San José (El Carmen), Encarna, la directora de la Oficina de Turismo de la Real Villa de Caudete nos solicitaba permiso para entrar al claustro de este vetusto convento con el fin de mostrar esta joya arquitectónica a un buen grupo de gentes venidas de allende las fronteras patrias. Visitaban esta Real Villa y, claro, no podía ser por menos dejar de hacer una paradica en este lugar emblemático de la Villa con el que cuenta, entre otros, esta obra de arte arquitectónica del BARROCO TOSCANO que guarda, dentro de sus muros, una muestra preciosa LA COLUMNATA DEL CLAUSTRO BAJO de la que se puso la primera piedra cuando echaba a andar por el calendario el siglo XVII y que terminó de levantarse cuando ya corría el año sexto de aquel siglo.

Eso les decía Encarna, gran cicerone, en el idioma de la gran Albión, a las gentes que, en nutrido grupo la escuchaban,  “the cloister of the convent buil in the seventeenth century” (17th century).

Aquí debajo, le informaba, existe una cueva donde permanecen, todavía, unas tinajas grandes, típicas de esta zona de la Mancha, donde los frailes de siglos pasados guardaban legumbres, patatas, vino y aceites. La preguntaron si se podía visitar y les comunicó que hace unos pocos años fueron clausuradas las dos entradas a la cueva permaneciendo solamente unas rejillas y ese brocal de un pozo, que no lo es,

para la ventilación previniendo humedades.

Arriba, en el claustro alto, les explicó, es donde tienen su acomodo los frailes en la actualidad.

En ese momento les saludé cordialmente desde una de las ventanas donde lucían primorosamente las petunias que había regalado al convento el bueno, de “Batiste”.

Cuando Encarna, la cicerone, enmudeció, salvo para responder a preguntas de los turistas, el resto andaban muy ocupados en fotografiar el  monumento o realizaban vídeos con sus aparaticos móviles, guardando recuerdo de la visita para, cuando se encontraran de vuelta en sus lugares de origen, poder rebobinar su viaje de turismo a esta Real Villa y, así, recrearse volviendo a contemplar esta maravilla existente en la Mancha Baja, en la Mancha que se deja caer, ya, muy suavemente, en busca de las arenas de las playas de la mar mediterránea. Entonces, en la paz y sosiego de sus mansiones de las Islas Británicas, volverán a escuchar a Encarna, en un inglés fluido, la explicación pormenorizada de los pormenores y el avatar del convento de San José sito en esta Villa de Caudete. La oirán decir que la primera piedra de este convento fue colocada en los albores del siglo XVII y que la columnata fue esculpida y levantada según el orden arquitectónico Toscano, orden arquitectónico que fue asumido por el Imperio Romano en su largo paso por la Grecia clásica y lo extendió por todo el imperio dejando de lado los otros órdenes que allí nos muestran hoy obras imperecederas, el Dórico, el Jónico y el Corintio, del que solo tenemos aquí la planta que aquellos artistas tomaran como modelo para esculpirla en sus capiteles, el Acanto.

Si, según los parámetros del orden Toscano fue edificado este claustro que permanece luchando a brazo partido con la labor de zapa, que lleva siempre consigo, el paso del tiempo. Claro que, es verdad,  alguna de sus columnas necesita un cuidado especial por su deterioro manifiesto, pero Patrimonio no consiente, todo hay que decirlo, que se toque nada y tampoco hace nada por restaurarlo para conservarlo perfectamente.

Con frecuencia suelen pulsar el timbre de la cancela del convento gentes que van de un lado para otro llenándose a través de sus pupilas de los vestigios que hablan a gritos de las gentes de otros tiempos. Esas gentes entran en el claustro bajo de este convento de San José y se quedan parados asombrados al contemplar tanta belleza. Últimamente los adelantos que la inventiva humana han alcanzado en el campo de la electrónica ha hecho posible que, en unos simples aparaticos del tamaño de un paquete de tabaco puedan encerrar en fotografías y vídeos recuerdos de su paso por este o por aquel lugar que, como te he dicho antes, hablan a gritos y con toda claridad, del acontecer de las gentes que nos precedieron. Y, si aquellos que entran por la puerta del convento se quedan parados extasiados fuera de sí, contemplando esta joya del Barroco Toscano con la que cuenta la Mancha Baja y que se encuentra situada en esta Real Villa de Caudete, un azulejo pegado a la pared del claustro bajo ya les pone en antecedentes de que en la segunda mitad del siglo XVI llegaron a esta Villa los frailes Carmelitas y que terminando el siglo aquel, el Concejo Municipal de entonces les proveyó de terrenos extramuros, en el extrarradio, en los arrabales de la Villa. Y fue en aquel lugar donde aquellos frailes levantaron su morada cuando el siglo siguiente, el XVII, había plantado ya sus reales, todo el claustro bajo (1606). A partir de ahí y hasta 1670 se fue construyendo el convento: primero el claustro alto para vivienda de los religiosos y la iglesia, dando por concluida la edificación del cenobio con la torre de su iglesia en el año 1670.

Con toda seguridad habrá gentes que pensarán que sobran entre las columnas y en el patio del claustro bajo las plantas pero, la verdad sea dicha, a las gentes que nos han visitado esta mañana no les pasaron desapercibidas las plantas que dan su toque verde y fresco a las frías estructuras del pasado porque estuve observando desde lo alto como muchos de ellos no sólo contemplaban la arquitectura y fotografiaban el monumento, sino que hacían objetivo de sus cámaras fotográficas a gran número de plantas que componen la rica foresta conventual.

Recibe mi saludo, mis

             ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!

29.4.2022… Viernes. (C. 1.501)

P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.



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